Tuca de Mulleres y Pico Salenques.

Mis hijos Alicia y Diego están en la fase en la que cuando salen al monte quieren hacer algo que suene a especial. Yo les digo que cualquier montaña o paraje es especial. Todo depende de la manera de vivirlo. Y que la altura a la que se llega es secundario. Pero, bueno, sé que es una fase de sus vidas y comprendo su interés en ir sumando tresmiles. Tomamos como primer objetivo subir al fácil pico de Mulleres, la ruta a seguir es la más habitual por el valle de Escaletas. Lo que venga después se irá viendo según vaya el día, aunque ya están previstas varias opciones. En esta empresa están además Diego Martínez y su hermano Javier. Los cuatro han estrechado amistad en Perú, en una aventura que me provoca una sana envidia y que comparto a través de las fotos que han traído. También he de decir que esta es una ruta que deseo repetir, con otro ritmo y otra época, con Marisol. Porque estoy seguro que a ella le encantará, y además me permitirá ver la flora de estos parajes.
Diego y Alicia en la cresta de Mulleres


Valle de Benasque, parada de vehículo en la Besurta. Tomamos el suave camino,como de paseo, hacia el Forau de Aigualluts. En  época otoñal está mucho más tranquila que en pleno verano. 
Siempre me sorprenden en este paraje dos cosas: la formación de dolinas y poljés del lecho del valle, y que los granitos estén arriba y las calizas abajo.


A parte de algunos azafranes silvestres (Crocus nudiflorus) y poca cosa más, tengo claro que esta vez la cosecha de fotos de flora va a ser muy escasa, pero en cambio la parte telúrica promete. El Forau d'Aigualluts esconde el agua que baja de Escaletas y Barrancs. Todo el mundo sabe que el agua que aquí desaparece cambia de rumbo y vertiente.El curso del río nace ibérico para convertirse en atlántico engrosando las aguas del Garona tras desaparecer ante nuestra vista en la fosa karstica.

El valle colmatado de Aigualluts está atravesado por  meandros . A la izquierda nace el valle de Escaleta por donde subiremos hacia Mulleres. Frente a nosotros el glaciar de las Maladetas, y a sus pies el valle de Barrancs, por donde después bajaremos.






















En el Plan d'Aigualluts el agua traza sinuosos arcos, aparece en tramos paralelos y se precipita en la cascada que corta el valle.
Al fondo el pico Salvaguardia, el Portillón de Benasque y la Tuca de la Mina.


El esquema del valle Escaleta se repite respecto a Aigualluts. Repisas glaciares colmatadas donde el torrente divaga. Un valle glaciar subsidiario baja por la izquierda; en su trabajo de erosión dejó individualizada la Tuca d'Aigualluts que ahora ha perdido la silueta aguda que presenta desde el Norte. A la derecha la Tuca Blanca y el Pene Nere custodian el collado de Toro. En este rincón del Pirineo aragonés  el torrente corre desde el Sur hacia Norte, describiendo la curva que miles de años atrás trazó el glaciar.

Por algo se llama valle de la Escaleta. Sucesivos escalones rocosos, tallados por el glaciar, dejan planicies colmatadas donde se forman pequeños ibones, y muros graníticos conducen al siguiente nivel. La luz del sol entra por la horquilla que forman el Pico Forcanadas, y el agua adquiere un brillo y color metálico.

Los granitos están pulidos por el primitivo hielo y los umbrales rocosos propician estas cubetas de sobre excavación.

