Este blanco azafrán, inicia la floración cuando el campo está todavía desnudo, apenas algunas anuales comienzan a nacer, y tanto los hielos como la nieve dejan paso a un suelo saturado de humedad. Ha pasado la mayor parte del año aguardando este momento, aprovecha la energía acumulada en el sólido bulbo profundamente enterrado para hacer nacer a un tiempo hojas y flor.
La semana pasada llovió para la Candelera (Si la Candelera plora el invierno está fora, y si no plora ni dentro ni fora). Ahora que veo estos azafranes puntear de blanco vaguadas y laderas en los cerros de yeso del sur de Barbastro me convenzo de que el invierno ya está ganado. Al fotografiar los dispersos ejemplares que encuentro paseando por las proximidades de Fuente Amarga recuerdo la primera vez que vi esta planta. Era en el pico Oturia, a casi 1.900. Era tierra de Sabiñánigo, después de ver las ermitas de Santa Orosia, ya entrado el mes de mayo. Allí se acababa de retirar la nieve y el pasto también tenía el color pardo del reciente frío. Tierras altas y llano guardan semejanzas que ésta pequeña planta conoce. Aquí crece a apenas 400m. allá al norte a casi 2000, pero clima y suelo son comunes en diferentes meses del año. Crocus nevadensis es un endemismo ibero-magrebí que sabe buscar suelos relativamente profundos aunque alrededor afloren yesos o pedregales.Soporta estos leves sedimentos compactados por la pezuña del ganado, pastos ahora húmedos que luego sufrirán los rigores del sol. Se apresura en estos primeros días de sol , porque necesita espacio abierto antes de que toda la vegetación se despierte. Son tan leves las hojas del azafrán que no puede permitirse ninguna sombra que obstaculice el acopio de energía.
Como Crocus nevadensis es de tierras de montaña y tierras de llano, espacios ricos de diversidad botánica, dedico esta flor a Pedro Montserrat Recorder,(1918-2017) uno de nuestros más elevados botánicos que falleció el pasado 4 de febrero. Botánico y ecólogo, que caminó por aquí y por allá y nos dejó escrito en sus obras el tesoro de su conocimiento. Él conoció nuestros yesos tanto como los prados de montaña de los que era un especialista. No sólo naturalista, estuvo también comprometido con la gente y la cultura, baste citar una de sus numerosas obras "La cultura que hace el paisaje". Lección que nos enseña que gran parte del paisaje es obra del hombre, y que si éste obra con inteligencia el territorio es rico y sostenible. Somos responsables del paisaje que tenemos. Él nos impulsa a defender nuestro entorno, a conocer y difundir el valor de nuestros cerros y yesos, riberas y terrazas, llanos y vaguadas. Pedro Montserrat todavía nos está diciendo que no basta con conocer las plantas por sus nombres, además nos abre el camino para comprenderlas, para aprehender el paisaje.
Bella e interesante especie, muy adecuada para la dedicatoria a Pedro Montserrat. Gracias por difundir ambas cosas.
ResponderEliminarAlbert
Esos Crocus, que me fascinaban desde pequeño al brotar la flor directamente del suelo mientras guiaba ovejas por las sardas entre carrascas.
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