Ibón de Bucuesa, desde Acumuer

El ibón de Bucuesa está siempre apartado, vengas de donde vengas. Visitarlo por la ruta sur, que procede de Acumuer significa recorrer una larga pista, que sin embargo nos ofrece la posibilidad de reencontrarnos con espacios que conservan las marcas del pastoreo tradicional, sin alteraciones. Sucesivas parideras jalonan los pastos hurtados al bosque. Tras la suavidad de los prados se impone la aspereza de la roca llevada al máximo en los cortados de Semola Alta , los Neveros o Cuchillares. A esta aspereza le acompañó un día frío, ventoso y nublado que nos recuerda que la montaña otorga el permiso de la jornada apacible cuando ella lo cree conveniente.


El valle de Acumuer tiene un trazado rectilíneo norte sur. Va a estrellarse de bruces contra las paredes de la Partacua en su cara meridional. Al comienzo de la pista se pueden contemplar la cima piramidal de Collarada a la izquierda , seguida del Collaradeta y  Somola bajo en primer término con Somola alto detrás. El flanco oriental de estos último es por donde transcurrirá nuestra excursión.
La pista transcurre por zona de flysch. Esta roca sedimentaria, recurso natural para la construcción de casas y tapiales, aparece en algunos puntos fuertemente comprimida, produciendo pliegues inverosímiles.


Es un terreno donde se aprecian huellas de seres vivos primitivos. Testigos de una vida marina que poblaba los fondos oceánicos donde se acumularon los sedimentos que ahora aparecen exhumados.



Una forma serpenteante nos llama la atención por estar flanqueada por unas leves trazas que no sabemos si atribuir a las huellas depositadas en el limo, o al molde de sus miembros propulsores.


La pista termina por confundirse con el prado, estamos en el entorno del Portillo. La barrera de la Partacua se visualiza aquí con toda su fuerza. Hay una similitud en la forma y la estructura con la puerta que , desde Biescas se abre hacia Tena en el congosto de Santa Elena. En efecto, estamos en la misma línea de montaña. Perfiles glaciares parten el frente rocoso de la Partacua y se internan en las amables líneas del Sobrepuerto.  El anticlinal de Somola Bajo aparece abierto y desventrado, sus líneas de construcción se continúan saltando el vacío abierto por el glaciar hasta unirse en el otro lado del valle con la Peña del Rincón.

La barrera montañosa que forma la falda de Semola baja llega al fondo del valle mostrando la disyunción de sus estratos. El riachuelo al escavar estos estratos actúa formando escalones. Si en otros parajes del Pirineo estas gradas tendrían orígenes en fallas, en este caso su formación se debe a la perpendicularidad de los estratos respecto a la línea de erosión.

Sucede que cuando se camina por primera vez por un paraje, aunque se haya recorrido anteriormente en los mapas, se produce en nuestra mente una transformación. Es como si se iluminara un nuevo espacio en nuestro mapa mental, como si los lugares ya conocidos se conectaran con los que se acaban de descubrir, rellenando los huecos y completando la visión que se tiene del conjunto. Es lo que nos sucede con este valle, tan cercano a los parajes de la Partacua que tanto hemos  recorrido  por la vertiente de Tena.



Poco a poco se va haciendo más patente el fin del valle. Entramos en un circo agreste, donde una cinta de roca cierra el paso y uno se siente pequeño ante las colosales  paredes. A la izquierda un pináculo de blanca caliza nos señala el Somola Alto. A la derecha un castillete rocoso de las Peñas del Rincón.

 Una brecha en la vertiente occidental del comienzo del circo ha formado una pedrera que marca la línea de ascenso utilizada por los pastores para subir las ovejas hasta los prados de Bucuesa. Tras superarlo, una estrecha faja recorre la pared horizontalmente, las ovejas en estricta fila de a uno, para llegar al collado que se abre a los pastos superiores ( en la foto en el lado derecho). Nosotros tomaremos otra vía, ésta en el fondo del valle, al pie del collado, subiendo por una evidente y vertical canal.

























Al quedar el fondo del valle encerrado entre las paredes de Somola Alta y Peña del Rincón, se produce un efecto de simetría vertical entre ambos lados del circo.































La canal se estrecha y queda custodiada por un inmenso gendarme.Tan apenas se ve a Marisol junto a este centinela cuando pasa por su lado.





