Los ibones van apareciendo sucesivamente, así como los collados que marcan las mugas . Al fondo el Portillón, en medio el coll de Toro, junto a nosotros el coll de los Aranesos, flanqueado por las cimas que se escalonan hasta el Mall de l'Artiga. Estamos a unos 2.400 m. Quedan unos 600 metros más de desnivel para llegar a la Tuca de Mulleres.
El último ibón de la Escaleta tiene el color azul hielo que le aporta la blancura del granito. Pequeños restos de nieve realimentados en la nevada que cayó aquí hace apenas diez días. Como no sabíamos ni la intensidad ni la persistencia de estas nieves tardías llevamos piolet para la autodentención. Más vale prevenir, aunque en esta ocasión no será necesario utilizarlo. Las formas sinuosas del pico Forcanadas aparecen a la izquierda, por la derecha vemos un nuevo escalón que habrá que superar para llegar al ventisquero de Mulleres.


Todavía el camino es amable, sin los bloques de granito que después nos harán caminar más despacio.

Cualquier momento es bueno para detenerse y contemplar lo que nos rodea.

¿Cómo no parar para ver algo así?

Ya queda atrás el amable sendero, y los 500 m que quedan por subir tendrá que ser por roca.























Ya tenemos a la vista la Tuca Mulleres, que es la punta en triángulo del fondo a la izquierda. Estamos llegando al paraje denominado el ventisquero de Mulleres, una amplísima vaguada pétrea donde se acumula la nieve de ventisca. Desde la óptica geológica se ve claro su origen. El zócalo granítico ha sido modelado por el glaciar.
Esta plataforma granítica no es tan uniforme como a primera vista parece. Una colosal intrusión se hizo paso a través de una fractura en el granito. Material magmático más joven ascendió y formó el dique que ahora contemplamos.























Estas intrusiones, de una roca más resistente que el granito, son sometidas a la acción periglaciar de los hielos, en este caso ha formado una bonita guirnalda geométrica.


Cresta de la Tuca de Barrancs. Geometría a gran escala. El glaciar creó la plataforma horizontal así como la afilada cresta vertical. La acción repetida y combinada del hielo-deshielo transforma estas crestas fracturándolas verticalmente en formas poligonales.










El ventisquero de Mulleres.  A la derecha asoman las puntas de Forcanadas. Un ibón da fin al ventisquero, bajo la cresta de la Tuca de Barrancs y detrás en segundo plano aparece el ibón de coll de Toro.


Los últimos 100 m de desnivel no son muy atractivos. Un caos de granito obliga a subir entre los bloques, y la forma redondeada de este tramo quita alicientes. Pero...









... en cuanto nos asomamos a la cuerda de la arista, la respiración se acelera ante el majestuoso panorama.

Cima de la Tuca Mulleres. 3010m









La cima de la Tuca Mulleres ya está a nuestro alcance. A nuestros pies se despliega el valle de Mulleres, que termina en el valle transversal del Noguera Ribagorzana, a la altura del Hospital de Viella. La sierra de Salenques, en la derecha muestra cumbres más airosas. entre las que destaca el Pico de la Tallada.
Al otro lado del Noguera Ribagorzana, el frontón triangular que encara el valle corresponde a la Tuca de Contesa, a  su espalda corre la cresta que lleva hacia el Tozal dels Estanyets, y que luego girando hacia el sur (derecha) llega a la cresta de los Besiberri y Comaloforno que forman un majestuoso circo glaciar.


















Es tan atractiva esta perspectiva que casi le quita protagonismo a lo que tenemos a nuestra espalda. El macizo de la Maladeta con una buena perspectiva sobre sus glaciares y la cumbre del Aneto. Llegados aquí, nos planteamos el plan b. Tenemos allí delante el Pico Salenques. Vamos bien de tiempo y fuerzas. Un pequeño refrigerio y allá que nos vamos.
Desde el Pico Mulleres, seguimos la linea que por un amplio collado une este pico con la cresta de Salenques. Esto nos permite contemplar el valle de Salenques, paralelo al de Mulleres. En una hombrera del valle  se ve el ibón colgado de Salenques, unos metros por encima de él vemos otros ibones .

La cresta que conduce a  Salenques es más entretenida, y ofrece una visión del abismo que forman las verticales paredes.

Una incipiente canal , en pleno proceso de construcción. La montaña está viva.



