Hornungia petraea subsp. petraea


Ya hace días que el aroma de los almendros impregna el aire y  sentimos la juventud de la estación  bajo nuestros pies. El aviso de los almendros es precoz. Pobres almendros, pese a estar con nosotros desde hace más de dos mil años, todavía no han aprendido los rigores de nuestro clima. 
Entre las plantas que reciben tempranamente la llamada de la primavera está la pequeñísima Hornungia petraea. Para encontrarla, el caminante dejará de lado los altos herbazales, pardos aún por el invierno, y buscará los pequeños claros, pradillos someros, que nacen en suelos desnudos y poco profundos, a veces en la costra de los yesos, en otras ocasiones en la repisa de las rocas areniscas o calcáreas. La observación se centrará en el verde tierno de los musgos, y junto a ellos, los minúsculos puntos blancos de la flor de la Hornungia, que vemos se mezcla con otras pequeñas anuales como  es el caso de Erophyla verna. Ha nacido hace pocas semanas, y todavía no sobrepasa a los filamentos fértiles del musgo. Será necesario acercarnos a su mínima escala para poder contemplarla. Concentrar la mirada en estos universos reducidos es como realizar un repentino viaje hacia un mundo diferente.
Las flores las vemos agrupadas en racimos. Los pétalos no alcanzan el milímetro de longitud (si tuviera casi 2 milímetros estaríamos ante la subespecie aragonensis). Vemos las hojas oblongas, que están divididas en impar número de segmentos todos carnosos y brillantes, agudos en el extremo. 
Esta hierbecilla tiene un ciclo de vida anual. Adaptada a vivir en suelos leves, no invierte energía en fabricar ni leña ni potentes raíces. 
El primer paso de su crecimiento es formar una roseta de hojas aplicadas al suelo que reciban bien los discretos rayos solares del invierno. Los azúcares que generen las hojas se destinan tempranamente para desarrollar un tallo florífero lo antes posible. Tallo que crecerá con floración continua durante meses hasta llegar a los 10 cm.
Si la comparamos con el almendro, su estrategia vital es diametralmente opuesta. Para la Hornungia no es importante protegerse para prolongar la vida. Cuenta con un año para completar su ciclo. Todo va dirigido a conservar la especie en un medio hostil: germinar pronto para tener una buena posición de partida en la carrera por obtener luz. Florecer  prolongadamente para generar cuantas más semillas mejor. No distraerse en elementos innecesarios como protección de semillas o tallos. Aprovechar la estación húmeda para nacer y crecer, y esperar al verano para morir.


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