Viburnum tinus y el hombre de Ötzi

Viburnum tinus en otoño, con sus frutos
Caminando por el sendero ras Vals, que de Castillazuelo conduce hasta Pozán de Vero, me he topado con un par de  bellos ejemplares de durillo (Viburnum tinus). Como no es un arbusto que abunde por la zona me he parado para hacerle unas fotos y anotar su ubicación en mi cuaderno de campo. Esta breve parada ha debido abrir una ventana en mi memoria y me ha recordado que hace unos años , visitando Bolzano ,en el norte de Italia, conocimos los restos de Ötzi, el hombre de los hielos.
En 1991 unos alpinistas encontraron a 3.210m de altitud los restos de un hombre semicubierto por el hielo que posteriormente los arqueólogos dataron en torno a los 3.100 antes de Cristo y al que llamaron Ötzi por el valle de Ötz donde lo encontraron. Si ya era sorprendente que se encontrasen sus restos en bastante buen estado, más fascinante todavía fue que, debido a su accidentada muerte (luego se ha sabido que fue un asesinato) este hombre llevaba consigo toda la impedimenta habitual de un cazador del neolítico. Contemplando la ropa, y calzado, de gran calidad técnica y perfecta acomodación para ser utilizada en la alta montaña, nos hacemos juicio cabal sobre la riqueza técnica del ser humano primitivo. Pero además, viendo la cantidad de utensilios que llevaba consigo se puede apreciar que esta persona era un hábil conocedor de los recursos que la naturaleza le proporcionaba. Además de la admirable confección  con pieles del gorro, chaqueta, pantalones y botas, utilizaba habitualmente al menos  una docena de vegetales para sus útiles. El arco que portaba era de fresno,  madera también utilizada para el mango del cuchillo de pedernal. Los carbones para mantener el fuego durante la marcha iban en recipientes de abedul; en el interior, las brasas se guardaban cubiertas con hojas frescas de arce. El hacha con hoja de cobre tenía el mango de tejo. Las botas contenían un forro aislante realizado con varios tipos de fibras vegetales hábilmente trenzadas. También diversas eran las fibras con las que realizó cuerdas y cordones,así como un cobertor o capa que podía funcionar como un buen impermeable. Se encontraron restos de bayas que había ingerido, así como un pedazo de hongo del abedul que podría utilizar como remedio antiséptico. En un carcaj portaba una docena de varillas rectas elaboradas con viburno, algunas de estas flechas estaban terminadas con punta de pedernal. 
Viburnum tinus en primavera, con sus flores
Viendo el viburno cerca de Castillazuelo, he pensado en los habitantes que poblaron estas tierras del Somontano en la misma época que Otzi. Aquí no hemos tenido la suerte de encontrar sus pertenencias, pero bien podemos imaginarlos con similares herramientas y realizando una adecuada elección de los materiales para adaptarse al medio natural. Me los imagino cazando por las riberas del Vero, desde sus fuentes en la sierra de Guara hasta el mismo río Cinca, con sus peregrinajes tras las presas, estableciendo campamentos y  pequeñas poblaciones donde quién sabe si todavía seguimos viviendo.






Otoño en el río Vero

Populus nigra  y Salix alba en el curso bajo del río Vero

Cornus sanguinea
Natura marca con su batuta de luz un ritmo pausado y los seres que la pueblan acomodan  su respiración a las notas que quedan por tocar antes de que el invierno escriba un compás de silencio.
Cada árbol, cada arbusto expone notas de color armónicas que juntas forman la coda otoñal.

Hedera helix
Camino por la orilla del curso bajo del río Vero, y veo en los matices del cornejo (Cornus sanguinea)  y de la hiedra la transformación que se está operando en la estructura de cada una de sus células. Las horas de sol se reducen y su energía calorífica es cada vez menor. La clorofila es costosa de producir, y su menor eficacia energética aconseja disminuir la producción de clorofila y su paulatina descomposición en la célula. Toman el relevo otros pigmentos que hasta ahora habían quedado en segundo plano. Son los carotenoides, que reflejan la luz amarilla y naranja.  Estos carotenos son eficaces absorbiendo los tonos azules y verdes de la luz solar y prolongan un poco más la actividad de la planta ya que se descomponen más lentamente que la clorofila. El paso gradual de unos pigmentos a otros así como sus diferentes concentraciones crea esta variedad de tonos que caracterizan el otoño.

Populus tremula
Recorro el río Vero y veo con más facilidad la variedad de árboles que me rodean. Matices y tonos en gamas riquísimas que añaden el brillo del sol atrapado en cada una de las células de las hojas.
A la experiencia visual se añaden los aromas de las hojas fermentando y transformándose lentamente en materia que se recicla y enriquece el suelo.

Acompaso mi caminar al ritmo sosegado que este ambiente me impone, es un andante ma non troppo que me permite captar los matices y coloratura del tercer movimiento de esta sinfonía.