La Tuca de Mulleres ha quedado atrás. Desde esta posición muestra su cima extendida


























Los últimos metros la pendiente se acentúa. No entraña dificultad, sólo hay que mantener la atención y ser prudentes.


Formas caprichosas esculpidas por el tiempo.


Cima del Pico Salenques. 2.990m.




















La hermosa cresta de Salenques hacia Aneto.Deambular por ella requiere técnica y equipamiento.


Los glaciares del macizo de la Maladeta están en regresión. Una morrena lateral destaca con su nítida línea y nos indica la extensión del glaciar en época no muy lejana. Quizá sea una morrena formada con el recrecimiento de hielos que aportó la pequeña edad de hielo.

En este paraje granítico, modelado por los hielos destaca la masa calcarea blanca de Peña Blanca, a los pies del Salvaguardia, reliquia de los depósitos calcáreos depositados sobre el zócalo granítico, antes de que estos se levantaran, y las calizas, más débiles sucumbieran rápidamente a la erosión.


A nuestros pies tenemos el valle de Barrancs. Aquí surge la segunda variación en la ruta. ¿Volvemos por Escaletas o hacemos la vuelta por Barrancs. Optamos por la segunda opción. El descenso por esta cara se ve complicado. Decidimos que habrá que descender lo suficiente por la cara del ventisquero de Mulleres, en diagonal, para ponernos a la altura del collado de la tuca de Barrancs. Todo lo que descendamos de más habrá que volverlo a subir, por lo que habrá que bajar con tiento. Una vez en el collado ya sólo tocará encarar la bajada hacia el valle.

La teoría es fácil, el problema está en que el caos de bloques de granito de grandes dimensiones hace que el descenso sea más lento y penoso de lo esperado.
El valle se cierra abruptamente con un circo de paredes verticales. Arriba todavía está iluminado el Pico Salenques, pero las sombras comienzan a invadir el valle.


Hemos bajado todo lo rápido que hemos podido. Arriba quedan las crestas que antes contemplábamos desde la altura. Esperábamos encontrarnos con un fondo de valle más amable, pero los caos de roca descienden ocupándolo todo.


Las sombras ya han invadido el ibón de Barrancs, singular espejo triangular encajado entre las fracturas del granito. Vamos decididos hacia Aigualluts, ya cansados de tanta piedra, añorando la suavidad de su suelo. Una vez allí ya habremos completado la ruta circular.



Datos de la ruta.
Punto de partida: Besurta 1.866 m.
Pico Mulleres 3010 m.
Pico Salenques 2.990 m.
desnivel acumulado subiendo: 1.490 m.

fecha: 26 de octubre de 2014
track de la ruta:     http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8121070
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Pico Bocolón. Macizo de Lierga

Hay montañas que por su modesto tamaño pasan desapercibidas. A menudo estas montañas esconden perspectivas que bien merece la pena explorar. El Bocolón, con sus 2.268m., ofrece la posibilidad de observar de cerca el macizo de Cotiella, y a la vez  brindarnos la visión del Valle de Gistaín desde el sur. Haciendo la aproximación con vehículo hasta el collado de Santa Isabel, en el término de Saravillo, es una excursión poco exigente.


Una pista que parte de Saravillo (se permite el paso a vehículos previo pago de una módica cantidad)  nos conduce hasta el collado de Santa Isabel, donde comenzamos a usar las piernas. Hacia el oeste se levanta el macizo de Lierga, del que vemos sus verticales  paredes. No debemos amilanarnos, ya que un seguro aunque empinado camino nos llevará hasta la cima.
En dirección Este, el macizo de Cotiella. Punta Lacués preside la panorámica . La pista marca el inicio de una vía de ascensión a Cotiella, pasando bajo el Mobisón Gran que se erige, tras Lacués y el contrafuerte del Gradielo, como un castillo blanco en las alturas.


