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Pico Baciás y rosario de ibones pirenáicos

El Pico Bacias tiene una posición privilegiada entre dos grandes del Pirineo: El macizo de Argualas y el Macizo de Vignemale. Está casi equidistante de estas dos grandes moles. Además, subir al Baciás significa caminar por el dominio del granito.  En pleno batolito de Panticosa, un rosario de ibones se van descubriendo al mismo tiempo que se va ganando altura, hasta llegar a la cima del Baciás. No hay dificultad técnica alguna, sólo contar con el desnivel que se hace notar más en la bajada hasta el balneario de Panticosa.



Desde que se inició la "remodelación" del conjunto arquitectónico del Balneario de Panticosa, confieso que paso lo más rápido que puedo y miro lo menos posible los resultados del atropello que supuso para el patrimonio arquitectónico esta profunda transformación. Tiemblo cuando paso junto al esqueleto del aberrante aparcamiento a medio acabar (no mejorará si alguna vez se termina) que me sorprende pudiera pasar los más mínimos controles de control ambiental, por no hablar del efecto  paisajístico y gusto arquitectónico.

En fin que tomamos rápidamente la senda que conduce a los ibones de Brazato. En claros del bosque, aun siendo el terreno pedregoso, a poca altura nos encontramos con este hipérico, Hypericum richeri subsp. burseri.

El ambiente húmedo de un regato permite el sustento de una gran valeriana, Valeriana officinalis subsp. collina.

En cuanto se deja atrás el bosque, se puede contemplar todo el macizo de Argualas.Este año la subida al Garmo Negro requerirá más tiento, pues permanecen más los neveros.
La observación atenta de las rocas nos enseña los cambios de color, las formas redondeadas de la raíz granítica de esta montaña, y superpuesta a ella las calizas fuertemente plegadas. Unas calizas que se superpusieron y que ahora aparecen aupadas sobre un zócalo que resistirá mejor el paso del tiempo que queda por venir.

El pico Argualas, o también llamado pico La Bandera por la  costumbre de alzar una bandera al llegar a la cumbre para que pudiera ser vista desde el Balneario en aquellos tiempos de pioneros del turismo y del pirineísmo. 
La potencia de los pliegues se aprecia en los fuertes ángulos que describen los estratos.

























Una verónica de intenso color azulado, Verónica fruticans, habitual de pastos supraforestales con suelo de composición ácida.



























Saxifraga intricata, habitante de grietas y rellanos silíceos.  En esta jornada quería encontrar otra saxífraga mucho menos habitual; saxifraga cotyledon, pero no hubo suerte en todo el día.

Quizá porque vamos acompañados de gente joven, Aurora, Marina y Diego ,esta vez se ha hecho corto el camino hasta divisar el valle de Brazato.
Al piso montano sucede el piso alpino, cada vez más raquítico en vegetación en parte por la dificultad que supone a la vegetación instalarse en el caos de granito. La transición se materializa con el bosque de pino negro, que con la altura se irá diseminando y mezclando con el matorral de rododendro.

El brazato superior aumenta su extensión con las represas artificiales realizadas a principios del s.XX para la obtención de energía eléctrica. Desde aquí se intuye la senda que seguiremos hasta llegar a un amplio collado y la cima del Baciás, discreta y engañosa tras el llamativo resalte rocoso.

 Una planta habitual en las gleras, Crepis pygmaea.
Una de las falsas árnicas: Senecio pyrenaicus, que frecuentemente encontramos en gleras, incluso las que son móviles.
 Estamos en el dominio del granito, y no podía faltar un helecho característico: Cryptogramma crispa, indicadora además de lugares de duradera innivación.
El ibón grande de Brazato tiene un hermano pequeño que queda agazapado a sus pies. Para verlo es preciso acercarse al escalón que separa ambos hermanos. De paso podemos contemplar la linea de cresta contigua que enlaza el picoBrazato , el pico Sarrato,  y las dos cimas gemelas del pico Foratura.



Dejamos atrás el ibón embalsado de Brazato y ascendemos por la ladera que nos conducirá al collado de los ibones superiores. En un paisaje dominado por el granito, aparentemente tan hosco, una pequeña jabonera Silene rupestris, en este caso acompañada de un endemismo pirenaico Gallium cespitosum que aprovecha la misma fisura de la roca.



Leucanthemopsis alpina.Esta margarita está especializada en la alta montaña y la vida en crestas pedregosas y fisuras de suelos pobres en bases.

En el collado de Brazato, vista total sobre el ibón embalsado. Lo más arduo ya está hecho, ya solo quedan los 250 últimos metros de desnivel.
























