camino de El Pueyo.Quercus ilex subsp. rotundifolia. "carrasca, lezina, llecina, encina"


Ya estamos golpeando la aldaba para entrar en el mes de mayo y los montes están en plenitud. Ahora es el momento de contemplar las cortinas doradas de las carrascas.

En  el camino de Barbastro a El Pueyo la carrasca prevalece en la sarda. Los campos de labor quedan separados por corredores verdes, llenos de actividad silvestre, en los que se enseñorea la silueta redondeada de la carrasca. Especie arbórea perfectamente adaptada al clima mediterráneo continentalizado, fuente de estabilidad en un suelo frágil y austero.
Las últimas lluvias han provocado el crecimiento de nuevas hojas. La carrasca no se desprende de sus hojas cada año, como hace su pariente el quejigo, sino que las mantiene al menos durante tres años. De los nuevos brotes surgen largos amentos florales masculinos, donde los estambres esperan madurar para que el viento disperse el polen. La producción masiva de estos amentos hace que la carrasca se vista de largas cintas doradas. Que el caminante no se prive de contemplarlas al contraluz del atardecer.
La exuberancia primaveral también provoca que se activen los carrasquizos, esas matas arbustivas que en ocasiones forma esta especie cuando abunda la germinación de la bellota y todas compiten por ganarse un espacio.
Afortunadamente han pasado los años en los que las carrascas eran sinónimo de espacio desaprovechado. El exceso de rotura de estos espacios provocó la fuerte erosión de la tierra y el empobrecimiento de los campos cercanos. Su acción como cortavientos hace que el cierzo se rompa y los campos que quedan a su cobijo padecen menos su furia. Además de las sardas, tenemos a los pies de El Pueyo un carrascal completo, mezclado con el chinebro, que permite la vida de una flora especializada, en un suelo jamás labrado: Aristolochia pistolochia, Osyris alba, Limodorum abortivum, Epipactis heleborine,Thalictrum tuberosum, Silene nocturna... entre otras muchas especies.
Además de la riqueza botánica, innumerables mamíferos, insectos y aves aprovechan los recursos que genera el árbol.
Tanto la raíz prerromana karr de donde proviene carrasca, como la raíz latina de lecina, han pasado a nuestra lengua  y designamos este árbol en género femenino. Idéntico arcano cultural por el  que en Aragón decimos noguera, alborzera, etc, cuando nos referimos a los árboles que nos dan abundantes recursos, femeninos a pesar de su robustez.
El pastoreo racional aprovecha estos encinares, y podemos ver en dirección a Valcheladas las carrascas clareadas por la base de la copa marcando  la altura de las cabras,  quienes hacen un pasillo natural con su ramoneo que deja limpio y luminoso el suelo, listo para que crezcan otras especies. En estos espacios tan auténticos dan ganas de coger un cazoler de bellota, el cascabillo vacío de su glande, apoyarlo estrechamente entre los dedos y soplar fuerte en el hueco para que el silbido agudo se cuele entre los espléndidos  troncos de las carrascas.

Camino de El Pueyo. Cuscuta epithymum."coscuta, pelo de culebra"

"La vida se abre camino" es la frase lapidaria que el protagonista matemático de Parque Jurásico (Ian Malcom) lanza como argumento ante sus dudas de que se pueda controlar totalmente la naturaleza. La teoría del caos aplicada a la biología.
En la evolución de las especies botánicas algunas plantas ejemplifican esta máxima vital. Todo se aprovecha, todas las posibilidades entran en el juego de la vida. La cuscuta podría ser un buen ejemplo de esta idea. 
La máxima de que las plantas obtienen su energía mediante el proceso de fotosíntesis es contradicha por las plantas que no desarrollan ningún órgano verde. Me refiero a las plantas parásitas. La cuscuta nace de una minúscula semilla, y al germinar desarrolla un finísimo y débil tallo. La vida del tallo depende de la energía acumulada en la semilla. El tallo no tiene hojas, no puede obtener mediante fotosíntesis nutrientes extra. A no ser que encuentre en su breve crecimiento otro tallo, preferentemente de una leñosa como el tomillo o la aliaga. Si este contacto se produce, la cuscuta desarrolla un finísimo chupón que penetra en la planta hospedante hasta que encuentra las células que transportan los nutrientes. 
Una vez establecido el primer contacto, la cuscuta prospera y se enreda en el arbusto parasitado cubriéndolo con una enmarañada red rojiza de tallos delgados como cabellos. El primer tallo, unido a tierra, se seca y la planta parásita vive enteramente suspendida del hospedante. 
En estos primeros días de abril, Cuscuta epithymum ya ha desarrollado las flores. Se agrupan en apretados grupos que hacen más visibles estas pequeñísimas flores rosadas de tan apenas 5 mm. Es fácil ver las madejas de filamentos rojizos en tomillares o renuevos de aliagas. Es una ocasión para detenerse y contemplar una más de las múltiples formas de la combinatoria vital de la naturaleza.

Camino de El Pueyo. Muscari comosum. "nazarenos, milano, uguetas..."

En el primer año de existencia de este blog ya presenté al "nazareno" Muscari neglectum, muy habitual en los campos de labor al principio de la primavera.
De similar ecología es Muscari comosum, aunque por aquí mucho menos frecuente. Yo lo tengo visto por los campos de la vertiente oeste de Valcheladas, no muy abundante, pero como es tan vistoso y  supera el palmo de alto, se deja ver bien. Sin duda se podrá encontrar en otros lugares del Somontano de Barbastro.
Es una planta vivaz, de la familia de las Liliáceas , que nace de bulbo. Del centro de las anchas hojas sale una vara verde (escapo) en cuya cima se desarrollan las curiosas flores. Las menos inferiores, parduscas, son las flores fértiles. Son flores abovadas con todos los órganos reproductivos escondidos, encerrados excepto por un pequeño opérculo en el extremo de la flor que es el que permite la entrada de la mosca que efectuará la fertilización de la flor. Mucho más vistosa es la parte superior del racimo, con flores estériles y largos pedúnculos, todo tintado de color violeta. De la misma coloración es el bulbo del que nace la planta, y aunque es comestible, de sabor amargo, no tengo constancia de uso por nuestras tierras.