Tras pasar una pequeña repisa de frescos pastos, donde un refugio humaniza el paisaje, y apenas vislumbrada una balsa que se esconde entre las ondulaciones del terreno, hemos llegado al ibón de Bucuesa. El tiempo está empeorando y sopla un fuerte viento helado. Echamos de menos guantes, y suerte que llevamos provisión de abrigo. Alguna gota comienza a caer y el cielo no augura nada bueno. Con todo, disfrutamos  del paraje, la sobriedad de sus rocas. Desechamos la posibilidad de alargar más el camino y asomarnos al valle de Lena, que más allá se encuentra. Quizá en otra ocasión, podría ser pasando la noche por estas soledades. Todo se verá. Ahora toca respirar hondo, grabar en la mente este rincón. Saborearlo.
La vertiente occidental del Ibón de Bucuesa está flanqueada por Somola Alto, un pequeño circo donde asoman las aristas de Los Cuchillares, y la mole redondeada de Peña Bucuesa.

























Verticales los estratos de Los Cuchillares, a la izquierda Peña Nevera.


























Algunas plantas que hemos encontrado por el camino:

Linum campanulatum, en las proximidades de Acumuer, y por ello en la parte más cálida del valle.
Próximo a él el siguiente lino, que no llega a formar macizos globosos como este hermoso lino amarillo.









Linum viscosum.











La coronilla de porte arbustivo, Coronilla emerus, ocupando zonas más frescas, junto a los avellanos.











También arbustiva, pero más modesta, aunque muy enmarañada, ocupando taludes junto a la pista, Cytisophyllum sessilifolium.










A medida que vamos internándonos más en el valle, la vegetación cambia por la altura y sobre todo por la diferencia de humedad.  Aparece entre coníferas algún acebo (Ilex aquifolium) ahora están en flor.











Estas "acoletas", Silene latifolia,  al ser dioicas presentan pies femeninos, como es en este caso y pies masculinos como se ven en la fotografía siguiente.


Silene latifolia, pie macho.













Silene dioica, con todo el esplendor de sus colores.











Llegados a las zonas de pastos, la presencia de las orquídeas es patente, además de dactylorhizas , aparecen las cimas cilíndricas de esta orquidea, Gymnadenia conopsea.









Ya hemos dejado atrás la servidumbre de la pista, y caminamos ahora por leve trocha, junto a  Valeriana montana.










Aunque no nos podemos deleitar con el amarillo de las flores de Lilium pyrenaicum, al menos podemos acariciar las estrechas hojas y observar la curiosa disposición en espiral alrededor del tallo.









Polygonatum odoratum, muestra las largas y colgantes flores .












Ya que está el día gris, y el sol no deslumbra, me permite captar mejor los delicados tonos azulados y rosáceos de Lactuca perennis
Linaria supina, quizá subespecie pyrenaica.












El singular amarillo de Erysimum ruscinonense, crucífera que coloniza suelos pedregosos y de gravas.










Algunos datos de la ruta:
Fecha 10 de Junio de 2.012
Punto de partida, Pista Valle de Acumuer, en curva antes de entrar en Acumuer.
Altura mínima  1.060 mts.
Altura máxima. 2.131 mts
Ascensión acumulada. 1.086 mts
Distancia recorrida. 22,5 Kms.

Track de la ruta:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8232702

Camino de El Pueyo. Iris foetidissima. "lirio hediondo"

