Pico Borón (intento fallido)

Hay un hormigueo que corre por el cuerpo cuando ya se llevan varios días sin salir al monte. Es una especie de inquietud que provoca la sensación de estar mucho tiempo enclaustrado. Así estábamos en casa  y, esperando una ventana en el cielo nuboso ,nos acercamos a Vadiello con intención de subir al pico Borón (1.326mts.).  El tiempo no fue generoso y nuevos grupos de nubes y alguna gota que cae nos hace pensar que la bajada por el barranco con el agua cayendo puede ser una experiencia peor que desagradable. No nos fiamos y dejamos el Borón para otro día. No obstante lo visto hasta ese momento vale la pena ser recordado. Un paseo por el dominio de los conglomerados de la sierra de Guara.

Con decisión sube la senda que nos lleva en poco tiempo a los pies del Puro de Ligüerri. Oteamos la casi totalidad del embalse de Vadiello. Recordamos aquellos años en los que podíamos remar con la piragua por este magnífico paraje, uno de los paseos acuáticos más espectaculares de la provincia. Ojala se vuelva a abrir nuevamente al tráfico de remo.
Al fondo se ven, de izquierda a derecha, los picos Fragineto y Mondinero



























La senda queda escondida entre la maleza que cubre la canal por la que subiremos utilizando las manos en algún tramo. 
Los conglomerados presentan sus dos colores característicos grises y anaranjados. Estos últimos por el predominio de lutitas. Todo el conjunto de conglomerados de Vadiello forma parte de la segunda hornada de conglomerados del Pirineo. Estos, los más alejados del eje pirenaico, serían creados por la acumulación de depósitos continentales en los márgenes del lago salino  interior que ocupaba la cuenca del Ebro.La erosión es muy intensa a medida que el Pirineo se levanta, y la cuenca del Ebro se hunde y recibe los sedimentos de la nueva cordillera. La época de acumulación de estos depósitos fluviales, el mioceno (h.25 millones).
Una fractura recorre verticalmente el flanco sur del mallo de San Jorge, cerca de la canal. Además de fracturado hay un deslizamiento de alrededor de medio metro. Estas fracturas, quizá consecuencia del empuje de las calizas, más al norte, han propiciado este paisaje de lineas verticales y singularidades aisladas.


Superada la canal tenemos a los pies los mallos de Ligüerri formando un complejo sistema de cúpulas y barrancos. El Borón, a la izquierda, muestra su aspecto de anticlinal calizo, pasado el corte que realiza el Guatizalema se aprecia el pliegue del Pico Mondinero que se precipita sobre los conglomerados de la Peña de San Cosme, retratando así un proceso que se produjo al final del nacimiento de los Pirineos.


Los mojones indican un sendero que transita por un paisaje inusual. Los mallos de Lazas,a primera vista parecen un espacio arenoso, surcado por inestables barranqueras. Pero nuestras botas no  dejan siquiera huella porque es una dura roca que tan apenas deja lugar a la vegetación. Arena de grano grueso cementada  nos habla de los depósitos aquí acumulados hace millones de años y levemente levantados en plano inclinado por empuje de las calizas que contactan más al norte. Al fondo, la sierra Gabardiella.


Ya sólo quedaría bajar al cuello de Ligüerre y afrontar la última subida al Borón. Pero el tiempo no inspira confianza. Decidimos dar la vuelta y bajar la canal en seco. Antes contemplamos el entorno de Vadiello y la inmensa llanura que se extiende tras él. A vista de pájaro podemos observar las agujas de Ligüerri

Algunas plantas que hemos visto por el camino son las siguientes:
Cistus albidus, jara termófila habitual en Guara que forma vistosos arbustos nada más comenzar el camino.
Encontramos en la zona superior, pedregosa, ante de llegar al cuello de Ligüerre, junto a erizones, unas jarillas, la primera Helianthemum oelandicum ; el pequeño narciso , Narcisus assoanus y otra jarilla de flor blanquecina Helianthemum apenninum, de hojas alargadas con margen revoluto.


























camino de El Pueyo:Iris lutescens e Iris germánica. "Lirios, matapollos"

