Un domingo con visos de que va a ser soleado ¿!!?, un lugar ya clásico en nuestros inviernos: Cuello Gordo, esta vez con ganas de subir un poco más, asomarnos a la Sierra Custodia por el placer, siempre el mismo placer, de ver qué se divisa desde allí arriba. Cuello arenas aparece desierto. Todavía no se ha despertado la máquina que pisa la huella del esquí de fondo. Agradable fresco matinal y nieve que recuerda que ya estamos en primavera.
Las Tres Sorores y el tajo inmenso del collado de Añisclo.
La nieve lo oculta todo, y produce la extraña sensación de quietud. No hay briznas de hierba que se muevan con el viento. Las formas abruptas del valle de Ordesa comienzan a aparecer, rompiendo la monotonía blanca.
Desde Cuello Gordo, el valle de Ordesa, ¿O mejor cañón de Ordesa?, muestra su fisonomía completa. El profundo abismo describe una cerrada curva. Este año la nieve es más abundante y no permite acercarse a la orilla del precipicio para ver correr el agua allá abajo.
Acudo al archivo de fotografías, tengo una de la Sierra Custodia cuando subimos con Diego a Mondicieto. Aquí está. Sierra que custodia los cañones de Ordesa y Añisclo, lugares de pastos milenarios.
Nos hemos encaramado a la primera punta de la Sierra Custodia. Los llanos de Góriz aparecen en toda su amplitud. Al fondo la legendaria Brecha de Rolando, custodiada por el Taillón y el Casco.
Hacia el Este, el tajo de Añisclo se observa como una herida negra.
Cotiella al fondo, en plano intermedio la proa vertical del Castillo Mayor. En primer término Cuello Vicenda, punto final del valle de Escuaín.
El tajo se profundiza en Sestrales. El espejo del embalse de Mediano avisa los límites del Pirineo hacia el Sur
Desde allá arriba, como un pequeño pájaro, en la quietud de la montaña, oteando el horizonte.