Pocos días quedan para que sea clausurado, por este año ,el parque de Keukenhof, en los Países Bajos. Este especial jardín está dedicado al tulipán. Aunque sea una flor originaria de Turquía, los holandeses la tienen como emblema nacional. No es para menos ya que en el siglo XVII se desató el furor por esta bella flor. Por aquel entonces era una planta exótica. Tan apreciados eran los bulbos de algunas de sus innumerables variedades que se pagaban verdaderas fortunas por poseerlos. Así creció un comercio que hizo ricos a productores y comerciantes holandeses. Ese mismo furor llevó a la ruina a otros cuando el mercado del tulipán se colapsó. ¿Por qué tanto furor por una flor? Las ciudades barrocas mantenían el ascenso imparable del urbanismo europeo, fenómeno que se había generalizado en el renacimiento. Los edificios barrocos hacían profusión de ornamentos vegetales y huían de la sobriedad renacentista. La ciudad había crecido lo suficiente como para que la naturaleza quedase apartada. En plena expansión del urbanismo europeo, sus pobladores sintieron la necesidad de acercar la naturaleza a sus moradas. Surge el gusto por los bodegones y las colecciones de especies exóticas. Los jardines se transforman , dejan de ser un huerto de boticario y se convierten en recreaciones fantasiosas de la naturaleza.
El ser humano se siente huérfano en la medida en que se rodea de objetos inertes. Cuanto más crece la civilización, más se impone la vuelta a la naturaleza, aunque este retorno sea también artificioso y urbano.
A caballo entre los siglos XIX y XX Santiago Ramón y Cajal lo expresaba en estos términos:" (...) el hombre es un nostálgico de la naturaleza, de donde la civilización lo desterró, y necesita, para reconfortar sus esfuerzos, restituirse de vez en cuando a su antigua patria, esto es, el bosque, a la colina, y a la pradera, satisfaciendo su sed de amplio horizonte, embriagándose con los perfumes del tomillo y del hinojo, y aireando, en fin, sus pulmones con el aire puro y bravío de la sierra, tan escaso de microbios como rico en oxígeno vivificante" (Duran y Alonso. Cajal, escritos inéditos. Editorial científico Médica.1983, citado en "Cajal y la Naturaleza" de Eduardo Garrido, ed. Desnivel, 2.015).
Los pronósticos de los organismos internacionales auguran un futuro urbano para las tres cuartas partes de la población antes de acabar el presente siglo. Para entonces ¿Cómo integraremos la naturaleza en nuestras vidas?
Por lo pronto, cerca de Barbastro, en las Baldorrias el caminante podrá encontrar un pariente próximo del tulipán cultivado. Es una especie hermosa, de luminoso amarillo y modesto porte (un tallo de un palmo sostiene una solitaria flor ahusada de la longitud del pulgar) Vive en suelo pobre, dominado por el yeso. Para verla bastará recorrer el trayecto de la antigua vía férrea, y pasado el túnel desviarse hacia un vallejo que se abre a la derecha. No tendrá que adentrarse mucho en el valle y caminando por la ladera que mira al Este, encontrará un pequeño grupo de esta planta al tiempo que, como Cajal decía, embriague sus pulmones con los perfumes del tomillo.