Frutos y semillas de Iris foetidissima
Un par de meses atrás, mirando las plantas que hay en el entorno de Granja Aventura ( donde quieren hacer un pequeño  itinerario botánico de especies autóctonas) me encontré unas hojas de lirio. Había muchas bajo la sombra de unas carrascas. Las hojas eran más finas y endebles que las de los lirios habituales, pero lo que me llamó la atención  fueron las vainas con las semillas todavía en su interior, eran los frutos de la temporada pasada. 
La memoria debe albergar pliegues recónditos, donde quedan agazapados recuerdos a la espera de ser activados, porque inmediatamente recordé que había visto esas vainas hace muchos años. 
Iris foetidissima
Cuando yo tenía unos 17 o 18 años, Marisol, que ahora es mi esposa, recolectaba  plantas para hacer algún trabajo de biología. Ella es la responsable de mi afición a la botánica, y con ella comenzamos a identificar lo que podíamos. En alguno de los botánicos paseos dominicales exploramos el barranco que precede a la ermita de la Virgen del Plano, junto a la pista de acceso. Allí había unas vainas onduladas, que albergaban semillas esféricas de intenso color coral. Por algún motivo eso quedó olvidado, pues no recuerdo haber vuelto por allí los años posteriores, y en los pliegos de herbario que todavía conservo no hay referencias de este lirio. Tenían que ser las mismas plantas que ahora veía en Granja Aventura. He vuelto al barranco de la Virgen del Plano, y allí estaban estos lirios, esta vez en flor.
Iris foetidissima es menos llamativa que el resto de sus congéneres. De flores estrechas, las piezas inferiores son  azul pálido, y las   superiores  son parduscas. Carece de barbas en la garganta de la corola. También se distancia de los otros lirios azules de nuestra zona cuando busca lugares más frescos y húmedos. Es seguro que además de los dos lugares señalados ocupe algunos otros lugares frescos de nuestra zona.
Debe haber desarrollado un mecanismo químico de defensa contra los herbívoros, por lo que al ser frotadas las hojas, éstas huelen de forma apestosa, peculiaridad que sirvió para dedicarle el específico de su nombre.
Iris foetidissima
A pesar de esta desagradable propiedad, no es planta que haya carecido de uso. Pio Font Quer recoge su utilización como purgante y diurética, utilizando el zumo del rizoma o bien su cocimiento. Por lo gracioso y sustancioso me permito repetir aquí una cita sobre este lirio que el mismo autor  transcribe del famoso Laguna: "Por la xíride no puedo entender otra cosa sino aquella planta vulgar que se llama comunmente espátula fétida (...)Cuanto a lo que dice Leonardo Fuchsio, que la espátula fétida tiene la raíz blanca, gruesa, cabelluda y redonda, y que por este aspecto no puede ser la Xíride, cuyas raíces son luengas y rojas, no tengo que responder otra cosa sino que ansí como los hombres, en España y en Italia y en otras muchas partes del mundo son enjutos y delicados, y en su Alemania gordos, redondos, gruesos y cebolludos, aunque los unos y los otros se llaman hombres, de la mesma suerte no se debe maravillar si la espátula fétida, la cual es la legítima xiride, en Alemania produce sus raíces gruesas y muy redondas" ...y esto era allá por el siglo XVI.
Yo ahora espero que este lirio madure, vuelva a producir sus frutos escarlata, y entonces iré allí donde crece y la visitaré por ver si surge algún otro recuerdo de los pliegues de mi memoria.

Pedruel -Tozal de Cubilás - Cabezo de Guara

Exigente recorrido en el que nos embarcamos mi hijo Diego y yo. No hay más dificultad que la extrema aridez de la ruta, el fuerte desnivel acumulado y el calor que ya se ha apoderado de la sierra de Guara. Suficiente para volver muy cansados, pero satisfechos. La ruta que hicimos se sale en ocasiones de los caminos trazados para poder contemplar algunos rincones salvajes del Alcanadre, esto a costa de caminar sobre erizones y gleras desoladas. De Guara ya se sabe, pantalón largo y mucha agua en la espalda.

Hemos avanzado rápido hasta cuello Reguero. En lugar de dirigirnos hacia Cuna Alta, hemos recorrido el fresco vallecillo que forma la mallata Reguero, el objetivo acercarnos a Peña Castillazuala.  Tras un breve tramo por erizones encontramos una maltrecha senda que nos sitúa en la siguiente panorámica: El tozal de la Cabeza de Guara aparece a la izquierda, enfrente la sierra de Lupera, con Peña Ruaba como cota máxima. A nuestra derecha , ya modesta, Peña Castillazuala.




















Vamos en busca del camino que viene de la Cuna Alta. Aunque es temprano el sol comienza a hacerse valer. Abajo queda ese remanso de frescor que es la mallata Reguero, leve declive longitudinal paralelo a la sierra de Arangol donde el praderío aparece constreñido por quejigos  y bojes. La peña Castillazuala presenta su vertiginoso flanco norte. Al fondo la sierra de Balcés. La canícula, que ya comienza a hacerse presente, desdibuja las formas cúbicas de Rodellar.






















Ya tomado el sendero que viene de Cuna Alta, resulta más cómodo caminar. A la izquierda, más lejano, está el que será nuestro primer objetivo, el tozal de Cubilás. Más próximo en el centro, el cabezo de Guara.  Aparecen algunas zonas de pasto. En el centro, cerca de las verticales paredes que  terminan en Gorgas Negras está la mallata Cambol.  El señor Paulino, último residente de Pedruel, nos ha contado hace escasamente un par de horas, antes de salir, que desde Rodellar subían hasta allí con las mulas y en ese recóndito lugar cultivaban el trigo. Ahí es nada.




















