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Pico Baldairán

No sé por qué Baldairán me evoca el nombre de algún gigante mitológico o de libro de caballerías. Este pico, cuya etimología desconozco, es en verdad un pequeño gigante en su entorno. supera a Catieras, Mallarruego o Escuellas, pero es un gigante menor junto a los más lejanos Brazato,  Tendeñera, Comachibosa o Garmo Negro. Subir a Baldairán es auparse a los hombros de este gigante de alrededor de 2.700m ( no hay unanimidad en la cartografía sobre la altitud de este pico) y sentirse rodeado de todos los anteriormente citados.

La aproximación a Baldairán es larga si se sale de Panticosa o de la barrera de la pista de la Ripera. Como es un trayecto que ya he comentado en este blog en el trayecto por la pista de la ripera en otoño , así como el recorrido por los panares de Panticosa hacia el Verde, me limitaré a comentar en este caso a partir del puente de Laulot, que es donde comienza el valle de Yenefrito. En todo caso, hay que remontar el barranco de  Laulot  y pasar el cuello de Yenefrito jalonado por su característica roca interpuesta en medio del valle. 


A mediados de agosto se comienza a acusar la fatiga de los pastos. Son prados artificiales dedicados a la ganadería, especialmente ovina. En esta época las ovejas ya no obtienen aquí nutrientes y el pastor los sube a los pastos naturales subalpinos, a las estivas. La vegetación arbórea queda relegada a la zona de confluencia de este valle con el de la Ripera, y a los diseminados árboles que siguen el curso del barranco. Abedules, algún fresno y ocasionalmente un tejo antes de llegar al dedo de Yenefrito, lugar a partir del cual todo el paisaje está recubierto de  praderío. 


El valle es angosto, flanqueado por verticales laderas, sembrado de grandes bloques de roca desprendidos desde las alturas y conos de detritos de grandes dimensiones.

Algunos bloques caídos muestran micropliegues muy marcados y especialmente fotogénicos. 

A la altura en la que el barranco de Catieras confluye con el Laulot , cruzamos éste para ascender en fuerte pendiente por la ladera contraria dejando el valle principal que se cierra unos centenares de metros más arriba.


El sendero supera las cornisas rocosas que bordean el valle. Al fondo Tendeñera todavía mantiene algo de nieve. Los enebros siguen la forma de las rocas que tapizan.

Con fuerte subida llegamos hasta un paso horizontal y comienza una larga media ladera. Detrás empiezan a verse las formas agrestes del Escuellas

Tras la media ladera aparece el lago Catieras bajo el collado de Espelunz

Escondido y solitario, el lago está cercado  al frente por las laderas de Ferreras y las estribaciones del Baldairán, ambos unidos por el collado de Espelunz

Desde el inicio hasta aquí son unos mil metros de desnivel. Tenemos planeado pasar la noche en la orilla del lago y dejar para mañana subir Baldairán. Haremos también mañana todo el trecho de bajada hasta el inicio. Por aprovechar la tarde nos acercamos al collado de Espelunz para poder contemplar pausadamente el lago Catieras.

También , de paso, vemos la ruta para mañana. Deberemos subir al collado de Catieras, en el centro de la imagen, y después girar hacia la derecha por la ladera del Baldairán. El pico de la izquierda es el Catieras.

Son escasos 200 metros más de subida al collado de Espelunz desde el lago de Catieras, pero abren unas vistas privilegiadas sobre el lago.

Una amplia repisa plana, tras la primera subida, nos da paso al verdadero collado que ya vemos a la izquierda. El pico que lo custodia es el Ferreras.

La sequedad general que hemos padecido hasta ahora desaparece brevemente en un regato que baja de surgencias próximas al collado. Los cebollinos (Allium schoenoprasum) añaden color.



Juncus alpinoarticulatus se aproxima al agua en formaciones densas. 

Carex frigida también en el mismo ambiente.

Gypsophila  repens, más separada del agua en estos pastizales subalpinos con algo de roca

Desde el collado de Espeluz el barranco del mismo nombre traza una flecha que apunta al Comachibosa /Vignemale. La suave forma del pico Calcilé tapa parcialmente al gigante y se une al pico de Vila en una cuerda montañosa que se aproxima hasta unirse a Ferreras.

Desde el collado contemplamos el cierre del valle del Ara por la punta Chabarrón / pic Alphonse Meillon.

A nuestra derecha, el pico Ferreras detrás de una antecima menor.

A nuestra izquierda la ladera del collado asciende suave hasta la rocosa cresta que girando llegaría hasta Baldairán. Pero por aquí no iremos mañana.

En una cresta próxima otro observador contempla este escenario.

De vuelta otra vez al lago, nos preparamos para pasar la noche.

Pocas cosas hay tan estimulantes como desperezarse en un torrente de aguas cristalinas. Al lago de Catieras baja un pequeño arroyo que nace pocos metros más arriba en surgencia. Nos proveerá de agua para el día de hoy.



  Saxifraga aizoides y Parnasia palustris completan el despertar mañanero.

En el prado refrescado por el riachuelo florece Dactylorhiza majalis.

Las espigas de Briza media tiemblan con la brisa y recogen los rayos de luz del arroyo.

Empezamos la subida al Baldairán. Tomamos el mismo camino de ayer hacia el collado Espelunz, y cuando nos parece que llevamos suficiente altura giramos a la izquierda para dirigir los pasos hacia el collado de Catieras. Podríamos haber subido directamente por la orilla del arroyo en el que nos hemos refrescado, pero por aquí el primer tramo es más suave.

