La singular textura de las hojas del marrubio llama poderosamente la atención. Su aspereza queda resaltada por la cencellada y la escarcha de estos días de invierno adelantado.
Los nervios de la hoja, muy marcados por el envés, tienen su contrapunto en los profundos surcos que observamos en la haz.
Es el marrubio planta nitrófila que crece espontánea en suelos bien estercolados. Al ser perenne es algo leñosa en la base. El aspecto ceniciento lo produce el indumento de pelos blancos que la recubre en todas sus partes.
habituales entre las labiadas, familia a la que pertenece.
Ahora en Diciembre ya no es fácil ver las flores que son de natural blancas, en todo caso las encontremos macilentas y pardas, de tan lavadas y castigadas por la humedad de las boiras y el frío del hielo. Sí podremos observar el cáliz, y veremos que termina en dientes, normalmente diez, curvados en la punta, lo que da pista de su función dispersora adhiriéndose a la piel de los animales.
Con ella se utilizaban casi todos los procedimientos: tisanas, vaporizaciones, maceraciones, cataplasmas, alcoholes. En fin, con todo lo ruda que parece, un derroche de generosidad.
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