camino de El Pueyo. Hinojo, fenojo. "Foeniculum vulgare"

flores de Foeniculum vulgare
 Aunque archiconocido, no por ello el hinojo  debe quedar fuera de esta relación de plantas que encontramos camino de El Pueyo de Barbastro.
Es planta de la familia de las umbelíferas que desarrolla varas altas, incluso de más de metro y medio si las condiciones son favorables. Sus hojas son lineales, divididas. Las flores, pequeñas y amarillas se agrupan en umbelas dobles.
Al madurar produce semillas con aristas, parecidas en forma y sabor al anís. Aunque dulces al principio amargan un poco después.
Hojas de hinojo, con algún brote tierno
Ha sido planta muy utilizada: Los brotes tiernos de principios de primavera son sabrosos en ensalada. Sus semillas tomadas en infusión arreglan trastornos intestinales, y el baño en los ojos previene de oftalmias. Tanta fama tuvo en tiempos pasados que fue cultivada y exportada. Pío Font Quer relata en su obra "Dioscórides renovado" que se llevó  a Centroeuropa e incluso a la pampa argentina donde todavía se le tiene en gran aprecio. Estas migraciones de las plantas me lleva a otro uso del fenojo, que es en el aliño de los frutos de un árbol importado: el olivo.
Curiosa querencia tienen las caracolas a encaramarse ,cuando llega el frío,
a las ramas de hinojo.
Recuerdo que para estas fechas mi padre realizaba la operación de aliño de las olivas. Previamente las había "matado" con una novena de aclarados en agua y con una salmuera hecha en  proporción de agua y sal hasta que flotaba un huevo. Una vez "matado" las olivas, comenzaba la operación de darles gusto. En este momento entraba en juego el fenojo, convenientemente cortadas las ramas, formando hatillos junto con otra aromática reina de nuestras cocinas, el tomillo.
Rara es la vez que al pasar junto a un hinojo no tome una pequeña hoja y me la lleve a la boca. Su sabor me estimula los recuerdos.



Ripareta de Añisclo

El último domingo de octubre, dimos un paseo por el valle de Añisclo con intención de contemplar el avance del otoño. Todavía no estaban las hayas en su pleno esplendor de colores otoñales, pero aún así la jornada mereció unas cuantas fotos que son las que presento a continuación.

De izquierda a derecha: Mila, Marina, Ana, Marisol, Juan, Ricardo, Lorenzo.








Hace dos años estuvimos por aquí Marisol y yo, llegamos a la Ripareta cuando todavía le daba el sol , esta es la fotografía que saqué aquel día.

Aunque era por las mismas fechas, en aquella ocasión las hayas estaban a punto


Pico Tres Hombres

La montaña comienza su  letargo otoñal. El pico Tres Hombres, en el corazón del dominio esquiable de Formigal está ahora inusualmente tranquilo. Dentro de nada, en cuanto la nieve caiga y los remontes de las pistas comiencen a funcionar, todo a su alrededor cambiará , como si fuera un parque de atracciones.
Ahora podemos caminar por sus laderas sin apenas encontrarnos con nadie. Aún se oyen esquilas del ganado que pasta por las laderas de Tosquera y Tarmañones. Como es un pico fácil y cómodo, optamos por hacer una pequeña ruta circular, subiendo primero directamente  desde el aparcamiento de "Sextas" por los pastos de las faldas de Tres Hombres y bajando por el bosque de hayas que viste de otoño el barranco Furco.
Altitud punto de partida: 1.500mts
Altitud Pico Tres Hombres: 2.271mts.
fecha: 13 octubre 2.012


 Hemos evitado lo más posible la pista que sube a las plataformas superiores de los telesillas, superadas las laderas herbosas, llegamos al collado de Condiana tras el cual se abre un vallecillo subsidiario del amplio valle glaciar de Lana Mayor. Detrás la punta de Condiana, y de fondo la silueta de la Sierra de la Partacua.























Una prolongada linea de lomas conforma la Sierra Condiana en la que dos son los hitos mayores: Tres Hombres y Tres Huegas. De fondo Balaitus, Arrieles, Infiernos...
















Desde la vecina Francia  monta guardia , cercado de brumas, el Midi d'Ossau























Hacia el oeste, la barrera rocosa de la Sierra de la Partacua en toda su extensión. Desde esta privilegiada atalaya contemplamos la amplitud del collado de Bucuesa , y aunque la luz del sol nos dificulta el detalle, al menos apreciamos las torturadas siluetas que forman esta sierra, por lo que merece la pena ponerles nombre.


















La vuelta la realizamos por el otoñal bosque de hayas de Sallent, que despliega toda su paleta de colores.