Peña Altura

 27 de junio de 2020.  En el valle de Pineta la mayor parte de la atención se concentra en la cabecera del valle. Está justificado por contener las mayores alturas y los paisajes más alpinos, pero merece la pena alejarse un poco y explorar terrenos menos frecuentados. Es el caso de Peña Altura, cima situada en la parte oriental de la Sierra d'as Zucas, entre la Pala de Montinier y el pico Montinier. Para llegar desde Bielsa hay que superar 1262m. de desnivel positivo y así alcanzar los 2288m. de la cima. Una alternativa es tomar la pista, previo pago de la tasa de tránsito, y aproximarse lo más posible al refugio de Montinier (1.650m), aunque por el estado de la pista sólo deberían subir vehículos todo terreno.


Desde la carretera que conduce al parador de Pineta podemos ver Peña Altura si paramos en las proximidades del edificio de colonias.  El camino de ascenso que tomamos nace en el aparcamiento en la entrada de Bielsa y  recorre el denso bosque hasta encarar la subida del portillo de Tella. A la izquierda de la fotografía, la larga muralla rocosa forma el pico Montinier, o también llamado según la cartografía que se utilice (¡!) Puntal de Bachaco, Peña del Puntal o del Mediodía.


El camino asciende sinuosamente entre un denso bosque de caducifolias y abetos. Recorta el trazado de la pista y asciende hasta llegar a los 1500 metros donde se unirá a la GR 19 en la confluencia con el barranco de Montinier. Este tramo es sombrío, pleno en aromas de hojas fermentadas y moho. La sucesión arbórea es de libro: predominio de hayas , intercalados algunos abetos en la base, pino silvestre en cuanto ascendemos un poco y el ambiente es más seco, pino negro antes de pasar al piso subalpino.


Moneses uniflora, flor de hayedos aparece repetidamente.


También encontramos algunas orquídeas propias de este ambiente sombrío: Neottia nidus-avis

y Cephalanthera longifolia


Los árboles hacen temporales encuadres de Bielsa

En estos claros del bosque crece Valeriana montana.

También en los  claros  encontramos esta gran leguminosa, Lathyrus laevigatus


Subimos con la esperanza de encontrar un hueco que nos permita ver más allá de las ramas de los árboles. Me gusta caminar por el bosque, pero si la fronda se prolonga  siempre tengo la sensación de que los árboles me roban el paisaje. Reconozco que soy persona a la que le gustan los espacios abiertos. Por fin, una abertura nos permite contemplar la cabecera del valle

Vemos también las laderas de la sierra de Espierba, y la cima de Robiñera.

Erinus alpinus aprovecha el apoyo del musgo para crecer en el inestable talud

Hemos llegado al piso supraforestal, y aunque predomina la caliza el continuo lavado del suelo con pinaza acidifica el suelo permitiendo que el rododendro florezca.

La flor solitaria de la veza del Pirineo (Vicia pyrenaica)  adorna estos pastos pedregosos.


Globularia repens cubre algunas rocas desprendidas de los escarpes

Ramonda myconi atestigua la naturaleza básica del terreno allí donde no le ha afectado el continuo lavado.

Seguimos sin perder de vista a Bielsa.


El refugio  de Montinier preside una amplia mallata rodeada por la última franca boscosa de pino negro bajo las verticales paredes de la sierra d'as Zucas.

Es un pasto rico en vistosas flores, como Campanula glomerata,

o Viola saxatilis, violeta que gusta habitar en los pastos alpinos.

Cruzamos el pasto en dirección a la evidente entrada que nos llevará hacia el Portillo de Tella. 


Tras encadenar varios tramos de pasto y franjas de bosque nos situamos frente al sencillo y amplio paso que nos permite franquear la barrera rocosa

En el roquedo, a 1.850m. encontramos Asperula hirta, endemismo pirenaico cantábrico.

Por fin nos aproximamos a la muralla rocosa.


Los únicos compañeros en esta ruta son unos sarrios que nos observan con curiosidad.

El horizonte se amplía, desde Robiñera hasta Punta Suelza



La cabaña de Montinier queda allá abajo. El horizonte tiene cada vez más profundidad: Punta Fulsa y Punta Suelza ( entre las nubes)  a la derecha. Más a la izquierda el pico Castet y el pico del Ibonet /Arriouère que ya vimos en otra excursión que enmarcan el lago de Tringoniero. La más lejana cima es el pico d' Aret, Pirineo francés.


Leontopodium alpinum, la flor de nieve, edelweiss, o stella alpina, acaba de florecer. las diminutas flores tubulares de las que asoman los amarillos estambres delatan su pertenencia a la familia de las margaritas, las compuestas. En esta imagen vemos las flores masculinas, que son pentalobulares.



Helianthemum nummularium muestra en estos pastos alpinos una coloración excepcional


El sendero remonta la sierra sin dar respiro. 

Marisol está a punto de llegar al portillo (2.100m.), a su espalda, la sierra continúa y muestra la figura de la Pala de Montinier.

Al otro lado del Portillo de Tena se abre un panorama nuevo. El río Cinca que llega a tierras menos agrestes y es domesticado en el embalse de Mediano. La Peña Montañesa, en su posición más meridional contempla la transformación de este río. Más cerca, a la izquierda, Punta Llerga con su cima rocosa en forma de domo y a la derecha las paredes septentrionales del Castillo Mayor. la población de Tella y sus ermitas ocupan los altozanos próximos rodeados de bosque.

Vemos en detalle el Castillo Mayor, detrás asoma Sestrales

Punta Llerga, detrás Peña Montañesa. Los erizones en flor tiñen de amarillo estas soleadas laderas.

La escasa Pulsatilla alpina subsp, font-queri ha nacido en la rendija de la caliza. (2.120m)

Borderea pyrenaica, endemismo del Pirineo central, especializado en gleras de roca básica cuyo origen probablemente se remonta al Terciario y cuya azarosa existencia ha debido sufrir altibajos pues conoció  los periodos glaciares del Cuaternario y aquí sigue entre nosotros. El ejemplar fotografiado presenta flores masculinas.



Las aquilladas hojas de Arenaria tetraqueta forman densos cojines en este piso de persistentes nieves.


Helianthemum oelandicum subsp. alpestris prospera sobre el suelo fracturado por el hielo y con el suplemento de nitrógeno de las deposiciones de los sarrios.

Ahora que ya hemos pasado el Portillo de Tena, tenemos a la vista el destino: Peña Altura. Seguiremos la ancha cuerda de la sierra, para después  pasar al pie de la pared oriental de la peña hasta buscar un paso franco que nos permita llegar hasta arriba.

Nuevamente encontramos más ejemplares de la flor de nieve.

Aunque la ladera está muy inclinada intuimos que al pie de la pared habrá un paso fácil, justo donde vemos una coloración azul sobre el pasto que nos llama la atención.

La responsable de esa coloración es la nomeolvides, Myossotis alpestris sp. alpestris, que cubre densamente este tramo de pasto alpino. 

Nunca habíamos tenido la ocasión de aspirar su dulce perfume que en esta ocasión impregna el aire por el gran número de flores  concentradas en  este paso.

Marisol quiere tener un recuerdo de este lugar con el olor de noemeolvides. Detrás, la imponente forma de la pala de Montinier.

Estamos transitando entre los 2.100 y 2200metros, a esta altura y con rellanos rocosos donde se acumula nieve en invierno se crean las condiciones para que viva Anemone narcissiflora.

Comenzamos a trepar  sin gran dificultad por donde nos dice la intuición y entre las rocas vamos topando con pequeños jardincillos.  Arenaria purpurascens, frecuente escaladora de altura en el Pirineo.

Dryas octopetala, que representa aquí casi todas sus etapas vitales


Los últimos metros antes de llegar a la cima de Peña Altura (2280m), en un panorama que bien merece recorrer con la mirada.


Desde la cima de Peña Altura vemos cómo continúa el cordal que une esta cima con Punta Bachoca. al fondo divisamos Cotiella y Punta Llerga, sobre el valle de Saravillo

Agudizando la vista vemos el río Cinqueta a su paso por Salinas de Bielsa y el pueblo de  Saravillo.  De Saravillo parte la pista que sube al collado de Santa Isabel y al refugio de Lavasar cortando horizontalmente el bosque en la falda del Mobisón Gran.

En detalle, el sector oriental del macizo de Cotiella. Punta las Once ( a la izquierda) y Punta Alta, que enmarcan el cierre del circo que alberga el ibón de Plan o Basa la Mora.

Giramos levemente hacia oriente y tenemos en frente el sector Bielsa y Punta Suelza


Punta Suelza, sólo 28 metros la separan de la lista de los 3000. Merece siempre nuestra visita por lo atractivo de su geología, flora y paisaje. De ese lugar guardamos muy buenos recuerdos. A su lado, la más agreste forma de Punta Fulsa. A sus pies el barranco del Cau.

Completando el giro hacia el norte, la modesta sierra de Espierba, deja visibles las nieves de Robiñera

El pueblo de Espierba, retrepado sobre la ladera para ganar pastos al bosque. Siguiendo con la mirada desde el collado de esta sierra hacia la izquierda vemos la cima de Comodoto y la atractiva zona de la Estibeta, que depara incomparables vistas sobre la cabecera del Cinca. Detrás de la sierra de Espierba, la uve del valle de Chisagüés que termina  casi en el centro de la imagen con el pico Chinipro. En su ladera, el collado de las Puertas, que nos daría paso a los ibones de la Munia. A la derecha, parcialmente cubierto por la nube, el pico Robiñera. A la izquierda de la fotografía el puerto de la Canal entre los picos Tormacal y Puerto Viejo.




Abajo, la carretera que sube hacia el puerto de Bielsa. Ya habíamos visto anteriormente desde el collado la zona de Tringoniero, ahora se nos abre hacia el pico Salcoz, Bataillence y el puerto de Bielsa o de la Forqueta.  En efecto, Peña Altura no ha defraudado. Nos muestra perspectivas poco habituales del Pirineo aragonés.



Datos de la ruta y track en 




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Medicago truncatula


Como tantas otras personas, he aprovechado la primera oportunidad para alejarme lo más posible de casa, no porque en ella estuviera incómodo, sino porque necesitaba  caminar sin toparme con los límites que imponen las paredes. Estos días atrás, desde la ventana he estado viendo el progreso de la primavera y sabía de su exuberante crecimiento, aún así, me ha sorprendido ver la vegetación tan crecida, tan desarrollada, y la primavera tan avanzada. Quizá sea porque no he tenido la ocasión de verla crecer desde cerca, poco a poco. Tantos años viendo las plantas primavera a primavera, y sólo hace falta que se rompa esta cercanía habitual para que una vez he podido recuperarla todo parecía más nuevo, mas sorpresivo. Medidicago truncatula es una vieja conocida, pero me ha sorprendido verla proliferar con tanta alegría. Es una plantita humilde, rastrera y de poca vistosidad. Sólo sus pequeñas flores amarillas atraen la mirada. El fruto es una legumbre enroscada en espiral de cuyos costados surgen largas espinas rectas. Su lugar habitual para vivir son los herbazales soleados y secos en verano, por lo que no será demasiado difícil encontrar un lugar así por estos pagos. Esta planta tiene en nuestra zona parientes cercanas con apariencia muy similar, que permitirán al curioso hacer el ejercicio de separar estas siete u ocho especies fijándose bien en los frutos, algunos son de esos que se agarran a los calcetines a nada que caminemos por un herbazal. La pariente más conocida es la alfalfa (Medicago sativa).

Al verla, he recordado la importancia de esta sencilla planta en algunas recientes investigaciones. Con Medicago truncatula se está investigando su potencial utilidad en la recuperación de suelos contaminados por metales pesados, esos tan dañinos para todos los organismos como son el plomo, el cadmio o el mercurio.  Todas las Medicago son muy prolíficas, cunden sus tallos abriéndose y esparciendo unas semillas que darán lugar a numerosos descendientes. Se cultiva fácilmente,  además se han seleccionado variedades cuyo genoma es bien conocido. Algunas de estas variedades responden bien a la presencia de los minerales depositados en el suelo después de una mala gestión minera o industrial. Se sabe que estos metales se unen a la cadena trófica y es altamente acumulativo en el interior de las células a las que a la larga inutilizan y matan. Muchas plantas no soportan estos metales pues altera el funcionamiento de sus células. Sufren de estrés por oxidación, provocado por estos metales, y mueren irremediablemente. Medicago truncatula es capaz de superar esta prueba aislando en sus tejidos estos metales. Es importante comprender cómo consigue esta proeza, o más aún si cabe, si conseguimos decirle a la planta dónde realizar este almacenamiento para así recuperar los materiales tóxicos y aislarlos. Pensemos que este conocimiento podría servir para limpiar terrenos contaminados, o para evitar que estos metales se incorporen a la cadena trófica y pasen a los herbívoros y a sus depredadores (nosotros estamos entre ellos). Díganme si no es una planta importante, a pesar de su aparente insignificancia.