A fuerza de ver el mundo vegetal en tonos verdes cuesta cambiar el registro mental y saciar la curiosidad o la necesidad de admirar cuando lo que predominan son los colores pardos. Sin embargo, es ahora cuando algunas especies me parecen mostrar su carácter. Es el caso de Picnomon acarna, un cardo que frecuentemente vemos ocupar barbechos o cunetas. Alcanza el medio metro con facilidad, y en este momento es en el que resaltan los contrastes de sus líneas, las broncíneas púas en brácteas y hojas, lo intrincada que es su estructura (Picnos, apretujado en griego ). Al ser planta anual, no vemos más que la mata muerta, que con el frío y el viento de marzo terminará por ser barrida, para dejar paso a un nuevo brote primaveral. El ciclo vital ya ha concluido .Todas las defensas construidas para evitar el ramoneo quedan como esqueleto, sí , pero también como testimonio de una adaptación quién sabe si creada a partir de la incesante actividad de las manadas primitivas. Lucha constante.
Hace unos años vi unas fotografías de un artista polaco, Andrzej Dragan (http://andrzejdragan.com) Quizá por los similares valores cromáticos y la dureza de luces y sombras, siempre he asociado sus obras a Picnomon acarna. Los personajes de sus retratos presentan igualmente muchas aristas de su personalidad, revelan un ciclo vital duro, exigente. Este cardo crece en lugares degradados, expuestos al sol cuando florece en pleno verano. Con rudeza muestra sus espinas en un entorno hostil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario