Hemos dejado el coche junto a la barrera, en espacio indicado para aparcar, un kilómetro y medio después de los carteles indicadores que prohíben el paso. ???
Al poco de caminar por sendero bien señalizado llegamos a la ermita de la Fabana, construcción del s.XII. Está en completo abandono, el ábside muy deteriorado, y el interior utilizado como establo. Un par de edificaciones añadidas posteriormente a la construcción de la iglesia también presentan un lamentable aspecto. La torre es rústica y sólo se permite el adorno de una ventana geminada. Tras la ermita se ve la loma redondeada del Tozal.
Las estribaciones meridionales del Tozal están surcadas por barrancos, amplio es el que traza el barranco del Abadejo, que será por donde bajaremos.
Para subir tomamos el barranco de Fabana, mucho más estrecho y con agua.
La acumulación de materia vegetal, cementada con la cal disuelta en el agua, forma pequeños escalones de roca de formación reciente.
El camino discurre buen trecho por espesos quejigares y bojedales.Gran parte de este antiguo paisaje ha sido transformado por la plantación de pinos. Poco a poco la silueta del Tozal va mostrando detalles de su fisonomía.
En los claroscuros del bosque aparece la fuente del Chinebro. En efecto, un hermoso chinebro se acerca a su orilla. Viene acompañado de unos cuantos ejemplares de tejos.
A partir de los 1.050m de altitud comenzamos a encontrarnos la nieve, que se hace más abundante en cuanto sobrepasamos el bosque. En toda su longitud aparece el Monte de la Ronera, cuya máxima altura es el Pico Fragineto. Presenta en la cara Este las mismas barrancadas y formación de "chevrons" que en su cara Oeste, tal y como lo vimos hace unos días desde el Pico Matapaños.
A pesar del sol, el hielo persiste y cubre la rala vegetación.
El Tozal presenta un relieve mucho más abrupto que sus hermanos pequeños el Cabezo y el tozal de los Buitres.
El hielo, arrastrado por el viento, se ha adherido a los sufridos pinos que crecen de manera aislada en las últimas pendientes.
El relieve abarrancado de Guara se torna llano hacia el Sur.
La nieve caída ha transformado Guara, el manto nevado le da apariencia alpina sólo desmentida por los campos de Nocito.
La satisfacción por llegar a la cumbre mitiga en parte el intenso frío.
Hacia el Norte, las demás ondulaciones que completan esta parte de las sierras exteriores. De fondo el Pirineo nevado.
La Sierra de Guara es tierra de contrastes. Recordamos con Diego el calor que sufrimos cuando subimos hace un par de años en mayo a las dos cumbres de Guara que ahora vemos nevadas.
Como las ondas de un estanque, así se despliegan las sucesivas ondas rocosas en el Pirineo meridional.
Un sinfín de picos y valles. Montañas conocidas y otras que todavía nos quedan por descubrir.
Peña Oroel, con la cumbre blanca.
Guara, omnipresente para los que habitamos el Somontano.
Que envidia me dais.
ResponderEliminarUn saludo