El collado de Brazato nos lleva a un universo rocoso. El ibón Perforao es el primero que nos recibe. Tras el ibón las crestas de Lavaza. Por el canchal seguimos subiendo en dirección al Puerto de Brazato


 Rhododendron ferrugineum, matorral alpino por excelencia, se atreve todavía a 2.500 metros de altitud a afrontar los rigores de la alta montaña. 

Cerca del rododendro el hermoso aster alpino (Aster alpinus)

 Desde el puerto de Brazato se respira ambiente de alta montaña. La proximidad de las crestas, la rala vegetación y el predominio de la roca. Las cumbres se suceden en planos cada vez más lejanos.



El Puerto de Brazato está situado en la divisoria entre el valle de Tena y el valle de Bujaruelo, que se extiende ahora a nuestros pies. El macizo del Cobachimosa/Vignemale nos enseña sus marmoleras, además de sus neveros permanentes. Pequeños cristales azules aparecen a nuestros pies, son los ibones de Batanes, ya pertenecientes a la cuenca del Ara




   

  Tras una fatigosa subida por un caos de grandes rocas llegamos a la cima del pico Baciás (2.758 m), y la prometida vista sobre el Vignemale, que nos hace sentir muy, muy pequeños.











Tres luceros azules, los ibones de Espelunz, y una amplia vista del valle de Bujaruelo, hasta la misma cabecera, cerrada por el Pic Alphonse Meillon, custodiando el circo del Ara, pero dominado siempre por el Vignemale.



Datos de la ruta.
Punto de partida. Balneario de Panticosa. 1.630 m
Pico Baciás 2.758 m.
Ascensión acumulada. 1.231m
Track en    http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7480986






































Valle de Brazato

8 de marzo de 2015.  Paseo invernal con raquetas desde el balneario de Panticosa para adentrarse en el valle de Brazato. Lugar apacible, muy tranquilo. Entretenida excursión con las raquetas en la que habrá que utilizar las puntas delanteras al subir. No problemático si la nieve no está excesivamente dura.


Balneario de Panticosa y macizo de Argualas.


El bosque se va aclarando a medida que tomamos altura.


 A nuestro lado baja el agua del barranco de Brazato. La primavera comienza a notarse.


Una vez superada la pendiente más importante, se abre un apacible valle salpicado de pinos.

A la izquierda tenemos a la vista el desvío que nos llevaría a los ibones de Brazato. Hoy preferimos adentrarnos un poco en este valle. Dejaremos esa ruta para otra ocasión.

Las laderas que hay que remontar para subir a los ibones de Brazato y Pico Baciás.  Esta es una ruta diferente de la del verano, que evita los aludes que se producen en la otra ruta.

Volviendo atrás la mirada, Argualas, Garmo Negro, Infiernos.



Argualas

Un pequeño corte forma un amplia avalancha.

Los vientos dominantes y la nieve que comba las ramas hacen de este pino negro una figura tortuosa.

El valle Brazato se cierra con el pico Tablato , en el centro y enlaza con las crestas del pico Forátula, a la derecha


Contemplamos el valle antes de emprender el regreso.

























































Datos del recorrido.

Altura a la salida. 1637m
altura máxima 2238m.
Ascensión acumulada 640m.
Distancia recorrida (ida y vuelta) 5,5km
Pendiente máxima 47%

Pico Baldairán

No sé por qué Baldairán me evoca el nombre de algún gigante mitológico o de libro de caballerías. Este pico, cuya etimología desconozco, es en verdad un pequeño gigante en su entorno. supera a Catieras, Mallarruego o Escuellas, pero es un gigante menor junto a los más lejanos Brazato,  Tendeñera, Comachibosa o Garmo Negro. Subir a Baldairán es auparse a los hombros de este gigante de alrededor de 2.700m ( no hay unanimidad en la cartografía sobre la altitud de este pico) y sentirse rodeado de todos los anteriormente citados.

La aproximación a Baldairán es larga si se sale de Panticosa o de la barrera de la pista de la Ripera. Como es un trayecto que ya he comentado en este blog en el trayecto por la pista de la ripera en otoño , así como el recorrido por los panares de Panticosa hacia el Verde, me limitaré a comentar en este caso a partir del puente de Laulot, que es donde comienza el valle de Yenefrito. En todo caso, hay que remontar el barranco de  Laulot  y pasar el cuello de Yenefrito jalonado por su característica roca interpuesta en medio del valle. 


A mediados de agosto se comienza a acusar la fatiga de los pastos. Son prados artificiales dedicados a la ganadería, especialmente ovina. En esta época las ovejas ya no obtienen aquí nutrientes y el pastor los sube a los pastos naturales subalpinos, a las estivas. La vegetación arbórea queda relegada a la zona de confluencia de este valle con el de la Ripera, y a los diseminados árboles que siguen el curso del barranco. Abedules, algún fresno y ocasionalmente un tejo antes de llegar al dedo de Yenefrito, lugar a partir del cual todo el paisaje está recubierto de  praderío. 


