Portal de la Cunarda

Hemos partido desde Colungo, ahora que buscamos algo de calor, para recorrer este paisaje que en verano debe ser todo un tormento. Sucede con Guara que en algunos de sus rincones recompensa la aridez del trayecto con un paraje soprendente y plenamente gratificante. El portal de la Cunarda no es excepción, poco a poco se van dejando atrás los espacios humanizados para internarse en un terreno salvaje que culmina en el fantástico arco geológico que domina el barranco de Fornocal.

Las verticales paredes del barranco de Fornocal rompen el redondeado paisaje, el camino va ganando altura suavemente para evitar los barrancos laterales.


























Al norte, se aprecia la entrada de un nuevo frente frío que comienza a cubrir el Pirineo. Tan apenas se aprecian las Tres Sorores.






















Tras rodear el barranco Baricolla, en un giro del camino surge el Portal de la Cunarda. Ventanal abierto por la erosión diferencial, testigo de primitivos lechos fluviales erosionados en las calizas de Guara.
El camino transcurre por un denso bosquete de carrascas, coscojas y sabinas negrales, de vez en cuando aparece alguna alborzera mostrando las flores.

El camino está bien marcado y no cuesta llegar hasta el mismo portal. Visto de cerca se aprecia cómo se han formado capas de caliza disuelta que revocan la estructura del arco.
Un pequeño helecho, Asplenium ruta-muraria, muestra el envés de los frondes cubiertos por los soros que ya han debido expulsar las esporas.

La endémica Petrocoptis guarensis se agarra a las paredes del arco. Hay un buen número de ellas en los extraplomos superiores del arco.

Otra rupícola, valeriana longiflora se agrupa formando un denso cojinete.A su alrededor se aprecia la costra de cal  disuelta y precipitada.

El conjunto de plantas adaptadas a la roca caliza lo completan las tres especies siguientes, todas ellas bajo el portal de la Cunarda.
La primera esta pequeña Papaverácea, Sarcocapnos enneaphylla

Potentilla caulescens, rosácea especializada en terrenos básicos, aquí bien situada en un pequeño rezumadero  de la propia pared, que el deshielo matinal se encarga de mantener húmedo.

El ombligo de Venus, Umbilicus rupestris, en zona resguardada y no expuesta al sol. Muestra, ya secos, los tallos de las inflorescencias.

Una sensación especial se siente al ponerse al abrigo del Portal. 























La vuelta la realizamos siguiendo el trazado de la pista de Suelves. Esto nos permite contemplar, con las últimas luces de la tarde, parte del Somontano, y la silueta  de El Pueyo.

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