Orobanche hederae

Con el calor que estamos padeciendo, en pocos lugares apetece pasear por el entorno de Barbastro. Uno de estos escasos lugares es el sendero que sigue el río Vero y que en mayor parte transcurre por la sombra de chopos y fresnos. Algunos trechos son estrechos y en extremo sombríos, la variedad vegetal disminuye y prolifera la hiedra (Hedera helix) que cubre suelo y troncos de los árboles. Todavía en julio se pueden ver numerosas espigas de flores blanquecinas que asoman entre las hojas de la hiedra que tapizan el suelo. Una observación más detenida nos desvela que estas espigas salen directamente del suelo, sin hojas verdes que les acompañen. Se trata de Orobanche hederae, una planta parásita que se ha especializado en vivir exclusivamente de las raíces de la hiedra. Y como la hiedra abunda en las márgenes del Vero, su parásita se prodiga por miles, creando en algunos umbrosos rincones  un espectáculo de numerosas varas que blanquean las oscuras hojas de la hiedra. 
Esta planta, como todas las de su género, se alimentan extrayendo los azúcares directamente de las raíces de su planta nutricia. Para ello, sus raíces no buscan tierra fértil, sino que detectan las raíces de su hospedante, las perforan hasta llegar al floema, y desde allí extraen el sustento para desarrollarse y reproducirse. Además de no necesitar extraer nutrientes del suelo, tampoco precisan producir sus propios alimentos mediante la fotosíntesis, por lo que se ahorran la producción de clorofila. Como resultado,no necesitan hojas que capten la luz, ni donde situar los cloroplastos, esas fábricas energéticas que el mundo vegetal inventó. Las hiedras no parecen sufrir con la presencia de estas acompañantes. Las vemos crecer lozanas, arrastrarse por el suelo y trepar por los troncos. Por cierto, es creencia bastante común creer que la hiedra se alimenta del árbol sobre el que se apoya. Esta falsa creencia se basa en las numerosas raíces que la hiedra produce para trepar. En el caso de la hiedra son raíces adventicias con la única finalidad de adherirse, medrar y llegar a la luz.

Ibón de Tringoniero/ Trigoniero

16 de junio de 2019. Un cartel junto al sendero que da comienzo a la ruta habla del collado de Tringonier como lugar de paso para las gentes que del lado francés pasaban a España y viceversa, conectando así el valle de Bielsa con el vecino valle de Rioumajou. En la cartografía es más habitual encontrar el topónimo Trigoniero, pero ya se sabe que la discusión sobre la toponimia local y la publicada está abierta desde hace tiempo. Cuánto más aprenderíamos de nuestras tierras si comprendiéramos los nombres que sus habitantes les dieron. En el caso de Tringonier/Tringoniero no sé cual puede ser su significado o su devenir etimológico, pero sí puedo asegurar que la subida al ibón de Trigoniero es una experiencia inolvidable por el valor paisajístico que este lugar tiene.

Cruzamos el río Barrosa por el puente que está pocos metros más arriba de donde, tiempo atrás,  estaban los edificios del control aduanero. El río baja ágil y refresca el fondo del valle dando vida a un bosque denso que atravesaremos en los primeros 500 metros de ascenso.

El camino sube algo apartado del barranco, constantemente se escucha el rumor del agua precipitándose por entre peñascos. De vez en cuando, algún claro en el bosque permite ver las cascadas jalonan el camino. Árboles tumbados nos indican los aludes del invierno que llegan hasta el centro del valle.

Lamium maculatum cubre un pequeño claro del bosque rico en mantillo

Genista florida también cubre claros del caxicar

El valle es rectilíneo. Hacia atrás el pico La Mota cierra la perspectiva  y señala la  confluencia del torrente de Tringoniero con el Barrosa .

Pulmonaria affinis se establece en los lugares más sombríos

Similares herbazales ocupa Viola saxatilis

Valeriana officinalis aprovecha los huecos entre rocas por donde corre el agua y se asocia con otras plantas de gran tamaño.

El deshielo vivifica un torrente que se descuelga saltarín entre rocas y pinos.

