Camino de El Pueyo. Sorghum halepense. "Sarraichón,charrachón,sarrajón"


El charranchón es planta introducida junto con  los sorgos que se cultivan para producir forraje, hoy se la considera cosmopolita.  Está catalogada como la sexta planta invasora  más perjudicial  en el mundo desde el punto de vista de productividad agrícola y es difícil de erradicar debido a que se reproducen tanto por semilla como por los rizomas. Las aves pueden ser dispersoras al no destruir totalmente su vitalidad cuando las ingieren. Los rizomas forman un fuerte y resistente sistema de raíces de las que surgen nuevas macollas, es decir ,cañas floríferas.

Vemos grupos de charranchón como mala hierba de algunos campos allí donde la fuerza del arado no ha conseguido exponer las raíces al rigor del frío, que es una de las técnicas de control de esta planta.

En la cima de la macolla se desarrolla la inflorescencia, que desarrolla varias ramas de colores rojizo purpúreos.  Como es perteneciente a la familia de las Gramíneas, la flores están protegidas por las glumas, los cascabillos, que rodean la inflorescencia y las glumelas que rodean la flor.
Algunas hojas se disponen en la base ,y otras abrazando la macolla. Las hojas tienen una característica banda blanca en el centro.
Los pastores  temen esta planta por producir graves trastornos en el ganado cuando la comen joven. Y es que el sarranchón tiene un compuesto tóxico que desaparece al madurar la planta o al henificarlo, pero que es muy activo cuando la planta está en verde, produciendo en el ganado una hinchazón en el vientre que puede ser mortal.
En un artículo reciente se citaban varias especies invasoras muy extendidas en Aragón, y que son objeto de control por parte de la dirección general de Conservación del Medio Natural del Gobierno de Aragón. Entre ellas están varios árboles como el árbol del cielo (Ailanthus altísima) y el arce negundo ( Acer negundo) En la zona urbana de Barbastro hay varios espacios totalmente colonizados por el ailanto que se han naturalizado, y curiosamente, se han plantado algunos arces negundos en alguna avenida.
La incorporación de nuevas especies a nuestro entorno natural es un problema serio, en tanto que introduce nuevas competidoras, enfermedades y plagas, y modifican la dinámica de los ecosistemas donde se expanden. En suma, reducen la biodiversidad.

Colores de otoño

El panar de Panticosa, en dirección al valle de la Ripara, es uno de los innumerables lugares donde enriquecer la vista con los colores del otoño. La paleta de colores  despliega cromatismos antes de que el frío lo convierta todo en blanco y negro.








camino de El Pueyo. Ilex aquifolium. "acebo, escardón"


Para que nadie se lleve a engaño, he puesto la primera foto en el entorno donde está el acebo. Así se podrá comprobar que no es un ejemplar que haya salido espontáneamente, sino que la intervención humana ha sido decisiva para que este hermoso ejemplar muestre en estas fechas los frutos. Crecen un par de acebos bien arrimados  al muro de la iglesia de El Pueyo, junto al vano gótico de una de sus ventanas (la iglesia es del gótico inicial, de decoración cisterciense, en torno al 1.300). El lugar está bien elegido, pues  aprovecha el frescor  de estos muros orientados hacia el norte.  En condiciones naturales, El acebo vive en  compañía de hayas y abetos subiendo hasta los 2.000 metros,  y también en barrancos de umbría donde conoce al quejigo, llegando a presentarse en algunos puntos del prepirineo, en torno a los 700 metros. En estas tierras del prepirineo se le acostumbra a llamar "escardón".
En El Pueyo veremos frutos sólo en uno de los ejemplares. El acebo es árbol dioico, esto es que tiene pies masculinos y femeninos. En El Pueyo hay de los dos, con lo que la polinización está asegurada.


Como los del El Pueyo ya son ejemplares añejos ya no tienen preocupación por protegerse de herbívoros, y así las hojas  de las ramas más antiguas carecen de las espinas marginales que vemos  en otros acebos de menor porte.

Los frutos son purgantes, y producen vómito. También hay que advertir que su acción puede ser muy peligrosa por su alta toxicidad. Deben extremarse la precaución de que no ingieran los frutos los niños. 
Me gusta ver estos acebos en lo alto de El Pueyo. De crío subía con mis padres y hermanos y contemplábamos el Pirineo, tan lejos y tan cerca. Con la mesa de orientación que estaba esculpida en mármol nos guiábamos por las siluetas de las montañas que se recortaban en el horizonte. La gente del Somontano tenemos sangre de montañeses. En cuántas familias hay un antepasado que bajó de la montaña. Yo tengo el mío. Mi abuela paterna, Matilde,  que bajó de Fragen con su apellido Cazcarro. Era menuda y frágil cuando la conocí. Yo era muy pequeño y no tuve ocasión de preguntarle sobre su vida en la montaña. Esta unión entre el llano y el Pirineo, ese telón de fondo que vemos todos los días, quizá sean el motivo de que tantas veces hagamos el camino de vuelta para recorrer los senderos de la montaña.