Paquiza de Linzola desde Linza

14 de Octubre de 2017. Paquiza Linzola es un pico modesto en sus formas y en dimensiones pero que resulta una agradable opción para situarse entre el dulce valle navarro de Belagua y las agrestes formas calizas de Petrechema, Tres Reyes y Acherito.  El día anterior estuvimos en Chipeta Alto por el camino de Tacheras, y hoy nos planteamos algo que sea más reposado.


Una buena parte del camino es el mismo que se sigue para ir al pico de los Tres Reyes. Así que en esta crónica evitaré repetir fotografías de los escenarios comunes y comenzaremos el relato una vez superado el collado de Linza, pero antes nos detenemos en la siguiente imagen que muestra el emplazamiento del refugio de Linza, junto al bosque de hayas que sube hasta el collado de Aztaparreta, el cual recorreremos en descenso al final de la ruta circular. Al fondo de la imagen se ve la cima del Paquiza de Linzola.

Las apretadas filas de ovejas que pastan en estos prados nos recuerdan que es un paisaje transformado para la actividad ganadera.

El bosque que cerca Linza está dominado por el haya, pero se ven despuntar los abetos. El borde de avanzadilla del bosque lo forman algún boj, pino silvestre, algún abedul y pequeñas hayas.





















Como decía antes, damos un salto en esta crónica y la retomamos  una vez pasado el collado de Linza, donde hemos girado  hacia el oeste para remontar por pastos en dirección a la oculta cima. Llama nuestra atención la barrera de calizas marrones que forma una muralla rectilínea en dirección a la Hoya de la Solana. La muralla marca la dirección de una de las numerosas fallas que configuran este espacio, en este caso con desplazamiento vertical de las calizas grises y calcarenitas marrones. 
























Esta fractura se prolonga hasta el final del valle, donde apreciamos un desplazamiento de esta fractura hacia el norte , junto con una discontinuidad de los estratos apuntando hacia el pico Mouscaté. La alternancia de estas bandas marrones y grises reflejan la alternancia de depósitos marinos costeros y coralinos durante el Cretácico.

Seguimos subiendo por amplias laderas buscando la dirección de la cima. El carácter calizo del paraje se manifiesta en las pequeñas dolinas, algunas apertura de profundas simas, que se abren en medio del pasto, visibles en la lejanía como pequeñas manchas circulares. La erosión periglaciar ha modelado también estas laderas formando áreas de solifluxión como la que aparece en la fotografía y que muestra un desplazamiento de masa vertical y en ladera.

























Estamos ya en la redondeada cima. Veamos qué hay a nuestro alrededor.

Hacia el este las cimas que hacia la otra vertiente custodian el circo de Lescún en Francia y Guarrinza en España.
















Budoguía, Pico Tres Reyes y Mesa de los Tres Reyes


Mouscaté y Petrechema


Hacia el oeste el rincón de Belagua, con la línea fronteriza que forman de izquierda a derecha Lakartxela y Lakora, separados por el collado de Arrakogioti. A los pies de Lakora vemos el refugio de Belagua y la carretera que se dirige hacia el puerto de la Piedra de San Martín























Hacia el sur, el cordal de Paquiza de Linzola se extiende hasta llegar hasta el collado de Aztaparreta, coloreado de bosques, y pasado éste el pico Maz a cuyos pies se sitúa el refugio de Linza.




















Después de unos prolongados momentos de contemplación continuamos camino, ya en descenso siguiendo el cordal hacia el collado de Aztaparreta. La cara de pico Paquiza Linzola se muestra más abrupta por este lado.

Recorremos sucesivas lomas siempre por los descarnados lomos de la sierra.

A medida que descendemos nos acercamos a las masas forestales de Linza.

Así hasta llegar al collado de Aztaparreta, lanzamos una última mirada hacia Belagua antes de descender por el lado de Linza.

Peña Ezcaurri, puerta de entrada a Zuriza y Linza


Inmediatamente nos adentramos en el hayedo.  Las hayas muestran la presión de la nieve que con la pendiente comprime los jóvenes troncos moldeándolos en curvas a favor de la pendiente. La zona alta de este bosque está constituida por ejemplares jóvenes, indicando el reciente crecimiento del bosque hacia el collado.

A medida que descendemos el bosque presenta un aspecto más maduro. Los adultos árboles forman un telón de fondo con el tejido de sus ramas y hojas.

Euphorbia amygdaloides prospera en este hayedo a 1450m. Es la misma especie que habitualmente encuentro en el río Vero, cerca de Barbastro  a 350metros.

A pesar de la presión del hayedo y de que está avanzado el otoño, Geranium purpureum florece tímidamente entre la hojarasca.

Algunos ejemplares de gran altura de haya y abeto.

El tronco de estos gigantes sirven de apoyo a un pupurrí de líquenes, creo que de los géneros Loberia, Parmelia y Ramalina

Saxifraga hirsuta, preparándose para el invierno.

A punto de salir del bosque, anunciando más luz y la presencia de los pastos, emerge Gentianella ciliata

Ya de nuevo en el refugio de Linza. Aquí termina nuestra ruta por hoy.


Track y detalles de la ruta en: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=20352350