Iris germanica
Ya comienzan a proliferar las flores del lirio. Son especialmente llamativas cuando se han encaramado a un pequeño cerro y sus vivos colores contrastan con el intenso verde de los cereales de fondo, o tras él se perfila la silueta de Cotiella nevada. Este lirio de porte generoso, de largas hojas erectas y afiladas, está tan arraigado en nuestros campos como en nuestro imaginario colectivo. Su origen parece situarse en el Mediterráneo oriental de donde fue importado para su cultivo.Quizá sea la planta que más significados ha acumulado a lo largo de la Historia. Desde el  antiguo Egipto hasta la actualidad, las filosofías esotéricas, geómetras , la hermandades y dinastías nobiliarias medievales, la iglesia, organizaciones masónicas,   movimientos juveniles  y un largo etcétera la han utilizado como emblema dotándola de múltiples significaciones. Iris germanica es el nombre científico de esta singular especie que los franceses denominaron flor de lis, estilizando sus formas hasta conseguir uno de los iconos más famosos de la historia. 
Aunque naturalizada, fue tan manipulada  su estirpe  generando tantos híbridos ,que  difícilmente podremos observar los frutos de este lirio, reproduciéndose por segmentación de los rizomas o por extensión de acodos subterráneos.
Iris lutescens subbiflora
 Bien distinto es el carácter de Iris lutescens. Es autóctona, endemismo ibérico, y crece en las laderas pedregosas de la zona superior de Valcheladas, casi como una excepción que comparte con algunos lugares de la Litera, al ser planta sólo habitual en el suroeste peninsular. Valdrá la pena estirar un poco el paseo que hagamos al Pueyo, subir por la vertiente Este, siguiendo un camino amojonado que rodeando las abandonadas canteras vuelve nuevamente a bajar a la pista que conduce al Pueyo. Veremos Iris lutescens en el pedregoso suelo  calizo acompañada de abozos. Su población es reducida, y este año parece que los fríos tardanos le han dañado los jóvenes brotes florales. El atlas de la Flora del Pirineo la cataloga como subespecie subbiflora. En el herbario digital de Jaca se advierte de lo reducido de su presencia  en la provincia, y por ello se insta a catalogarla en la lista de especies  amenazadas de Aragón.

Ophrys sphegodes y Ophrys fusca "abejetas"



De todos es sabido que la relación entre plantas e insectos es muy estrecha. También es frecuente observar que el balance de beneficios está equilibrado para ambos. La planta aporta nutrientes a cambio del intercambio de polen que el insecto realiza. Hay ocasiones en los que la planta sale perdiendo, como es el caso de aquellas que son nutricias para las larvas de mariposas, coleópteros, etc. En otras ocasiones son los insectos los que acaban digeridos por los jugos corrosivos de la planta, como sucede con Pinguículas o Droseras. Cuando se trata de la familia de las Orquídeas, y en concreto con el género Ophrys, la relación debe de calificarse de pérfido engaño.
Ophrys fusca

Ophrys sphegodes




































Un abejorro macho vuela a principio de la primavera, las hembras tardarán algo más en salir. Además de las apreturas del hambre, debe de sentir alguna inquietud por perpetuar la especie. Al girar el vuelo en torno a una encina sus receptores olfativos distinguen un aroma que estimula todavía más sus instintos reproductivos. Una hembra debe estar cerca. Allí a ras del suelo un lomo marrón, velludo está posado sobre una flor. La maniobra es fácil, el aterrizaje es perfecto. Seguido al traveseo viene la sorpresa y después el desengaño. Aquello no era una hembra. La  inmóvil flor  ha dejado pegadas sobre la testuz del abejorro unas estructuras, los polinios, cargados de miles de granos de polen. El abejorro se aleja, pero no puede resistir los atractivos olfativos y visuales de otra orquídea próxima. Cae de nuevo en la trampa. Algo del polen se desprenderá sobre el estigma. La fecundación cruzada se ha conseguido y de todo este enredo seguirán miles de semillas.
Ophrys lupercalis
































En las proximidades de El Pueyo , Ophrys lupercalis y Ophrys sphegodes son las primeras en orquestar este falso ritual de apareamiento. Ambas viven en lugares archillosos, a menudo algo pedregosos; lugares bien caldeados en la orla de la carrasca o del quejigo. Por su pequeño tamaño y sus colores discretos pasan desapercibidas a excepción de sus rosetas de hojas basales, anchas, lustrosas de un verde tierno. Distinguirá el caminante una de otra por la mácula que adorna el labio inferior. En O. sphegodes es brillante, encarnada, componiendo un dibujo que varía entre la X y la I I . En O. lupercalis es una mácula de forma menos definida, en muchas ocasiones con forma de W. La primera tiene el lóbulo basal con forma más globosa, mucho más incurvado que en O. lupercalis, cuyo labio es más alargado y más profundamente lobulado. Ambas presentan gran variabilidad en los diseños del labio inferior, lo cual ha motivado que se describan no pocas subespecies. No son las únicas orquídeas que podremos disfrutar por El Pueyo, pero para ver las demás tendremos que esperar todavía uno o dos meses.