No parece un lugar muy concurrido, aunque se aprecia de cuando en cuando algún rastro de trocha. Pero la progresión no tiene problemas.

Encontramos Saxifraga praetermisa  al abrigo fresco de rocas formando pequeños céspedes ,2.300m.

También a esta altura, pero en lugares más secos, Geranium cinereum.



Próximos al collado observamos la forma de la cresta del Baldairán. Un primer tramo más vertical con fases de rocas y después un domo menos inclinado. Las bandas paralelas de hierba, probablemente Festuca eskia sujetando el suelo de piedra móvil con cada deshielo,  nos avisan de que la pendiente será importante en algún tramo.

En el collado de Catieras cavilamos por dónde será mejor subir, si por el lado este o el oeste. Ambas vías parecen posibles para salvar con seguridad el primer tramo de rocas.

Por el lado del este parece que haya un leve rastro que nos lleva a la primera horquilla desde donde pasar al lado del oeste.

Antes de reanudar la marcha echamos un vistazo al otro lado del collado. El macizo de Argualas al fondo y ante nosotros el paso que nos llevaría hasta la mallata Piniecho, con sendero evidente. Sobre la mallata, las puntas  de Piniecho. Un poco más allá, el pico Forátula, característica pirámide que inicia la cresta que se prolonga en los picos Tablato, Serrato y Brazato, este último a la derecha de la imagen y que enlaza por crestas con el Baldairán, aquí no visible.

Al final nos hemos decidido por la vertiente oeste. La pendiente es fuerte. Con nieve requeriría extremar precauciones.

El ibón de Catieras luce un atractivo color azul. La altura comienza a recompensar con panorámicas extraordinarias. Ferreras y Mallarruego a la izquierda. Tendenera al fondo y en primer plano el pico Catieras.























Son unos metros muy agradecidos. A pesar de que la Península está bajo ola de calor, aquí la temperatura es agradable. Peña Sabocos cierra la imagen.

Desde la cima, la vista se abre hacia el valle de Espelunz. Comachibosa/Vignemale está justo enfrente  y la cresta del Baldairán sigue hacia el sureste para enlazar con el collado Espelunz.


Localizamos el pico Baciás. Algunos montañeros están visitando su cima. Es también un buen observatorio a caballo entre los valles Gállego y  Ara.


Las crestas de Labaza


Giramos la mirada hacia el oeste. La cresta de Baldairán apunta hacia el pico Brazato. En el fondo el macizo de Argualas.

De izquierda a derecha, el pico de la Bandera o Argualas, parcialmente tapado el pico Algás. En el centro Garmo Negro. Se ve bien el verdadero collado y la ruta de subida al pico. Más a la derecha el collado de Pondiellos y los picos Arnales e Infierno.

Volmemos la mirada hacia el ibón de Catieras. Una  amplia cubeta abarca la cuenca que recogen las aguas del lago. Ferreras y Mallarruego son descriptivos topónimos, ferrugíneo para el primero y rojo para el segundo, ambos  justifican los nombres de estas cimas. La sierra de Tendeñera se despliega casi por completo en el fondo.  


Alcanzamos a ver el pequeño ibón de Mallarruego al pie del pico del mismo nombre.

Tres planos en una misma fotografía. Detrás, en la sierra Tenedenera, el Forau dos Diaples en la sombra y con sus persistentes neveros. En el plano intermedio el pico Escuellas. Presenta su verdadera cara desde esta perspectiva. Es una cima que nos hemos planteado algunas veces. Ahora vemos cómo tras su prolongada pendiente por ladera herbosa, su cima está protegida por una notable pared vertical que sólo nos parece practicable por la cresta izquierda.  En primer plano, por debajo de nuestros pies, vemos la cima de Catieras.

Llevamos ya un buen rato contemplando el paisaje, es la ventaja por haber subido temprano. Pero sabemos que tenemos una larga vuelta: 1.500 metros de descenso hasta donde dejamos el coche y unos 9  quilómetros largos.
De bajada algunas plantas nos sirven de distracción. Leucanthemopsis alpina casi en la cima.


Paronychia kapela serpyllifolia, entre los derrubios rocosos un poco debajo del collado.

El helecho Polystichum lonchitis se agazapa bajo grandes rocas.

Acortamos un poco el recorrido siguiendo el curso del torrente que sabemos desemboca directamente en el lago. Hay un sendero evidente que sigue el agua. 


La estrecha franja de pasto higrófilo que crea el torrente sirve de sustento a Epilobium alsinifolium.

A su lado, pero alejada del agua, donde el pasto ya se está secando, Phyteuma orbiculare.
Estamos ya sobre el lago Catieras. El descenso hasta aquí ha sido rápido y cómodo. Sus azules aguas tienen un indescriptible color. Por fortuna, es un lago en el que no hay intervención de hormigón ni represamiento alguno. La cubeta presenta algunos desplazamientos de masa bajo el agua, y una pequeña zona colmatada. Represa el agua un resalte rocoso.

Nos regalamos un breve descanso contemplando los alevines que se arremolinan en el agua y aprovechamos para dar otra vuelta a la flora de la orilla. Euphrasia minima todavía muestra sus diminutas flores.

Amplios espacios de la orilla del lago están recubiertos de Carex nigra.

Decimos adiós al ibón y emprendemos el definitivo camino de vuelta. Esperamos volver ya que es un lugar al que le tenemos especial cariño por los lejanos recuerdos que nos trae.