La naturaleza inventa y se reinventa a sí misma con la constancia que exige adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes del entorno. En el caso de Cytinus hypocistis ha reutilizado algunas estrategias de los hongos para aplicarlas a esta planta con flores. Aunque el reino de los hongos y el de las plantas está separado por millones de años de evolución, en esta ocasión muestran similitud en su comportamiento.
Cytinus hypocistis es una planta parásita en grado mayúsculo. Viviendo en el interior de su huésped en forma de una masa de filamentos sólo se manifiesta como planta cuando llega el momento de reproducirse. Ahora en mayo, saliendo directamente de las raíces o tallos de su huésped desarrolla un breve tallo recubierto de falsas hojas color escarlata al final del cual crecen apiñadas las flores amarillas o blanquecinas. Sólo asomarán unos pocos centímetros sobre el suelo que previamente han perforado. Será el único momento de su ciclo vital en el que la planta verá la luz. Por otra parte para nada necesita la luz ya que, viviendo a expensas de su huésped, no tiene clorofila y por tanto no la utiliza para producir nutrientes. Su alimento lo extrae, claro está, de la planta a la que parasita.
Cytinus hypocistis es la única especie vegetal de la flora europea considerada endoparásita, es decir con vida en el interior de su huésped. Tan peculiar modo de vida le viene de familia. Sus parientes se engloban en la familia de las Rafflesiáceas, que son habituales en climas tropicales. Una prima suya es la famosa Rafflesia arnoldii que bate récords por su enorme flor de un metro de diámetro.
La chupamieles, que es un nombre vernáculo de Cytinus hypocistis, tiene curiosas flores. Mirando detenidamente la piña de flores veremos que están separadas las flores masculinas de la femeninas. Estas últimas se colocan en el exterior del racimo, con un estilo dividido en gajos gruesos. Las masculinas forman una columna alrededor de la cual se sitúan aplicadamente los estambres. Podremos encontrar flores coloreadas de intenso amarillo, o bien blanquecinas. Las fotografiadas pertenecen a la subespecie macranthus. Cada flor tiene un largo tubo, mayor en las femeninas, que se inserta en la base del tallo directamente. Es toda carnosa, tallo, escamas, flores. y si cortamos un pequeño fragmento notaremos un denso látex transparente, como miel. Melera es su otro nombre popular. Este jugo no es dañino sino comestible, y de comprobada acción astringente.
Y tanto hablar de la parásita olvidamos nombrar al huésped: Cytinus hypocistis parasita diversas especies del género Cistus. En el entorno de Barbastro la hemos visto parasitar a Cistus clusii, hermosa jara que abunda en todo el territorio. Forma amplias matas leñosas de vistosas flores blancas. Las hojas recuerdan muchísimo al romero, por lo que se la conoce también como romerilla, y romero macho. De hecho las matas sin flores son confundibles al primer vistazo, aunque resulta infalible respirar el aroma de una y otra para separarlas.
Pese a ser la romerilla abundante, el caso es que su parásito es considerado muy raro en el Valle del Ebro. Caminar ahora por nuestros montes, adornados con estos hermosos arbustos, puede depararnos además la agradable sorpresa de encontrar el tesoro de la melera, escondido bajo sus espesas ramas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario