Si hace unos días presentaba una selección de frutos rojos del Somontano de Barbastro, ahora le toca a los frutos negros. Para ser más preciso habría que decir que son frutos azules o más bien azul oscuro, ya que el negro en sentido estricto no se da en la Naturaleza más que cuando hay carencia absoluta de luz, o si un cuerpo es capaz de absorber toda la luz y no reflejar nada en absoluto, y esta peculiaridad está reservada a los "agujeros negros" del Cosmos. Los objetos cotidianos que nos rodean absorben una gama amplia de luz pero siempre reflejan una parte. Si no fuera así ni siquiera los veríamos y aparecerían ante nosotros como un vacío. Una observación atenta de estos frutos nos revelará, en efecto, que podemos establecer una graduación de azules más o menos oscuros.
De los frutos que nos podemos encontrar son pocos los que podremos aprovechar culinariamente. Los pertenecientes a la familia de las rosáceas, es decir Prunus, Rubus y Sorbus son comestibles o se emplean para elaborar licores o mermeladas. Es muy común la zarzamora, en cambio su pariente Rubus caesius pasa desapercibido por producir escaso número de drupas, aunque como planta abunda en el curso del río Vero. Del cornejo, Cornus sanguinea, son comidos los frutos para bajar la fiebre. El resto son más o menos tóxicos, siendo el emborrachacabras, Coriaria myrtifolia, la que mayor toxicidad guarda en sus frutos, los cuales son negros, y son los sépalos de la flor que se recurvan sobre el fruto los que tienen coloración rojiza.
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