Camino de El Pueyo. Carex halleriana

En la familia de las Cyperáceas son frecuentes los individuos que habitan lugares húmedos, incluso permanentemente encharcados. De todo el mundo son conocidos los juncos.
El género Carex contiene un gran número de especies (89 especies y 10 subespecies en la Península Ibérica y Baleares) , indicando de esta manera el fuerte dinamismo de este género en la adaptabilidad y evolución natural. En esta plasticidad adaptativa algunos individuos ocupan nichos ecológicos más secos. Es el caso de Carex halleriana que encontramos ocupando lugares soleados tanto de pastos de montaña como en las sardas de la tierra baja. No soporta bien la sombra, y en El Pueyo  se arrima a las paredes rocosas de la cara sur , pienso yo que por aprovechar el agua de la escorrentía de la roca y favorecer el momento de reproducción en esta época primaveral que es cuando mayor humedad podrá captar. Al ser planta calcícola la proximidad a la roca le garantiza el componente de bases en el suelo que la planta prefiere.Encontramos este cárice formando espesos grupos cespitosos, de hojas estrechas, algo ásperas, de quilla angulosa. Es pequeño de porte,  alrededor de 15 centrímetros las hojas, y algo menos los tallos florales
Un tallo de dos ángulos muy agudos y otro obtuso sirve de soporte a las espigas donde se agrupan las flores, unas espigas masculinas y otras femeninas.
Aunque el tamaño de la espiga es muy pequeño (apenas un par de centímetros) las espigas masculinas resultan vistosas por las amarillas anteras. Mucho más discretas las espigas femeninas que se distribuyen por el mismo tallo.
En El Pueyo el caminante que lo busque descubrirá que su presencia es testimonial. No llega a cubrir grandes superficies, pero nos revela las características ecológicas del entorno de El Pueyo.


Nota: José Vicente Ferrández me ha hecho saber que la identificación de este cárice era errónea. Se trata de Carex halleriana, tal y como ya he corregido en el título. Gracias José Vicente.





De Barbastro a Hoz por Costean

Ruta ideal para bicicleta de monte que permite visitar algunos pueblos del Somontano de Barbastro, y otear otros más lejanos, siempre con el telón de fondo del Pirineo. En el ameno recorrido se disfrutan  pistas sinuosas de variados desniveles. 

Costean entre el mar de olivos. El Turbón de fondo.

Mirando hacia atrás, Cregenzán y el cerro de El Pueyo.

Costean
 Antes de llegar nos espera una divertida bajada tras la que hay que reaccionar para afrontar la empinada subida al pueblo.

Pasado Costean, disfrutamos de una amplia panorámica de la sierra de la Carrodilla, con el tajo que hace el Esera a su paso por el congosto de Olvena.

El pueblo y presa de El Grado. Asoma la torre nueva del complejo de Torreciudad.

El Pirineo está siempre presente. Peña Montañesa, con toda la serpenteante figura de sierra Ferrera. Cotiella completamente vestida de blanco.

Coscojuela de Fantova

Las mayores alturas de Guara aparecen nevadas.

Una parada para fotografiar a Buglossoides arvensis y de paso beber agua.




























El destino de la ruta, Hoz de Barbastro, detrás Salinas de Hoz.
Hoz de Barbastro

























Salinas de Hoz























Ya en Hoz, un esfuerzo más para subir hasta el promontorio rocoso donde se erige la iglesia. A los pies el amplio horizonte del Somontano.

Unas escaleras metálicas permiten subir a un aéreo mirador.
En las zonas más umbrosas de este resalte calizo crece el felze (Polypodium cambricum  subsp. cambricum)



























Tiene los soros preparados para comenzar el ciclo reproductivo.















Desde esta atalaya contemplamos la disposición de las casas de un barrio de Hoz.


Emprendemos la vuelta a Barbastro, en dirección hacia Montesa. Antes miramos atrás para despedirnos de Hoz.
























Parte del trayecto de vuelta lo hacemos por la cabañera, amplia ruta bordeada por encinas ramoneadas en la base por la oveja.

Detalles de la ruta y track para GPS en Wikiloc
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6249165






Camino de El Pueyo. Rosmarinus officinalis. "romero"

Ya van de vuelta hacia el norte las grullas. En el campo se reanudan sonidos que ya hace meses no oíamos. Tímidamente comienzan a aparecer nuevos brotes. El romero  comienza a abrir sus pálidas flores.
Perteneciente a la familia de las labiadas, el romero es una de las plantas emblemáticas del monte mediterráneo. La etimología del término rosmarinus  se interpreta como procedente de dos términos griegos: rhops (matorral) y myrinos (aromático).  
Arbusto perenne , crece allí donde el sol está asegurado , favorecido incluso por el incendio o la quema de rastrojos.  Las hojas alargadas y estrechas , recubiertas de fina borra cuanto más joven es la planta, nos indican su adaptación a ambientes cálidos, su protección contra la radiación ultravioleta y la aridez.
El característico aroma que desprende procede de los aceites que contiene tanto en las flores como en las hojas. Estos aceites son los que le han valido el favor de la medicina popular de manera que pocas plantas agrupan tantos usos como el romero. Tanto en infusión como en aplicaciones externas, el romero es acreditado remedio por su acción vulneraria, tonificante muscular, como antiséptico e hipotensor, entre otras lindezas.  Toda la literatura farmacológica trata con extensión este arbusto y no creo necesario repetir aquí lo que ya está escrito en tantos sitios.
Además de estas virtudes curativas, no debemos olvidar el atractivo que ofrece a las abejas, las cuales hacen una deliciosa miel con el nectar de esta planta. Los romerales desempeñan una labor estratégica en la conservación de las colmenas.
Por último habrá que citar su papel en la cocina. Comparte junto al tomillo el acento campestre que otorga a los guisos y potajes, además de aligerar con su presencia la digestión copiosa.  Pruebe quien lo desee las pastas al romero que venden las monjitas enclaustradas en un convento de Medinacelli. Saboree el afortunado una tierna focaccia al romero rellena de pimientos y cebollas asadas. Aliñe con romero,  quien quiera, olivas negras curadas con frío y  sal. Sabores antiguos, honestos.
El romero añade , allí donde se usa, un fondo de sabor cálido, atrapado cada jornada en las soleadas laderas de nuestros montes.