Cucubalus baccifer. "tomate del diablo"

El verano está tocando a su fin y los colores que vimos meses atrás se van atenuando. En su lugar aparecen los frutos que anuncian cambio de estación. Entre estos numerosos frutos podremos tener la fortuna de encontrarnos con los tomatitos del diablo, baya de una hierba de la familia de las cariofiláceas, Cucubalus baccifer. De tamaño algo mayor que un guisante, globosa y negra, esta baya recuerda  a la que produce la belladona (Atropa belladona) motivo por el que en algunos lugares se le llama falsa belladona. Su parecido se limita sólo a la apariencia, ya que Cucubalus baccifer carece de las propiedades psicotrópicas de aquella solanácea. El común "Tomatitos del diablo" también se aplica a Solanum nigrum, Solanum dulcamara, y Solanum villosum. En todos estos casos por  formar bayas tóxicas.Pero con ocasión de Cucubalus baccifer el apelativo contraría su uso medicinal popular, ya que es yerba astringente, y su cocción se ha utilizado como febrífuga y antihemorrágica. 

Como sucede con los humanos, hay plantas que gustan vivir entre sus congéneres , en cambio otras plantas se complacen en vivir aisladas. Cucúbalus baccifer podría decirse que se encuentra entre estas últimas. Es extraño encontrarla formando sociedad con sus iguales.Normalmente aparece en pies aislados, eso sí apoyando sus frágiles ramas en las hierbas que la circundan, formando una maraña de ramas verdes y tiernas al término de las cuales aparecen las flores, que eligen el pleno verano para lucirse.
Como es planta que prefiere lugares húmedos y resguardados de los rigores estivales podremos encontrar esta bella hierba en el camino que sigue paralelo al río Vero, en dirección a Castillazuelo. Es propia de ribazos donde se acumula materia orgánica. Tanto si está en flor como si se encuentra con los frutos, es llamativo el amplio cáliz, el cual se va abriendo a medida que madura la flor y se convierte en fruto.

Ferrata Cala del Molí, San Feliu de Guixols

22 de agosto de 2017. Entre San Feliu de Guixols y playa san Pol se despliega un arco de costa en el que son protagonistas las turquesas aguas del Mediterráneo,el granito rosa y el dosel de pino mediterráneo.Estos tres protagonistas  se pueden sentir con intensidad en la vía ferrata instalada en este  bello tramo de la Costa Brava.



La vía Ferrata sigue los paralelos salientes rocosos que encuadran la cala del Molí. Una sucesión de paredes verticales, puentes suspendidos y algunos extraplomos convierten esta vía en una experiencia que puede llevar alrededor de tres horas si se hace el recorrido completo, y alrededor de una hora si se realiza sólamente el primer tramo. El primer tramo, entraña menos dificultad. El segundo requiere más fuerza física al desarrollarse en los planos inclinados del saliente que en la fotografía se ve a la izquierda. Está perfectamente equipada. Además de casco y disipador recomiendo el uso de guantes que mejoren el agarre en algunas clavijas que por la proximidad del mar se humedecen.
Aurora comienza la ferrata en el primer espolón, más corto.

La playa de san Pol. Es un buen punto de partida para llegar a estas calas remando en kayak.

Un primer puente es breve, aunque obliga a pasar sin agarre de manos, ya que la guía de vida está baja y no permite ser usada de pasamanos. Después viene un sencillo puente tibetano.

Uno de los atractivos de la vía está en el acompañamiento constante del mar



Algún saliente de la roca obliga a ser más cuidadoso en las maniobras. Tras estos breves pasos siempre queda el recurso de recuperar fuerzas contemplando el azul turquesa de las calas.

Buenos agarres, adecuadas fijaciones para apoyarse en los lugares más comprometidos hacen la vía emocionante y segura. Detrás de Aurora se extiende la larga pared por la que sigue la ferrata y que supone el mayor esfuerzo por el ligero extraplomo del recorrido

Todo el recorrido se desarrolla en los hermosos granitos rosa de este tramo de la Costa Brava. Como todos los granitos es roca ígnea enfriada muy lentamente formando cristales de distinto grosor. En este caso los tonos rosados los aportan los cristales de feldespato. Esta roca no es exclusiva del enclave en el que ahora estamos, es frecuente en la parte norte de la cordillera costero catalana, allí donde los sedimentos que se situaban sobre el granito ya han desaparecido. A la erosión marina se une la disgregación que se produce en algunos minerales por la corrosión provocada por la humedad y CO2 atmosférico. De su acción resultan formas caprichosas, a veces alveoladas o escamadas, como hemos visto antes en Bretaña y el norte de Cerdeña sobre granito de similares características.