El valle es angosto, flanqueado por verticales laderas, sembrado de grandes bloques de roca desprendidos desde las alturas y conos de detritos de grandes dimensiones.

Algunos bloques caídos muestran micropliegues muy marcados y especialmente fotogénicos. 

A la altura en la que el barranco de Catieras confluye con el Laulot , cruzamos éste para ascender en fuerte pendiente por la ladera contraria dejando el valle principal que se cierra unos centenares de metros más arriba.


El sendero supera las cornisas rocosas que bordean el valle. Al fondo Tendeñera todavía mantiene algo de nieve. Los enebros siguen la forma de las rocas que tapizan.

Con fuerte subida llegamos hasta un paso horizontal y comienza una larga media ladera. Detrás empiezan a verse las formas agrestes del Escuellas

Tras la media ladera aparece el lago Catieras bajo el collado de Espelunz

Escondido y solitario, el lago está cercado  al frente por las laderas de Ferreras y las estribaciones del Baldairán, ambos unidos por el collado de Espelunz

Desde el inicio hasta aquí son unos mil metros de desnivel. Tenemos planeado pasar la noche en la orilla del lago y dejar para mañana subir Baldairán. Haremos también mañana todo el trecho de bajada hasta el inicio. Por aprovechar la tarde nos acercamos al collado de Espelunz para poder contemplar pausadamente el lago Catieras.

También , de paso, vemos la ruta para mañana. Deberemos subir al collado de Catieras, en el centro de la imagen, y después girar hacia la derecha por la ladera del Baldairán. El pico de la izquierda es el Catieras.

Son escasos 200 metros más de subida al collado de Espelunz desde el lago de Catieras, pero abren unas vistas privilegiadas sobre el lago.

Una amplia repisa plana, tras la primera subida, nos da paso al verdadero collado que ya vemos a la izquierda. El pico que lo custodia es el Ferreras.

La sequedad general que hemos padecido hasta ahora desaparece brevemente en un regato que baja de surgencias próximas al collado. Los cebollinos (Allium schoenoprasum) añaden color.



Juncus alpinoarticulatus se aproxima al agua en formaciones densas. 

Carex frigida también en el mismo ambiente.

Gypsophila  repens, más separada del agua en estos pastizales subalpinos con algo de roca

Desde el collado de Espeluz el barranco del mismo nombre traza una flecha que apunta al Comachibosa /Vignemale. La suave forma del pico Calcilé tapa parcialmente al gigante y se une al pico de Vila en una cuerda montañosa que se aproxima hasta unirse a Ferreras.

Desde el collado contemplamos el cierre del valle del Ara por la punta Chabarrón / pic Alphonse Meillon.

A nuestra derecha, el pico Ferreras detrás de una antecima menor.

A nuestra izquierda la ladera del collado asciende suave hasta la rocosa cresta que girando llegaría hasta Baldairán. Pero por aquí no iremos mañana.

En una cresta próxima otro observador contempla este escenario.

De vuelta otra vez al lago, nos preparamos para pasar la noche.

Pocas cosas hay tan estimulantes como desperezarse en un torrente de aguas cristalinas. Al lago de Catieras baja un pequeño arroyo que nace pocos metros más arriba en surgencia. Nos proveerá de agua para el día de hoy.



  Saxifraga aizoides y Parnasia palustris completan el despertar mañanero.

En el prado refrescado por el riachuelo florece Dactylorhiza majalis.

Las espigas de Briza media tiemblan con la brisa y recogen los rayos de luz del arroyo.

Empezamos la subida al Baldairán. Tomamos el mismo camino de ayer hacia el collado Espelunz, y cuando nos parece que llevamos suficiente altura giramos a la izquierda para dirigir los pasos hacia el collado de Catieras. Podríamos haber subido directamente por la orilla del arroyo en el que nos hemos refrescado, pero por aquí el primer tramo es más suave.

No parece un lugar muy concurrido, aunque se aprecia de cuando en cuando algún rastro de trocha. Pero la progresión no tiene problemas.

Encontramos Saxifraga praetermisa  al abrigo fresco de rocas formando pequeños céspedes ,2.300m.

También a esta altura, pero en lugares más secos, Geranium cinereum.



Próximos al collado observamos la forma de la cresta del Baldairán. Un primer tramo más vertical con fases de rocas y después un domo menos inclinado. Las bandas paralelas de hierba, probablemente Festuca eskia sujetando el suelo de piedra móvil con cada deshielo,  nos avisan de que la pendiente será importante en algún tramo.