Si el relieve de la sierra es en ocasiones extremadamente abrupto, sorprende la suavidad de las líneas que encontramos en sus cimas. Desde el tozal de Cubilás las formas del cabezo de Guara son suaves. Su configuración caliza produce estos relieves de dulces hondonadas, como es el caso de este valle kárstico que separa un tozal de otro. Las Gralleras  es el topónico del lugar, aludiendo a las simas que horadan el fondo del valle



















En contraste, la cara sur del tozal de Cubilás, está surcada por innumerables barrancos. La atmósfera está cargada y no se aprecia en toda su magnitud la extensión de la hoya. Entre la calima parece un océano terroso. Al pie de la sierra, la localidad de Santa Cecilia, de donde sale una marcada y más cómoda  senda  para subir a este mismo lugar.























La continuidad de la sierra  se extiende hasta el Tozal de Guara, extremo occidental y máxima altura de la sierra.


















La compleja orografía de la Sierra  de Guara queda patente en la red de barrancos que la surcan. Pliegues descarnados, profundas foces. Recónditos  pueblos, ermitas, pastos para el  sufrido ganado. El embalse de Vadiello tan apenas asoma a los pies de los mallos de Ligüerri.


En el camino de vuelta , el objetivo siguiente es el tozal del Cabezo de Guara. Trazamos una ruta que nos aleja de los erizones, aprovechando antiguos caminos de pastoreo que, atravesando las Gralleras, nos permite acometer cómodamente la subida al Cabezo.
No se ve con claridad el Pirineo axial, pero a cambio se ha creado una sugerente sucesión de siluetas horizontales. Olas de montañas que van creciendo en altura a medida que se las divisa más lejanas.  Es una visión del pasado. Extensos mantos rocosos de corrimiento se deslizan de norte a sur, plegándose a medida que opone resistencia la placa tectónica africana. De esta confrontación de fuerzas telúricas surgen las olas pétreas, las sierras que paralelas entre sí se extienden hasta la gran ola, aquella que dibujan los Pirineos que coronan los tres mil metros.





















Ya en el Cabezo de Guara, es preciso alejarse del vértice geodésico para poder apreciar el atractivo de este punto: la visión de la garganta de Gorgas Negras. No hay fotografía que pueda hacer justicia a semejante paraje. El río Alcanadre aparece frente a nosotros, en un corte rectilíneo, tan apenas imperceptible, debido a su profundidad del tajo que provoca. Luego gira bruscamente para pasar paralelo a nosotros.  Un pliegue tumbado muestra su corazón , con aguda uve tendida hacia occidente, como una flecha. Bajo nuestros pies nos imaginamos que sólo hay aire, y rocas.



















Me llena de  gran satisfacción  que esté Diego aquí.























Algunas de las plantas que hemos visto durante el recorrido:

Androsace vitaliana es una pequeña primulácea que encontramos formando cojinetes en los suelos rocosos de ambos tozales.

Otra colonizadora de suelos áridos y rocosos, también formando redondos cojines, esta vez de vistosas flores blancas. Arenaria tetraqueta, subs. tetraqueta es habitual una vez se ha superado la mallata de las Cabras.

Con las mismas estrategias de supervivencia en un ambiente duro, en el que se alternan con brusquedad los fríos inviernos , los veranos tórridos, y la primavera es cortísima, Globularia repens ocupa similares nichos ecológicos que las anteriores.


Viviendo a contrareloj, esta pequeña crucífera, Aethionema marginatum ya ha desarrollado numerosos pisos de frutos. Debajo unas redonditas hojas elaboran el sustento de tan atrevida labor reproductiva. Vive, al igual que las anteriores en los rellanos superiores de la sierra.


Asomándose a los cantiles que bordean la mallata de las Cabras, Saxifraga fragilis aporta una nota delicada entre tanta rudeza.

Brimeura amethystina alegra los prados en las mallatas.


La mallata Reguero es la excepción fresca y húmeda de esta parte de la sierra. Aquí crece la orquídea Platanthera chlorantha



Algunos datos de la ruta:
3 de junio 2012
Pedruel  682 mts.
Tozal Cubilás 1.942 mts.
Cabezo de Guara 1.870 mts
Desnivel máximo desde Pedruel 1.240 metros
Ascensión acumulada  1.764 mts
Longitud del trayecto. 22,5 Kms.
Llevábamos 5 litros de agua entre los dos, pero si hubiéramos llevado 2 ó 3  más no habría estado estado de más.


Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8239398

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