Rallas de Rapún

En las proximidades de Sabiñánigo se sitúa Rapún agazapado y protegido de los vientos del norte por la modesta sierra de Buyán. Como doble protección, las casas se cobijan tras un estrato de arenisca que se eleva verticalmente.
La iglesia de San Félix (s.XII) está un poco separada del núcleo de casas.

La ralla de Rapún sirve de apoyo a los sillares de la iglesia


La ralla de Rapún está formada por un estrato de arenisca, relieve diferencial en el sinclinal que se extiende de este a oeste.

Materiales continentales procedentes de una cuenca fluvial que estaría situada entre Canciás y Oturia son depositados durante el eoceno superior (hace 38 millones de años). Los plegamientos producidos por una fase posterior de la orogenia alpina comprimen estos sedimentos y forman el sinclinal en el que los estratos de Rapún son doblados hasta quedar verticales. La erosión posterior retira los materiales más blandos dejando exhumados los más resistentes que forman una muralla natural: la ralla, cuyo término geológico es hogbacks

La cara sur de la ralla favorece un microclima protegido del norte donde crecen algunas especies de amplio rango de tolerancia a la altura. Estamos a 850m. Legousia scabra es una hierba de tallo rígido y áspero que forma pequeñas pero llamativas flores acampanadas con el ovario alargado

Minuartia hybrida también es planta que está presente a baja altitud y que en montaña aparece junto a roquedos soleados.
Sedum dasyphyllum también nos advierte del ambiente seco y soleado de esta cara sur de la ralla.

La ralla muestra un trazado rectilíneo y paralelo a otras rallas como las que vemos en las laderas de La Fogaza hacia donde luego nos dirigiremos.



























Phagnalon sordidum es una compuesta de brácteas cobrizas muy apretadas y agrupadas en pequeñas cimas. Ahora está sin abrir.


Antes de encaminarnos hacia La Fogaza miramos de nuevo a las verticales arenas fluviales de esta ralla.
Muy cerca del pueblo de Rapún, una peculiar gramínea considerada rara en Aragón: Aegylops ventricosa

Este año es bueno en orquídeas. Esta del género Ophrys dudo si es scolopax o picta
Pastos abiertos, cerca del bosque son adecuados para encontrar la orquídea Anacamptis pyramidalis
La anterior y esta siguiente, Gymnadenia odoratissima, son orquídeas que obligan a arrodillarse para aspirar su dulce fragancia.

Pasamos por la ralla de Ayés, que antes veíamos desde Rapún. Al acercarnos observamos que no está formada por areniscas sino por conglomerado. Entre la ralla de Rapún y ésta de Ayés, completamos los materiales continentales del eoceno conocidos como formación Campodarbe. Material con el que se construyen gran parte de las sierras exteriores prepirenaicas. 


En un claro de bosque encontramos Carduncellus mitissimus


Euphorbia nicaeensis es una pequeña lechera de hojas estrechas y espatuladas que crece en el suelo pedregoso.

De sus nectarios en media luna salen las verdosas flores que luego se convierten en frutos ovados y lustrosos.
Hemos subido apenas 300 metros de desnivel hasta que el camino comienza a bajar por la cara norte de esta pequeña sierra, hacia Sabiñánigo Alto. Comienza a tronar y llueve en los alrededores. Vemos desde aquí la silueta de Peña Oroel, muy diferente a como estamos acostumbrados a ver. Es interesante observar cómo Peña Oroel muestra desde aquí los curvos estratos que marcan el buzamiento del sinclinal donde nos encontramos. El barranco de Abena se ha formado siguiendo la orientación del sinclinal, y Peña Oroel es un resalte resistente de este sinclinal que cierra por el oeste el barranco.

Rapún, pueblo y ralla


Saxifraga longifolia curva el tallo hasta depositar la cima de flores en los cementados cantos rodados del conglomerado.


San Felix de Rapún

Track y datos de la ruta en https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/rallas-de-rapun-25682566


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Pusilibro / Puchilibro

El Pusilibro /Puchilibro es un modesto pico (1597m.) de la sierra de Loarre al que se llega sin dificultad ni gran esfuerzo desde el aparcamiento del imponente castillo medieval de Loarre.



Desde Montmesa, en el corazón de la Hoya de Huesca / Plana de Uesca, el Pusilibro se ve como un cerro de cima plana y redondeada. El Prepirineo, a medida que se extiende hacia el oeste, va perdiendo vigor.



Las calizas constituyen el esqueleto de esta sierra. Los relieves carecen de la potencia que caracteriza el Prepirineo más hacia el Este; sin embargo, desde el aparcamiento donde comenzamos la ruta se presentan breves resaltes rocosos. Son escalones calizos que un poco más abajo darán apoyo a los muros del castillo de Loarre.


Durante  mayo y principios de junio los pastos todavía están verdes y bien abastecidos de coloridas flores. Las pequeñas flores de Adonis annua destacan con su rojo escarlata.

Ophrys scolopax es una orquídea amante de estos ambientes soleados


En las proximidades del bosque de pinos de repoblación vemos algunas matas de Geum urbanum, una pequeña rosácea.

Antes de entrar en el bosque volvemos atrás la mirada para contemplar la soberbia estampa del castillo de Loarre, vigilante sobre el llano.


Antirrhinum majus forma nutridos racimos sobre bloques de caliza


Al cobijo de la sombra que hacen los pinos encontramos esta bella orquídea: Cephalantera longifolia

Muy cerca del camino, en un talud herboso otra orquídea, esta menos frecuente: Orchis laxiflora

Hemos sobrepasado el bosque y desde una repisa volvemos a mirar el llano: Loarre, población y castillo y el embalse de Las Navas.

