8 de marzo de 2015. Paseo invernal con raquetas desde el balneario de Panticosa para adentrarse en el valle de Brazato. Lugar apacible, muy tranquilo. Entretenida excursión con las raquetas en la que habrá que utilizar las puntas delanteras al subir. No problemático si la nieve no está excesivamente dura.
Balneario de Panticosa y macizo de Argualas.
El bosque se va aclarando a medida que tomamos altura.
A nuestro lado baja el agua del barranco de Brazato. La primavera comienza a notarse.
Una vez superada la pendiente más importante, se abre un apacible valle salpicado de pinos.
A la izquierda tenemos a la vista el desvío que nos llevaría a los ibones de Brazato. Hoy preferimos adentrarnos un poco en este valle. Dejaremos esa ruta para otra ocasión.
Las laderas que hay que remontar para subir a los ibones de Brazato y Pico Baciás. Esta es una ruta diferente de la del verano, que evita los aludes que se producen en la otra ruta.
Volviendo atrás la mirada, Argualas, Garmo Negro, Infiernos.
Argualas
Un pequeño corte forma un amplia avalancha.
Los vientos dominantes y la nieve que comba las ramas hacen de este pino negro una figura tortuosa.
El valle Brazato se cierra con el pico Tablato , en el centro y enlaza con las crestas del pico Forátula, a la derecha
Contemplamos el valle antes de emprender el regreso.
Datos del recorrido.
Altura a la salida. 1637m
altura máxima 2238m.
Ascensión acumulada 640m.
Distancia recorrida (ida y vuelta) 5,5km
Pendiente máxima 47%
camino de El Pueyo. Ajuga chamaepitys subsp.chamaepitys
Es esta pequeña planta una más de la familia de las labiadas.
En el Pueyo encontraremos algunos ejemplares viviendo discretamente en rellanos de rocas y fisuras, en las zonas caldeadas de la parte superior.
En apenas 15 centímetros desarrolla una desgarbada mata de hojas divididas en tres segmentos lineares, largos y velludos.
Entre las hojas sale directamente de sus axilas una menuda flor amarilla.
Es planta anual que comienza pronto la floración y la irá continuando durante una buena parte del año hasta que al llegar el invierno muera.
Como el caminante casi seguro se tendrá que haber agachado para verla detenidamente, hará bien en frotar ligeramente los dedos en las hojas. En la piel quedará un ligero aroma resinoso, agradable, que pronto se disipa. Es casi instantáneo. Tan inmediato como la palpitación de produce la poesía. Tan fugaz como la música. Es una de esas realidades inconmensurables, pero tan unidas a la esencia humana como la danza, como cualquier arte. En estos tiempos en los que se destruye obras de arte por fanatismo, o en los que la educación la mide un organismo económico, o incluso ministros del ramo creen que el arte es materia que distrae de lo esencial, bien está pararse un momento en algo tan pequeño, tan fugaz como es Ajuga chamaepitys y repetirse, con absoluta seguridad, que ellos no tienen razón, que andan muy equivocados.
Camino de El Pueyo. Erophila verna
En la más temprana primavera vamos a encontrarnos con esta diminuta flor, que en condiciones óptimas no alcanza más allá de los 15 cm. Su vida está estrictamente vinculada a la disponibilidad de agua, de tal manera que el tamaño de su porte depende de este elemento. Su ciclo vital es tan breve que no llega a cumplir el año, y tan pronto florece, rápidamente comienza a madurar el fruto, que incluso vemos crecer entre los pétalos.
Tan exclusiva es de la primavera que Linneo la denominó verna, incluyéndola en el género Draba. Augustin Pirame de Candolle discrepó en el género creando uno específico llamado Erophila (amante de la primavera). Finalmente fue el botánico francés François Fulgis Chevallier quien la identificó como Erophila verna,acepción comunmente aceptada en la actualidad, redundando sobre la querencia primaveral de esta planta.
Pertenece a la familia de las crucíferas, por lo que hay que aproximarse mucho a la flor para descubrir que no son ocho los pétalos que luce, sino cuatro. Cada pétalo está muy escotado, sujetos ambos labios en la base.
Veremos que las hojas las tiene agrupadas en la base formando una roseta, y que las hojas están recubiertos de blanquecinos pelos. En nuestro territorio predomina la subespecie spathulata, que se caracteriza por no desarrollar más de dos tallos (escapos) florales, y tener el fruto elíptico.
Erophila verna es una planta ruderal y arvense, no desdeña los márgenes de camino y se hace especialmente prolífica allí donde la rosada primaveral aporta diariamente la humedad suficiente. Es una planta oportunista de suelos poco profundos. La hemos visto crecer junto al musgo, sobre el hormigón, aprovechando el mínimo suelo que el briófito creó. Su pequeño tamaño hace que pase desapercibida, pero embellece las fisuras de la roca caliza de El Pueyo, ilumina los márgenes del camino cuando todavía apenas otras plantas han despertado, y lo que es más importante, aporta su grano de arena para la formación de suelo. Estos pequeños colonizadores van construyendo milímetro a milímetro, pero con la perseverancia que sólo la Naturaleza tiene, el apoyo para especies mayores.
En las últimas décadas se ha ido formando un movimiento agrícola que practica el cultivo sin agresión al suelo. Evitan el laboreo excesivo de la tierra, la labra, en tanto que destruye el suelo Defienden que la siembra directa es tan productiva o más que el sembrado en surco, y sobre todo, insisten en que si no se cuida el suelo vegetal, la tierra empobrece. No podemos olvidar que las siempre denominadas "malas hierbas", las arvenses y ruderales que acompañan a campos y caminos, forman parte del sistema de creación del suelo. Quizá tengamos que aprender a integrarlas en nuestros cultivos. Si el hombre y su cultura crea los paisajes agrarios, las plantas, con la concurrencia de insectos y microorganismos, forman el suelo que los mantiene.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)