El camino atraviesa el bosque de pinos, pero pronto éste se acaba y da paso a un sendero que va ascendiendo por terreno pedregoso, aunque estable. Aquí nos encontramos con Gentianella ciliata subsp. ciliata.(sin. Gentianopsis ciliata)   Bonita gencianácea con cuatro lóbulos en el tubo de la corola que además tiene los márgenes ciliados.

Otra especialista de gleras semifijadas es Galeopsis ladanum subs. angustifolius.


También en este ambiente, Chaenorrhinum minus






























El sendero queda desdibujado entre la pedrera. Sube en suave pero decidida ascensión. Estamos a 1.600m. y la mañana es fresca. Quizá en verano la sensación no sea tan agradable.







En cuanto se acomete la subida por la canal de la Litera, la pendiente se incrementa. Abajo el río Zinqueta. El Morbison Gran muestra los verticales cantiles que hacen sombra al bosque de Saravillo.

Acinos alpinus es una labiada rastrera que también prospera en estos  canchales.


A medida que vamos ascendiendo y el canchal pierde potencia, comienzan a aparecer plantas que ocupan estratos herbosos. Sideritis hissopifolia aprovecha además el mantillo de acículas de pino negro.

Erigeron alpinus, con cabezuelas ya maduras, coloniza una grieta en la pared caliza.


Ya hemos superado la pedregosa canal y el esfuerzo ahora se suaviza. Empiezan los retazos de pasto donde crece Prunella laciniata












Saravillo ocupa la parte alta de una terraza en curva creada por el Zinqueta. Frente a Saravillo,  las Peñas de Sin y Artiés. Sin ,Señés y Serveto ocupan los campos de labor situados tras estas peñas que dejan un paso triangular de descenso hasta el río.



























La pendiente se suaviza y el paso es ahora más amable. Llama la atención la peña Arties, fragmento desgajado del macizo de Cotiella.

Aparentemente la plataforma superior parece monótona, pero en realidad guarda sorpresas.

Este mineral de hierro aflora entre las calizas. Debido a la gran pureza del mineral presenta cristalización.


Un nutrido grupo de sarrios nos observa expectantes,siempre manteniendo las distancias. Entre ellos hay varios individuos muy jóvenes.


Son abundantes los restos fósiles como el de la fotografía. Desconozco el organismo al que perteneció.
















El horizonte se va abriendo y aparece la zona norte del valle de Gistaín. En el centro el macizo de Llardana/Posets, a la derecha las crestas de los picos de  Eriste. En el fondo de la imagen, el macizo de las Maladetas. En la izquierda de la fotografía el Bachimala















Desplazamos la mirada hacia el sureste y nos encontramos con el macizo de Cotiella en toda su extensión. Las planas herbosas del primer término corresponden a Punta Lierga, espacio conocido como el Clot dera Corona. Se aprecia el modelado kárstico, en justa explicación del término aragonés clot: agujero (forau) en la tierra.


La naturaleza caliza de esta montaña propicia la formación de galerías subterráneas por disolución de las calizas. Esta disolución en superficie más los ocasionales derrumbamientos internos forman estas depresiones en las que los cortes en el tapiz verde delatan una constante actividad erosiva.


Cabezuela de la campanulácea Phyteuma orbiculare


















Aunque la cumbre de Punta Lierga es amplia y plana, tiene unas laderas vertiginosamente verticales que permiten perspectivas de auténtico picado. Saravillo y la maravillosa retícula de eras que le rodean.


 Hacia el oeste las barranqueras que flanquean la cima son más contundentes. Abajo corre el Zinca. Azul profundo es el color del embalse de Lafortunada. El monte de Tella queda cogido en la curva del río. El Castillo Mayor se pelea con las nubes y ,como gana, nos enseña su asimétrico perfil con los cantiles que caen a pico sobre Escuaín. Detrás se perfila la silueta inconfundible de Sestrales. Monte Perdido aún no ha ganado la batalla y las nubes lo envuelven, pero más cerca, el Pico Montinier nos avisa que allí comienza el valle de Pineta. Cerca de nosotros, entre la penumbra del contraluz, la doble cima de la Peña Montañesa.