La idea es subir por el lado oeste y bajar por el este. Dirigimos los pasos hacia el Portillo Chara, donde hay unas antenas de comunicaciones al final de una zanja cortafuegos.

Una vez en el Portillo Chara, seguimos una senda que en ocasiones está tapada por erizones y bojes. Esta senda sigue todo el cordal de la sierra en dirección al cerro del Pusilibro, que lo tenemos enfrente

Una vez en el cerro del Pusilibro, volvemos la mirada hacia el Portillo Chara. El cordal rocoso indica por donde está trazada la trocha.

En las rocas del cordal rocoso hemos encontrado algunas plantas características:  Linaria supina, de cáliz glanduloso y espolón curvado.

Alyssum montanum

Donde los erizones no se imponen se forman pequeños jardincillos, en este caso formado por Brimeura amethystina, Helianthemum apenninum y Linaria supina.

Hemos visto durante el camino mucho Anthyllis vulneraria, y más arriba, en zonas más venteadas de la cordal rocosa aparece Anthyllis montana.


La cara norte de la sierra de Loarre

El erizón sirve de protección invernal a Arenaria grandiflora, que sobrepasa con sus flores el cojinete del erizón.

Ya cerca de la cima del Pusilibro, tomamos esta panorámica de la sierra de Loarre. El castillo queda abajo empequeñecido por la distancia. Las nubes van y vienen soltando agua caprichosamente sobre algunos cerros.
























Polygala calcarea

Globularia repens

Ya en la cima contemplamos el valle de Yeste donde se aloja el embalse de la Peña, del cual vemos un recodo tras los estratos verticales de la Foz de Escalete

Hacia el norte, la silueta de la Peña Oroel es lo único que se divisa con relativa claridad ya que las nubes ocultan Collarada y sierra de la Partacua

No obstante, tenemos el atractivo de las luces cambiantes sobre el mosaico de cultivos de la Hoya de Huesca, y el espectáculo de su planicie en contraste con el Prepirineo del que en esta fotografía podemos ver asomar la cima de Gratal.

Track de la ruta y detalles en 


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Ecballium elaterium "pepino amargo"

Esta primavera he estado pendiente de una pareja de palomas torcaces que anidaron en la terraza de mi casa, resguardada su intimidad tras una jardinera de geranios. Tras la puesta, dos polluelos eclosionaron de sus huevos y han ido creciendo y cambiando plumón, hasta que hace apenas dos días, uno de ellos levantó el vuelo y sólo de vez en cuando  vuelve a visitarnos. El otro polluelo parece que tiene menos arrojo y aquí lo tenemos entre familiar y temeroso, mirándonos de reojo (si es que un ave puede hacer tal cosa con su inmóvil ojo) cada vez que nos acercamos. Hay una parte de la naturaleza salvaje que parece que busca la proximidad humana, o quizá sin saberlo les proporcionamos algún vital elemento que les hace vivir con nosotros. Es también el caso de muchas plantas a las que es difícil ver fuera de un entorno humano. El pepino amargo o también llamado, como recopiló José V. Ferrández para la zona del Cinca Medio, amargón, carbazeta borde, pepiné, pepinetes, pepinillo, podenco y pudenco, es una de esas plantas que vemos asociadas a las tapias y muros más vetustos de los pueblos. Esos muros donde el tiempo acumula suelos profundos y bien nutridos a base de procesar los restos vegetales y otros detritos que se van acumulando. 
Las flores nos orientan claramente sobre su filiación con calabazas, pepinos y otras cucurbitáceas, aunque en el caso del pepino amargo ninguna de sus partes es comestible.
Son flores con corola acampanada dividida en cinco agudos lóbulos amarillentos de vistosas venas verdosas,  y recubiertos de un aterciopelado vello. De las dos subespecies que hay en la península aquí encontramos la subespecie elaterium, que se caracteriza por ser monoica, esto es con flores masculinas y femeninas diferenciadas pero en el mismo pie. Las masculinas aparecen en racimos y las femeninas solitarias, distinguibles porque nada más abrirse ya tienen el ovario engrosado con la forma del pepino que después aumentará y formará el fruto.
La aspereza de toda la planta se manifiesta más rotundamente en el fruto, recubierto de rígidas cerdas.
Si la ley de la gravedad enunciada por Newton se asocia a una manzana, bien podría asociarse la tercera ley de Newton al pepino amargo. Esa ley por la que "todo cuerpo que ejerce una fuerza sobre otro cuerpo experimenta una fuerza de igual intensidad en la misma dirección pero en sentido contrario". En la aparente quietud del fruto del pepino amargo se esconde un equilibrio precario. Dentro de la cápsula hermética que forma el pepino se va concentrando una fuerza de presión elevada producida por los jugos que va produciendo y que no encuentran salida. Esta presión contenida hará que cuando ésta sea máxima, al más leve roce sobre el pepino, éste se desprenderá del rabillo que lo sostiene dejando libre un breve orificio por el que saltará a presión un chorro de zumo que arrastrará las semillas a varios metros de distancia, a su vez el pepino saldrá disparado por la fuerza de reacción. 
La naturaleza y sus leyes nos gobiernan y rodean. Descubrir sus secretos cotidianos es sumamente gratificante. Quizá eche de menos a ese palomo cuando se atreva a levantar el vuelo y nos deje.