31 Octubre 2016. Ayer estuvimos caminando por el bosque de Irati. Casi todo el recorrido bajo el dosel de los árboles. Hoy en cambio, vamos a caminar sobre pastos. Desde el alto de la Tapla nos vamos a acercar a dos promontorios de esta sierra de Abodi, el Goñiburu y el Berrendi Espacio transformado hace siglos para el pastoreo.
Nos hemos despertado poco antes de que el sol despuntara por el Este. El cielo está diáfano y las montañas forman una hermosa silueta recortada contra la luz del amanecer. Son formas nítidas, contundentes, un perfil de montañas lejanas que dentro de un rato comenzaremos a descubrir.
Hemos dejado que el sol temple la atmósfera antes de comenzar el camino. Cerca de nosotros pastan las vacas y algún caballo. Este joven potro se pone tenso cuando pasamos junto a él. Abajo los bosques cercanos a Ochagavía y de fondo cumbres pirenaicas, entre ellas la cima hendida del Castillo de Acher, en el centro. Magnífico corazón de un sinclinal aislado por la erosión, un poco más a la derecha el anticlinal partido del Achar de Alano.
Las luces doradas de la mañana iluminan los prados. Las nieblas tardan en levantarse de los fríos fondos del valle. Aquí arriba gozamos de un sol que templa el ambiente.
Ayer recorrimos parte de los bosques que ahora vemos allá abajo. El río Irati ha cortado estas sierras , y de fondo contemplamos la llanura de las tierras francesas. Qué permeable se siente aquí la muga. Desde aquí también corroboramos lo que ayer ya habíamos visto, el bosque de hayas ha sido transformado al introducir coníferas, son las amplias manchas verdes que suben por las laderas en franjas regulares.
Hacia el Este las agrestes siluetas calizas de un Pirineo menos dulce y amable que las onduladas formas de la sierra de Abodi. Ya no son la silueta negra que vimos en la madrugada, ahora el sol nos permite descubrir sus escarpaduras. Nos rescatan del recuerdo alguna caminata por Oza y Guarrinza.http://rocayflor.blogspot.com.es/2013/10/selva-de-oza-iii-ibon-de-acherito-mallo.html
Ayer, tumbados junto a las hayas oíamos el chasquido de las hojas al caer. Hoy escuchamos el suave susurro de las plumas del quebrantahuesos al cortar el aire.
Desde el alto de Goñiburu observamos la línea de las hayas que suben como en un frente ordenado hasta los límites de los pastos. Al fondo, las laderas muestran un tapiz de colores alternando los pastos, los helechos y los retazos de hayas que ocupan el fondo de los pequeños barrancos.
Desde el alto de Goñiburu, miramos hacia el Oeste, los pastos siguen extendiéndose sobre el bosque de hayas. Allí tenemos a la vista el Berrendi. Lo tenemos tan a la mano que decidimos acercarnos hasta allí.
Seguimos una pista hasta que ésta toma un rumbo que no nos interesa. Ahora, por las trochas que abrieron los rebaños seguimos la ladera sin perder altura. Disfrutando de la vista sobre el bosque.
Un majuelo nos brinda un aperitivo con sus manzanetas de pastor.
El pastor indultó algunos de estos majuelos que con los años, y sin competencia adquieren porte de árboles. Lucen hermosos y solitarios en medio de los pastos.
La forma de los majuelos nos invita a imaginar al rebaño de ovejas ramoneándolos y dándoles esta forma característica de paraguas. También nos las imaginamos amodorradas en la sombra. Ahora el ganado ya se ha ido a las tierras llanas. Hace unos meses estuvimos en las Bardenas Reales, lugar de invernada de los pastores roncaleses.Qué contraste de paisajes.
Además de los majuelos también destacan singulares acebos.
Corretea por el prado una collalba gris.
El alto de Berrendi descubre el secreto de su geología. Las bandas de estratos calizos orientados hacia el norte se prolongan a lo largo de toda la sierra. Lejos vemos el Goñiburu, donde antes hacíamos parada.
A nuestros pies, algunos caseríos y su cortejo de pastos compitiendo con el bosque
Nos quedamos largo rato en lo alto de Berrendi sin más hacer que la contemplación de estos espacios amplios, ondulados, de incontables lomas y vaguadas, prados, bosques y caseríos.
Regresamos a la Tapla con las últimas luces. pero tenemos tiempo suficiente para encaramarnos para finalizar el día a un alto donde contemplar la puesta de sol.
Es el monte Idorrokia, allí en lo alto, como testimonio de una actividad que transformó estos montes se encuentra la escultura en hierro de un hacha cortando un leño.
Felizmente, una vez más, el sol se oculta por el oeste.
Mapa y track de la ruta en :http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15370693