Qué pequeñas se ven algunas montañas contempladas desde lo alto. Pero basta con subir al Castillo Mayor o a Sestrales para poder admirar su grandeza.


















La Sierra Ferrera, con el barranco Garona a sus pies. La vía norte para subir a la Peña Montañesa, por su famosa canal con pedrera incluida.

























La cima del Pico Bocolón.






















Datos del recorrido:

Fecha 14 de septiembre
Altitud a la salida: 1486m
Altitud de la cima: 2277m
Desnivel acumulado: 833m.

track de la ruta en wikiloc
http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8023611

Atriplex halimus. "Sosera, sosa"


La vertiente sur de la cantera de El Pueyo, Valcheladas, es un terreno duro. Es de características climáticas monegrinas a las que se une un suelo en el que predomina el yeso.Son estos yesos formados al final del Terciario, cuando ya los movimientos de la orogenia alpina están terminando.La cordillera recién creada está en una fase de gran erosión y sus sedimentos se acumulan en el espacio cerrado del valle del Ebro, que se colmata. Allí se depositan evaporitas como los yesos de Barbastro. Es la misma época en la que se forman las calizas lacustres de Abiego donde dejarán sus huellas mamíferos. Pocas plantas resisten estos suelos tan exigentes. Entre ellas está la sosera. La sosera desarrolla ramillas desde la base, consiguiendo un aspecto desaliñado y enmarañado. Estos espesos enramados superan el metro y medio  junto al camino, donde reciben más agua por la escorrentía de los taludes.
Las hojas y ramas tienen un color ceniciento debido a que están recubiertas de pequeñas escamas plateadas. Estas escamas hacen de escudos reflectores que impiden que la intensa luz del verano que invade estos terrenos dañe los tejidos de la planta, a la vez que reduce su temperatura.
Las hojas tienen una cierta capacidad para acumular agua. Cuando la sequía aprieta, las hojas pierden grosor y muestran más sus nervios. El color ceniciento se acentúa. Cuando recibe agua, las hojas se hinchan ligeramente y aparecen más lustrosas.

En pleno otoño, la sosera ha pasado la época de floración y muestra las semillas. Es el único momento de su ritmo vital en el que se permite un poco de colorido.Pero este momento es breve. Las semillas, provistas de unas bractéolas en forma de pequeñas alas, adquieren un tono rosado que en poco tiempo maduran y se tornan marrón claro. En ese momento se desprenderán del arbusto y viajarán con el cierzo.
Además del calcio contenido en la roca de yeso, la sosera extrae el sodio que se acumuló en las someras aguas del primitivo mar o lago salado que cubrió nuestras tierras en época terciaria. El sodio que acumula la sosera  motivó para que se  lo usara para obtener sosa, principalmente mediante la cocción de sus raíces. Las cenizas de la sosera se utilizaban también para blanquear la colada.
La sosera ha sido un arbusto apreciado por los pastores. Sus hojas, además de nutritivas, aportan sodio a la dieta de ovejas y cabras. El ganado trashumante, al bajar de las montañas donde los pastos son escasos en sales, se detiene en las soseras , arnallos y sisallos para deleitarse ramoneando estos arbustos esteparios que extraen las sales del suelo. La sosera soporta bien este ramoneo, y multiplica las ramillas después del paso del ganado.  La sosera cumplió un papel interesante de conciliación entre ganadería y agricultura. Se cultivó como planta forrajera, al tiempo que formaba barreras de separación para cerrar el paso por donde el ganado no debía transitar. Solución simple y barata como exigen las labores del campo, donde  economizar esfuerzos y sacar el máximo rendimiento es principio de supervivencia en tierras tan ingratas.