Camino de El Pueyo. Diplotaxis erucoides.

A falta de nieve en las cumbres, aquí en el Somontano algunos campos se tiñen del blanco de la helada, y también por los pálidos pétalos de esta pequeña planta. En ocasiones vemos algunos trechos del camino bien nutridos por esta flor  que forma colonias extensas.
Es una especie  ruderal, arvense, y que en ocasiones cubre allí donde hay cultivo de almendreras y viñedos. También las vemos orlando el camino. Y no es de extrañar verlas ahora en invierno, con este intenso frío. Es planta muy resistente, como queda acreditado en estos fríos días de enero.


Alguna lección de clasificación botánica recordará el caminante  si observa las flores con cuatro pétalos formando una cruz: rasgo distintivo de la familia de las Crucíferas ( =hacedoras de cruces). Este esquema se repite también en la disposición de las flores, en ángulos de 90º con respecto al tallo, y dispuestas de manera que vistas desde arriba también forman cruz.

Los frutos forman largas vainas, en donde las semillas se distribuyen en dos largas filas ( de donde proviene el genérico diplotaxis = ordenado en dos). Las hojas con el limbo más dividido en la base que en las hojas superiores.


El nombre común "rabaniza" se le aplica en algunos lugares, y así queda recogido en alguna bibliografía. Desconozco si éste apelativo u otro  se da también por nuestras tierras. Por otra parte es planta humilde, de esas que "no sirven para nada" y por ello se les engloba en el terrible calificativo de malas hierbas. De nada le sirve a Diplotaxis erucoides ser perteneciente a una familia que tanto ha dado por la supervivencia del ser humano.  Coles, coliflores, berzas y rábanos pertenecen a esta familia ( en algunas taxonomías Brassicaceas), y en Barbastro nos preciamos de tener una verdura exclusiva, el bróquil, delicia del invierno. Extraordinariamente ricas en minerales y vitaminas , las crucíferas fueron eje alimenticio de buena parte de los europeos  antes de la generalización de los productos americanos. Antropocentrismos a parte, es una planta que ocupa su espacio biológico y ,afrontando el frío como puede,  medra en una época en la que nos parece que todo está aletargado. 


Feliz Año 2012

Ya termina este año 2.011, que vio nacer este blog. Os deseo que paséis buenas Navidades y que el próximo año sea memorable por ser mejor que éste.
Peña Telera, desde Tramacastilla.

Camino de El Pueyo. Quercus faginea, "cachigo, quejigo".

Joaquín Costa calificaba a los árboles como "obreros incansables y gratuitos". Además de los valores económicos que de ellos derivan, no obviaba razonar que además "hacen tierra vegetal, hacen manantiales, hacen oxígeno, hacen salud, hacen pájaros y flores, hacen poesía, hacen hogar, hacen sombra, hacen país..."
Es decir, trasciende la visión meramente económica de los productos naturales y ya por aquel incipiente siglo XX indicaba lo que son los ejes de una actitud global con respecto a la relación del ser humano con la naturaleza, y viceversa.
Quercus faginea (hojas amarillas) junto a Quercus Ilex subs. ballota
En el camino que nos lleva a El Pueyo, amarilleando sus hojas a medida que se acerca el invierno, comienzan a crear poesía pequeños grupos de estos quejigos de la tierra baja. Quercus faginea es un árbol de este complicado género, que hibrida especies entre sí formando una gran variabilidad en hojas y otras características secundarias. Lo vemos ocupando precisamente los lugares más frescos , más húmedos. Apretados junto a taludes que marcando el norte les aportan esas características microclimáticas que necesitan y que les diferencian de su pariente la carrasca. De ésta la diferenciamos fácilmente por las hojas, menos lobuladas,más coriáceas, y sobre todo persistentes. El quejigo, en cambio tiene las hojas marcescentes, es decir de hoja caduca que se  mantendrán en el árbol hasta que broten las nuevas, en primavera.  Es ahora cuando vemos el cambio de color de las hojas y se delata su presencia en nuestros montes. No abundan, como tampoco abundan las carrascas ante la presión humana. Formando islas boscosas o caminos vegetales, permiten la supervivencia de especies animales y vegetales que ayudan a sostener el territorio.
Agalla en Quercus faginea
El caminante podrá buscar entre sus hojas unas formaciones globosas, como canicas. Como en tantas otras especies vegetales, los insectos crean estas protuberancias para alojar la puesta de sus huevos.Son las agallas del quejigo. Si nos agachamos , y cogemos el mantillo que forma el suelo, además del característico aroma de la fermentación, testigo de la proliferación de hongos y bacterias, observaremos un sinnúmero de fragmentos que delatan el paso de insectos, aves y mamíferos. Una pequeña lupa nos hará descubrir mil detalles nunca imaginados.

Frente a los fracasos de las grandes cumbres y las macro organizaciones, sólo nos queda el recurso de la acción sencilla e individual. Entre estas acciones, fundamental es cuidar los árboles.