Camino de El Pueyo. Quercus faginea, "cachigo, quejigo".

Joaquín Costa calificaba a los árboles como "obreros incansables y gratuitos". Además de los valores económicos que de ellos derivan, no obviaba razonar que además "hacen tierra vegetal, hacen manantiales, hacen oxígeno, hacen salud, hacen pájaros y flores, hacen poesía, hacen hogar, hacen sombra, hacen país..."
Es decir, trasciende la visión meramente económica de los productos naturales y ya por aquel incipiente siglo XX indicaba lo que son los ejes de una actitud global con respecto a la relación del ser humano con la naturaleza, y viceversa.
Quercus faginea (hojas amarillas) junto a Quercus Ilex subs. ballota
En el camino que nos lleva a El Pueyo, amarilleando sus hojas a medida que se acerca el invierno, comienzan a crear poesía pequeños grupos de estos quejigos de la tierra baja. Quercus faginea es un árbol de este complicado género, que hibrida especies entre sí formando una gran variabilidad en hojas y otras características secundarias. Lo vemos ocupando precisamente los lugares más frescos , más húmedos. Apretados junto a taludes que marcando el norte les aportan esas características microclimáticas que necesitan y que les diferencian de su pariente la carrasca. De ésta la diferenciamos fácilmente por las hojas, menos lobuladas,más coriáceas, y sobre todo persistentes. El quejigo, en cambio tiene las hojas marcescentes, es decir de hoja caduca que se  mantendrán en el árbol hasta que broten las nuevas, en primavera.  Es ahora cuando vemos el cambio de color de las hojas y se delata su presencia en nuestros montes. No abundan, como tampoco abundan las carrascas ante la presión humana. Formando islas boscosas o caminos vegetales, permiten la supervivencia de especies animales y vegetales que ayudan a sostener el territorio.
Agalla en Quercus faginea
El caminante podrá buscar entre sus hojas unas formaciones globosas, como canicas. Como en tantas otras especies vegetales, los insectos crean estas protuberancias para alojar la puesta de sus huevos.Son las agallas del quejigo. Si nos agachamos , y cogemos el mantillo que forma el suelo, además del característico aroma de la fermentación, testigo de la proliferación de hongos y bacterias, observaremos un sinnúmero de fragmentos que delatan el paso de insectos, aves y mamíferos. Una pequeña lupa nos hará descubrir mil detalles nunca imaginados.

Frente a los fracasos de las grandes cumbres y las macro organizaciones, sólo nos queda el recurso de la acción sencilla e individual. Entre estas acciones, fundamental es cuidar los árboles.

1 comentario:

  1. Junto a su prima la Carrasca, éste árbol transmite fuerza, altivez y un oasis de frescura.
    Recuerdo un ejemplar singular en un campo de futbol antiguo debajo de Hoz de Barbastro.

    patxi

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