Otoño en el río Vero

Populus nigra  y Salix alba en el curso bajo del río Vero

Cornus sanguinea
Natura marca con su batuta de luz un ritmo pausado y los seres que la pueblan acomodan  su respiración a las notas que quedan por tocar antes de que el invierno escriba un compás de silencio.
Cada árbol, cada arbusto expone notas de color armónicas que juntas forman la coda otoñal.

Hedera helix
Camino por la orilla del curso bajo del río Vero, y veo en los matices del cornejo (Cornus sanguinea)  y de la hiedra la transformación que se está operando en la estructura de cada una de sus células. Las horas de sol se reducen y su energía calorífica es cada vez menor. La clorofila es costosa de producir, y su menor eficacia energética aconseja disminuir la producción de clorofila y su paulatina descomposición en la célula. Toman el relevo otros pigmentos que hasta ahora habían quedado en segundo plano. Son los carotenoides, que reflejan la luz amarilla y naranja.  Estos carotenos son eficaces absorbiendo los tonos azules y verdes de la luz solar y prolongan un poco más la actividad de la planta ya que se descomponen más lentamente que la clorofila. El paso gradual de unos pigmentos a otros así como sus diferentes concentraciones crea esta variedad de tonos que caracterizan el otoño.

Populus tremula
Recorro el río Vero y veo con más facilidad la variedad de árboles que me rodean. Matices y tonos en gamas riquísimas que añaden el brillo del sol atrapado en cada una de las células de las hojas.
A la experiencia visual se añaden los aromas de las hojas fermentando y transformándose lentamente en materia que se recicla y enriquece el suelo.

Acompaso mi caminar al ritmo sosegado que este ambiente me impone, es un andante ma non troppo que me permite captar los matices y coloratura del tercer movimiento de esta sinfonía.





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