Son rocas atormentadas por la acción de dos orogenias. Primero la herciniana, que supuso su aparición hace unos 280 millones de años rellenando con este material igneo los espacios débiles de la corteza terrestre. Después la orogenia alpina que actuó también sobre los sedimentos que cubrían los granitos, siendo éstos la raíz subterránea de esta cordillera costera. Todos estos avatares crean un relieve fracturado y con canales que bajan hasta el mar.

El primer tramo de la vía ferrata termina al final de una larga pared vertical que se sube fácilmente por escalones. Aurora ha calibrado sus fuerzas y decide que para el segundo tramo no está preparada. No hay problema. De aquí salimos  por la vía de escape.

Nos queda un buen sabor de boca y nos prometemos volver para hacer el recorrido completo. Para quitarnos la espina de no recorrerla entera ahora vamos a optar por recorrer este tramo de costa con el kayak. Así que el reportaje continúa...

...por el mar.







 Una buena recomendación colocada al principio de la ferrata.

Ibones de Ordicuso

5 de julio de 2017.Mi hermano mayor, Josemari, me pidió le llevara a algún lugar del valle de Tena. Sin dudarlo pensé en los pequeños lagos de Ordicuso porque no es exigente llegar a ellos y porque estos laguitos, en su modestia, guardan el encanto de situar a quien los contempla en un gran escenario de alta montaña. Nos acompaña también su amigo Ángel y nuestra hija Aurora.


El balneario de Panticosa todavía guarda algún rincón amable después de las desastrosas intervenciones que sufrió con la remodelación del balneario. La cascada que baja de Argualas es una de ellas. Salta en varios escalones produciendo un fragor que al principio de verano refresca la soleada ladera.

Es inevitable resistirse al encanto de suspenderse sobre ella en la pequeña pasarela instalada a mitad de su recorrido.



Poco antes de llegar a la Mallata Baja, un falso puente nos recuerda que esta es zona de avalanchas en invierno y que ya en los tiempos primitivos del balneario tomaron precauciones frente a las avalanchas con este tipo de construcciones.

Un poco más arriba, el río se precipita en cascada. Es la entrada del agua en el barranco después de haber circulado apaciblemente por el valle que comienza a intuirse tras los árboles.


En la Mallata Baja, el barranco de fuerte pendiente por el que hemos subido se torna en amplio valle glaciar. Los bloques erráticos de granito diseminados por el centro del valle nos cuentan aquella acción de los hielos ya pasada. También nos indican la presencia de hielos antiguos el escalón izquierdo tallado también en granito y que en su parte superior esconde los ibones de Ordicuso. Al fondo, las crestas de Argualas y Garmo Negro nos meten en un escenario de alta montaña con picos que sobrepasan los tres mil metros.

Dactylorhiza maculata, es una de las orquídeas que se prodigan en estos pastos humedecidos por el torrente.

A medida que avanzamos por este valle colgado se va abriendo a nuestra espalda el otro lado del circo del Ibón. Es el dominio de Brazato y Labaza, con sus granitos redondeados por los hielos y las crestas afiladas por las rimayas. 

Josemari responde bien a las cuestas. No es una excursión larga ni de gran desnivel, pero todo hay que tomárselo a su tiempo. Aquí le comento cómo en invierno bajan los aludes por esas cuestas cubiertas de pedreras. 

Hemos dado un pequeño rodeo para que el primer contacto con los lagos sea más atractivo. Para ello hemos recorrido la Mallata Baja hasta casi al final, donde hemos subido por media ladera para tomar los lagos desde lo alto.


Los dos lagos se suceden escalonadamente en un paisaje bucólico de pastos y final de bosque de pino negro.

Josemari, Ángel, yo, Marisol y Aurora.


Es principio de verano y Trollius europaeus está en su momento de pleno esplendor.


El ambiente húmedo de los pequeños lagos propicia la presencia de diversas libélulas




Y sumergidas en el lecho del lago , sus larvas.

El día es caluroso y el agua está con la temperatura adecuada para darse un agradable baño.

¿Cómo expresar la sensación que produce sumergirse en el agua y asomar rodeado de este paisaje?

Argualas, Garmo Negro y Podiellos. Graníticos gigantes que se miran al lago.

Antes de iniciar el retorno, ascendemos un poco más , hacia el sur para asomarnos al barranco por el que sube la carretera. El fondo está cerrado por la peña Sabocos.


A lo lejos vemos la barrera que represa el agua en el ibón de Bachimaña. Cerca está el nuevo refugio de montaña.

Allium schoenoprasum, crece en ambientes fontinales. El agua del ibón inferior se esconde bajo los bloques de granito, pero en superficie hay la suficiente humedad para que este bello ajo crezca.
Una última mirada a Ordicuso antes de comenzar la bajada y abandonar este singular paraje.