En el collado de Catieras cavilamos por dónde será mejor subir, si por el lado este o el oeste. Ambas vías parecen posibles para salvar con seguridad el primer tramo de rocas.

Por el lado del este parece que haya un leve rastro que nos lleva a la primera horquilla desde donde pasar al lado del oeste.

Antes de reanudar la marcha echamos un vistazo al otro lado del collado. El macizo de Argualas al fondo y ante nosotros el paso que nos llevaría hasta la mallata Piniecho, con sendero evidente. Sobre la mallata, las puntas  de Piniecho. Un poco más allá, el pico Forátula, característica pirámide que inicia la cresta que se prolonga en los picos Tablato, Serrato y Brazato, este último a la derecha de la imagen y que enlaza por crestas con el Baldairán, aquí no visible.

Al final nos hemos decidido por la vertiente oeste. La pendiente es fuerte. Con nieve requeriría extremar precauciones.

El ibón de Catieras luce un atractivo color azul. La altura comienza a recompensar con panorámicas extraordinarias. Ferreras y Mallarruego a la izquierda. Tendenera al fondo y en primer plano el pico Catieras.























Son unos metros muy agradecidos. A pesar de que la Península está bajo ola de calor, aquí la temperatura es agradable. Peña Sabocos cierra la imagen.

Desde la cima, la vista se abre hacia el valle de Espelunz. Comachibosa/Vignemale está justo enfrente  y la cresta del Baldairán sigue hacia el sureste para enlazar con el collado Espelunz.


Localizamos el pico Baciás. Algunos montañeros están visitando su cima. Es también un buen observatorio a caballo entre los valles Gállego y  Ara.


Las crestas de Labaza


Giramos la mirada hacia el oeste. La cresta de Baldairán apunta hacia el pico Brazato. En el fondo el macizo de Argualas.

De izquierda a derecha, el pico de la Bandera o Argualas, parcialmente tapado el pico Algás. En el centro Garmo Negro. Se ve bien el verdadero collado y la ruta de subida al pico. Más a la derecha el collado de Pondiellos y los picos Arnales e Infierno.

Volmemos la mirada hacia el ibón de Catieras. Una  amplia cubeta abarca la cuenca que recogen las aguas del lago. Ferreras y Mallarruego son descriptivos topónimos, ferrugíneo para el primero y rojo para el segundo, ambos  justifican los nombres de estas cimas. La sierra de Tendeñera se despliega casi por completo en el fondo.  


Alcanzamos a ver el pequeño ibón de Mallarruego al pie del pico del mismo nombre.

Tres planos en una misma fotografía. Detrás, en la sierra Tenedenera, el Forau dos Diaples en la sombra y con sus persistentes neveros. En el plano intermedio el pico Escuellas. Presenta su verdadera cara desde esta perspectiva. Es una cima que nos hemos planteado algunas veces. Ahora vemos cómo tras su prolongada pendiente por ladera herbosa, su cima está protegida por una notable pared vertical que sólo nos parece practicable por la cresta izquierda.  En primer plano, por debajo de nuestros pies, vemos la cima de Catieras.

Llevamos ya un buen rato contemplando el paisaje, es la ventaja por haber subido temprano. Pero sabemos que tenemos una larga vuelta: 1.500 metros de descenso hasta donde dejamos el coche y unos 9  quilómetros largos.
De bajada algunas plantas nos sirven de distracción. Leucanthemopsis alpina casi en la cima.


Paronychia kapela serpyllifolia, entre los derrubios rocosos un poco debajo del collado.

El helecho Polystichum lonchitis se agazapa bajo grandes rocas.

Acortamos un poco el recorrido siguiendo el curso del torrente que sabemos desemboca directamente en el lago. Hay un sendero evidente que sigue el agua. 


La estrecha franja de pasto higrófilo que crea el torrente sirve de sustento a Epilobium alsinifolium.

A su lado, pero alejada del agua, donde el pasto ya se está secando, Phyteuma orbiculare.
Estamos ya sobre el lago Catieras. El descenso hasta aquí ha sido rápido y cómodo. Sus azules aguas tienen un indescriptible color. Por fortuna, es un lago en el que no hay intervención de hormigón ni represamiento alguno. La cubeta presenta algunos desplazamientos de masa bajo el agua, y una pequeña zona colmatada. Represa el agua un resalte rocoso.

Nos regalamos un breve descanso contemplando los alevines que se arremolinan en el agua y aprovechamos para dar otra vuelta a la flora de la orilla. Euphrasia minima todavía muestra sus diminutas flores.

Amplios espacios de la orilla del lago están recubiertos de Carex nigra.

Decimos adiós al ibón y emprendemos el definitivo camino de vuelta. Esperamos volver ya que es un lugar al que le tenemos especial cariño por los lejanos recuerdos que nos trae.