Los rezumaderos de agua humedecen piedras y troncos caídos donde las grasillas (Pinguicula vulgaris) forman colonias.

Veronica officinalis


Cuando el bosque se acaba, en su lugar aparecen los pastos en una amplísima extensión, la plana del Cabo. Un refugio ocupa su extremo norte, pero en este momento está en proceso de reforma y todavía no se puede usar. Por la ladera de la montaña se descuelgan hilos de agua, el de la izquierda procede del ibón al que queremos subir.
Desde este momento la pendiente es más acusada y hay que tomarse con calma la superación de esta barrera. Desde la altura podemos valorar mejor la extensión del cubilar de El Cabo. El refugio tiene el tejado desmantelado. Detrás el pico Salcorz. Al fondo, en color gris y blanco el Robiñera y La Munia asoman al lado de La Mota.

En torno a los 1.900 mt. Scleranthus perennis crece en la pedregosa ladera 

La pendiente se hace cada vez más pronunciada y obliga a zizaguear

Daphne cneorum impregna el aire de su dulce aroma.

Discreta, pero menos hospitalaria, la víbora aspid.


Como recompensa al esfuerzo, van apareciendo mejores perspectivas de lo que nos rodea: La Mota, Robiñera, La Munia

Aunque lejanos, también distinguibles las cumbres que bordean Pineta.

El fuerte ruido del agua nos invita a separarnos del camino de subida y aproximarnos a la cascada que se descuelga en su tramo más elevado del ibón de Tringoniero.

Todavía quedan unos cien metros de subida.


De vuelta a la senda, llegamos al umbral que cierra el circo. Ya hemos ascendido todo por hoy, sólo queda acercarnos al lago.

Antes de llegar al lago nos entretenemos viendo cómo se descuelga el agua por la pared.


El lago todavía conserva pequeñas placas de hielo. 

Como si se tratase de un paisaje nórdico, las rocas redondeadas por los hielos  obligan a los torrentes a precipitarse en verticales cascadas.

Androsace laggeri ya está completamente desarrollada

Y silene acaulis tapiza de  verde donde otras plantas todavía no han comenzado verdear.

Me subo a un promontorio para poder contemplar al completo el lago. El Pico del Ibonet /Pic d'Arriouère para los franceses domina el paraje.

Ranunculus pyrenaeus marca el despertar de estos pastos alpinos.



El pico del Ibonet

A un costado del lago el pico de Castet


Capítulos apenas desarrollados de Antenaria dioica


Unos momentos de descanso antes de comenzar la larga bajada.



Datos y track de la ruta en
https://es.wikiloc.com/rutas-outdoor/ibon-de-tringoniero-trigoniero-37717727


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Puy Arcol

2 de junio de 2019. Puy Arcol /Pui Arcol es un pico modesto en altura, pero grande en las perspectivas que ofrece sobre Infiernos y Pondiellos. Supone vencer un desnivel  cercano a los 1.000 metros y trepar con cuidado por una breve y muy empinada cresta que carece de dificultad técnica ( si no hay nieve) , pero que puede impresionar a quien no esté acostumbrado a pendientes muy verticales. Como está llegando la primavera en este rincón del valle de Tena nos encontraremos con las habituales flores alpinas que anuncian la retirada de la nieve y el cambio de estación.



Comenzamos a caminar en el embalse de la Sarra, evitando las curvas de la pista con el alcorce que atraviesa el bosque de pino silvestre y que gana altura sin cesar. Sólo cuando los pinos van clareando y asoman las matas rastreras de la sabina (Juniperus sabina) damos por superado el bosque. La blanquecina masa de Peña Foratata aparece al otro lado del valle.


Unos metros más arriba, y los pinos quedan definitivamente atrás. Vemos un  rincón del embalse de Lanuza  y el Pico Pacino presenta las dos manchas de bosque de hayas que cubren parte de sus laderas.
De fondo, la sierra de la Partacua nos recuerda con sus retazos de nieve que todavía no ha llegado el verano.

En los pastos subalpinos, Androsace villosa.

