Camino de El Pueyo: Erucastrum nasturtiifolium. Libiana, rabaniza,


El cereal de invierno ya comienza a verdear los sembrados, anticipo del cambio que poco a poco comenzamos a percibir. Notamos que el día comienza a alargarse. El caminante que se dirige por los caminos del Somontano todavía nota crujir el hielo bajo los pies, y el suelo se muestra de madrugada duro. 
En la vereda del camino aparecen aquí y allá matas con hojas verde oscuro escotadas  hasta el nervio central formando profundos lóbulos. Tienen la cimera florida en apretados racimos. Observándolas día tras día nota el caminante que las flores se renuevan, alargando cada vez más la vara que las sustenta.  Flores de cuatro pétalos,  en cruz, al igual que los sépalos, estrechos y separados.
Cada flor produce una vaina (silicua) que contiene numerosas semillas, y que siempre queda por debajo del grupo de flores. El fruto tiene un ápice corto, que hará de bisagra cuando el fruto se seque y comience las dispersión de las semillas.
Recuerda vagamente a las mostazas que también surgen por estos campos. En el momento de ser bautizada, poco de original se debió ver en ella: Erucastrum, por ser un remedo de la eruca, aunque en versión amarilla, nasturtifolium por tener las hojas similares a las del berro. Planta biannual o perenne , así está ya en pleno enero, y nos acompañará prácticamente durante todo el año, con sus casi siempre floridas ramas.

El Betato de Tramacastilla, en invierno

El riesgo de aludes es muy alto, así que nos vamos a dar un paseo por el bosque de hayas de El Betato. Ya a la salida de  Tramacastilla de Tena hay suficiente nieve para que Marisol se calce las raquetas, yo quiero probar qué tal se va por el bosque con los esquís, hace tiempo que me apetece hacerlo.
Muchas veces he fotografiado estos lugares, sobre todo en primavera y verano, momento en el que siempre hay alguna sorpresa botánica. Ahora todo está dormido, pero sigue mostrando una especial belleza.































El barranco del Gorgol presenta una bonita estampa. A pesar del frío se está produciendo un fuerte deshielo que hace que el barranco baje con abundante agua.






















El camino que recorre el bosque, en dirección al ibón de Piedrafita, no ha sido pisado todavía. La nieve está blanda y profunda. Es mucho más costoso progresar, pero en recompensa, el bosque se nos presenta más salvaje de lo habitual. Reina un profundo silencio en el bosque que sólo es interrumpido momentáneamente por el viento al mover los árboles. Es un sonido grave.




































Superado el bosque, vemos las montañas desde Argualas hasta Peña Blanca. El viento norte propicia la formación de  leves nubes orográficas.

Camino de El Pueyo. Picnomon acarna

A fuerza de ver el mundo vegetal en tonos verdes cuesta cambiar el registro mental y saciar la curiosidad o la necesidad de admirar cuando lo que predominan son los colores pardos. Sin embargo, es ahora cuando algunas especies me parecen mostrar su carácter. Es el caso de Picnomon acarna, un cardo que frecuentemente vemos ocupar barbechos o cunetas. Alcanza el medio metro con facilidad, y en este momento es en  el que resaltan los contrastes de sus líneas, las broncíneas  púas en brácteas y hojas, lo intrincada que es su estructura (Picnos, apretujado en griego ). Al ser planta anual, no vemos más que la mata muerta, que con el frío y el viento de marzo terminará por ser barrida, para dejar paso a un nuevo brote primaveral. El ciclo vital ya ha concluido .Todas las defensas construidas para evitar el ramoneo quedan como esqueleto, sí , pero también como testimonio de una adaptación quién sabe si creada a partir de la incesante actividad de las manadas primitivas. Lucha constante. 
Hace unos años vi unas fotografías de un artista polaco, Andrzej Dragan (http://andrzejdragan.com)  Quizá por los similares valores cromáticos y la dureza de luces y sombras,  siempre he asociado sus obras  a Picnomon acarna. Los personajes de sus retratos presentan igualmente muchas aristas de su personalidad, revelan un ciclo vital duro, exigente.  Este cardo crece en lugares degradados, expuestos al sol cuando florece en pleno verano. Con rudeza muestra sus espinas en un entorno hostil.

Camino de El Pueyo. Capsella bursa-pastoris. "Pan y quesitos"

Tan común es esta  pequeña hierba  que muchas veces pasa totalmente desapercibida. A su favor, tiene poco porte y sus flores blancas tan apenas llegan a abrirse. Donde únicamente destaca es en las vainas donde maduran las semillas, de forma acorazonada, o de zurrón (lo que ha motivado para que se la llame comúnmente zurrón de pastor).
Es hierba perteneciente a la familia de las Crucíferas, cuatro pétalos no soldados en cruz. Y como fiel integrante de su familia, buena sufridora de fríos invernales, por  lo que el caminante podrá verla todavía siguiendo escrupulosamente su ciclo vital, formando enhiestas varillas con la cúspide adornada de flores y los frutos dispuestos a lo largo del tallo sujetos por un largo peciolo.
Al ser una hierba tan modesta me sorprendió encontrarla en la base de un cuadro del renacimiento. Filippino Lippi, maestro del 1500, la coloca en primer plano para otorgar naturalidad a una escena religiosa, tan al uso en aquella época. La representación es precisa como si fuese una obra botánica, de manera que me atrajo más que el conjunto de la obra en sí. Dudo si esta precisión es un mero alarde pictórico, o si pretende alguna significación. Era común incorporar elementos en el cuadro que aportasen información no escrita, y este cuadro está lleno de símbolos en elementos que parecen anecdóticos y que se sitúan en torno a la escena principal. Si el caminante gusta de navegar también por los ceros y unos del ciberespacio, esta sería su ruta para ver la obra con gran detalle: http://www.nationalgallery.org.uk/paintings/filippino-lippi-the-virgin-and-child-with-saints-jerome-and-dominic , con lo que tendrá también ocasión de identificar alguna otra planta que el mismo cuadro contiene.
Si no es el caso, aquí reproduzco la parte del cuadro de la que hablo, con mi más admirado agradecimiento hacia la institución que custodia la National Gallery en Londres.
Aunque es planta menuda, no ha pasado desapercibida para su uso en remedios que tratan de prevenir hemorragias tanto vasculares como ginecológicas, además de que puede alegrar en crudo una ensalada.
Otra curiosidad del pan y quesitos, como también se la llama ,es que cuando los frutos maduran, segrega una sustancia mucilaginosa que atrae y mata a los insectos que en ella se depositan, parece ser que algo de estos insectos utiliza para su propio beneficio. Estaríamos ante una planta que tiene hábitos carnívoros en una determinada etapa de su vida.

