Ayer estuvimos en la Foz de Lumbier y hemos pasado la noche en Ochagavía. madrugada gélida que pronto deja paso a una apacible mañana otoñal.
Dejado el vehículo en el aparcamiento de las casas de Irati emprendemos el camino hacia el embalse de Irabia. Ruta cómoda, llana y por pista. Es día para deleitarse con los colores y los aromas del bosque.
El embalse de Irabia, como todos este seco año, está bajo mínimos. Las hayas aparecen en todas las gamas de colores desde las todavía verdes a las que ya están tostadas por el frío.
El bosque es denso. No es ruta para ver grandes panorámicas, sino para disfrutar de los juegos de luces
Aunque en el bosque de Irati predomina el haya y el abeto (Abies alba) en el trayecto que bordea el embalse el bosque no está lo puro que cabría esperar. Hay repoblaciones de pino albar (Pinus sylvestris) que cubren talas intensivas. También aparecen bastantes pies de alerce japonés (fotografía),Larix kaempferi, conífera caducifolia importada que nada tiene que ver con este lugar, pero que aquí se ha plantado con un criterio que me parece discutible.
Algún ejemplar viejo de haya encontramos. La corteza parece un mapa de colonización de líquenes varios.
En general el camino discurre entre hayas jóvenes. Sólo de vez en cuando encontramos un haya antigua, quizá se libró de la tala por tener muchos nudos o no tener la rectitud adecuada.
El camino atraviesa el bosque en la sombra. De vez en cuando un rayo de sol es aprovechado por todos los seres vivos que por aquí deambulamos. Este saltamontes (Decticus verrucivorus) no desdeña pasar un rato al sol sobre la hoja del haya
Hemos llegado al extremo del embalse, antes de continuar por el bosque nos asomamos a un pequeño torrente.
El pastoreo y la tala han configurado las características propias de este lugar. En los claros del bosque cubren de naranja los helechos.
Tomamos una variante que nos lleve a lo alto de Lizardoia, siempre entre el bosque denso.
Otra especie introducida, originaria de centro Europa y países nórdicos es el abeto rojo (Picea abies)
Piña del abeto rojo
En los claros del hayedo aparece todavía en flor Erica vagans, brezo que coloniza aquellos espacios dejados por hayas y quejigos en suelos poco básicos.
Estamos a mitad del monte Lizardoia, la temperatura es agradable y no hay ninguna prisa. Así que ¿por qué no tumbarse bajo una hermosa haya y dejar llevar el pensamiento entre los dorados tonos de sus hojas?
Desde el alto de Lizardoia se comprueba la formidable extensión del bosque de Irati.
Vamos al encuentro de la pista que lleva a la cascada del Cubo. La hojarasca ha tapado toda señal de sendero, y el bosque nos parece más salvaje, más intenso.
Saxífraga hirsuta hace mucho terminó la floración. Las amplias hojas le permiten captar algo de luz en estos ambientes sombríos.
La cascada del Cubo
La cascada del Cubo
Hemos terminado la ruta de nuevo en las casas de Irati. Esta vez la noche la pasaremos en la Tapla, collado de la sierra de Abodi. Las luces del atardecer crean una nueva fiesta de colores con las cumbres del Pirineo Navarro y Aragonés en el horizonte.
Abajo en los valles las sombras ya se han instalado.
Con las últimas luces, el cielo se vuelve violeta, casi iridiscente.
En el lado oeste las siluetas de los montes navarros se recortan con las últimas luces otoñales.
Mapa , detalles de la ruta y track en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15370797
Este otoño ha sido impresionante en el Pirineo oscense, así que imagina cómo habrá sido en Navarra... Preciosas fotos!
ResponderEliminarPor fortuna tenemos muchas opciones para disfrutar los colores del otoño. Y es una estación que se hace tan corta...para eso están las fotografías, para hacerlo perdurar.
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