El camino podría seguir hasta el barranco que baja de Ibonciecho, pero decidimos no seguir la pista, y subir derecho por un flanco rocoso que nos evita una amplia vuelta.
No ha sido fácil conectar con el camino que viene del barranco de Ibonciecho. Algunos hitos dan pista de por dónde ir, pero también hay trechos donde hay que elegir con intuición la ruta. Al final estamos cerca de la conexión y miramos hacia abajo la ladera que hemos remontado.

Los pastos alpinos todavía están dormidos, o al menos eso es lo que parece.

Hace poco que se retiró la nieve, y por eso podemos ver Soldanella alpina, junto a una pequeña mata de Androsace Laggeri.

Hemos atravesado un pequeño nevero para coger la diagonal que cómodamente  nos llevará al collado de Puyarcol. El pico ya lo vemos con nitidez a la derecha del collado.
Collado

Pico Puy Arcol

Unas matas de Saxifraga oppositifolia poco antes de llegar al collado. La he fotografiado en otros lugares, pero las de aquí me parecen de pétalos más grandes y alargados.

Cuanto más nos acercamos al collado, más se va revelando la fisonomía rocosa del pico. el carácter vertical de su cresta la hace atractiva.
El paso del collado es amplio y sencillo, una puerta que comunica valles. De donde venimos, las sierras de Ferraturas y Soques

Y traspasada la puerta, las impresionantes formas de los Picos del Infierno, Garmo Negro y Algas

Unos minutos para contemplar el paisaje y para estudiar por dónde subimos al pico desde el collado. Nos dejamos llevar por la intuición y subimos por la fracturada pero estable roca.

Desde la cima, el barranco de Pondiellos se despliega en su totalidad. Recorremos con la mirada picos y collados de este espectacular paraje. 
Sin lugar a dudas, el Infiernos atrae con fuerza la atención. 


También miramos con atención las formas de Garmo Negro, Algás y Cerrez.  En primer término, la cresta de Toronzuelo y a sus pies, con la nieve recién retirada, el ibón de las  Albas.


La posición de Puyarcol es idónea para contemplar este rincón del valle de Tena desde una perspectiva diferente.
Siempre hemos disfrutado identificando cimas y collados, y desde aquí completamos nuestro mapa mental de la zona. Aquí miramos hacia la Cubetilla.
Allá abajo destaca el embalse de la Sarra, color turquesa, a los pies de Peña Foratata.
La solitaria flor de una Pulsatilla vernalis 

El barranco de Pondiellos baja hasta encontrarse con el río Gállego
De nuevo en el collado, nos hacemos la foto de rigor antes de comenzar la bajada.

La vuelta la haremos por el camino habitual, es decir iremos hasta el barranco de Ibonciecho, para así cambiar un poco la ruta. Detrás va quedando el pico Puyarcol.
 Androsace vitaliana florece tempranamente, adelantándose al renacer de los pastos alpinos,... 

...lo mismo hace Potentilla crantzii...

...o Pritzelago alpina, pequeñas flores que se sienten cómodas superando los 2.000 metros.

El deshielo alimenta hermosos regatos que permiten un temprano verdor en los pastos alpinos.

Pinguicula grandiflora y Primula farinosa aprovechan este aporte extra de agua.

Y Gentiana verna hace honor a su nombre y marca la llegada de la primavera en estas alturas.

El camino elegido de vuelta nos obliga a tomar un trecho la larga pista que nos lleva a la majada de Cambillón. Es un tramo algo soso  y pesado, salvo que nos permite ver la cima de Puyarcol desde lejos, con su fisonomía de promontorio terminal del contrafuerte rocoso que sube hasta el pico de la Forqueta.


















Una forma azulada de Linaria alpina crece entre los cascajos caldeados que bordean la pista.

Le acompaña Veronica prostrata subsp. scheereri

El contrafuerte que forma las laderas de Puy Arcol contiene en su estructura sucesión de anticlinales tumbados que revelan la energía y desplazamiento de los materiales calizos.

Antes de abandonar la pista y tomar el atajo que nos llevará al bosque, nos despedimos de este lugar echando una última mirada al Puy Arcol. (2.397m)


Datos y track de la ruta en
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