paseo invernal al ibón de Culibillas

Como un oasis en medio de la vorágine de las pistas de Formigal, el entorno del ibón de Culibillas se mantiene aislado de ruidos, prisas, remontes y otras secuelas urbanas que azotan el Pirineo en invierno. Como el trayecto es corto y de poco desnivel es un paseo ideal para una mañana de invierno. Creía haber puesto una entrada en este blog de este ibón (casi balsa) en época de verano. Como veo que no es así me permito poner una panorámica del mismo lugar en la época en la que el verde es el color dominante.


La nieve no abunda, hace mucho que no nieva. Las laderas orientadas al sur muestran los surcos del deshielo y posterior rehielo nocturno. Curiosos diseños efímeros.

Como decía es un paseo corto y fácil, exento de riesgos. Aunque a veces sí está balizada con palos  provisionales negros por la vecina estación de Formigal es una buena oportunidad para  ejercitar con la gente joven de casa  el sentido de la orientación , puesto que no hay sendero,  y es raro ver trazas de esquís o raquetas por este lado. Las laderas  aparecen venteadas, con las características ondulaciones que dejan al descubierto las zonas más duras. Con todo, encontramos buenos lugares de nieve profunda donde se disfruta más de la raqueta.






Como remolinos de un mar solidificado











En un día de asueto, quedan momentos para la diversión. Marisol y Aurora hacen la "croqueta" en una ladera de nieve profunda.












No se asciende mucho, pero la configuración del valle de Tena, tan amplio y abierto permite contemplar un escenario tan bello como este.
















Ya hemos llegado al ibón de Culibillas. No es tan espectacular como otros cercanos, por ejemplo Anayet o los de Ayous, que en invierno presentan una horizontalidad que parece irreal. Como es un pequeño, la ubicación es menos llamativa. Quizá si vemos una fotografía del verano...















Una yeguada pasta apaciblemente el pasto a principios de verano.

Paseo invernal por Barrosa

Antes de comenzar la tanda de cenas y comilonas de la Navidad, Marisol y yo nos escapamos al valle de Barrosa para verlo en invierno.Realizamos la excursión sin más pretensiones que caminar por un lugar ajeno a bullicios. El lugar ofreció mucho más de los esperado.


Una vez superados los primeros metros de pista que remontan las antiguas construcciones de explotación de minas de Barrosa, se abre ante nosotros el fondo del valle, con la figura central de los picos Robiñera y La Munia, unidos por el cuello de Robiñera.

La nieve es  suficiente  como para ponerse las raquetas. Hay alguna traza de esquí. La nieve está dura porque  no da el sol en todo el día en este  tramo a lo largo del valle.   Algunas canales bajan vertiginosas desde la muralla de Esplugaruego que impiden el paso del sol ahora que el día es tan corto. 


A la salida de estas canales vemos restos del destrozo hecho por los aludes en la vegetación. Hay zonas con  árboles arrancados. Otros han sobrevivido aunque quede en ellos la huella del alud para siempre. Tomamos nota de las zonas en las que el  alud  llega hasta el fondo del valle con suficiente fuerza como para ser peligroso estar allí en el momento equivocado.


El pacino crea espectaculares cascadas heladas. La compañía de los pinos negros nos dan la proporción de estos saltos congelados.

 
Una de estas cascadas de hielo tiene nombre propio: Océano Pacífico. Lugar frecuentado por quienes buscan la fuerte emoción de subir estos gigantes de hielo. En este caso 150 metros con tramos de pendiente de 85º.

No es la única. Hay otras más pequeñas, pero muy hermosas.
Hemos llegado al final del valle, y aunque sólo sea por tomar un poco calor del sol decidimos subir en dirección al collado de Barrosa. Poco tiempo podemos disfrutar del sol , pues la sombra sube rápidamente y nos vuelve a alcanzar. Pero al menos podemos contemplar la magnífica vista del valle. Vemos las acumulaciones de nieve que se forman en la repisa superior y que en caso de ser inestables hacen peligroso el tránsito por el fondo del valle, y sobre todo acercarse a las cascadas heladas.

 El valle hace una contracurva y se extiende hacia el collado de Barrosa.























Sabemos que hoy no podremos llegar al collado de Barrosa. No pretendíamos hacerlo, pero queda allí la propuesta para otra ocasión. Hoy sólo queríamos conocer el terreno. La próxima vez , con más tiempo de luz, y quizá con los esquís para progresar mejor por la media ladera, ya que con las raquetas es algo incómodo progresar con esta  pendiente.No obstante ya es un regalo la vista sobre el collado de Barrosa y a la izquierda tres tresmiles,  los picos de Troumouse , La Munia y Robiñera.