Pusilibro / Puchilibro

El Pusilibro /Puchilibro es un modesto pico (1597m.) de la sierra de Loarre al que se llega sin dificultad ni gran esfuerzo desde el aparcamiento del imponente castillo medieval de Loarre.



Desde Montmesa, en el corazón de la Hoya de Huesca / Plana de Uesca, el Pusilibro se ve como un cerro de cima plana y redondeada. El Prepirineo, a medida que se extiende hacia el oeste, va perdiendo vigor.



Las calizas constituyen el esqueleto de esta sierra. Los relieves carecen de la potencia que caracteriza el Prepirineo más hacia el Este; sin embargo, desde el aparcamiento donde comenzamos la ruta se presentan breves resaltes rocosos. Son escalones calizos que un poco más abajo darán apoyo a los muros del castillo de Loarre.


Durante  mayo y principios de junio los pastos todavía están verdes y bien abastecidos de coloridas flores. Las pequeñas flores de Adonis annua destacan con su rojo escarlata.

Ophrys scolopax es una orquídea amante de estos ambientes soleados


En las proximidades del bosque de pinos de repoblación vemos algunas matas de Geum urbanum, una pequeña rosácea.

Antes de entrar en el bosque volvemos atrás la mirada para contemplar la soberbia estampa del castillo de Loarre, vigilante sobre el llano.


Antirrhinum majus forma nutridos racimos sobre bloques de caliza


Al cobijo de la sombra que hacen los pinos encontramos esta bella orquídea: Cephalantera longifolia

Muy cerca del camino, en un talud herboso otra orquídea, esta menos frecuente: Orchis laxiflora

Hemos sobrepasado el bosque y desde una repisa volvemos a mirar el llano: Loarre, población y castillo y el embalse de Las Navas.

La idea es subir por el lado oeste y bajar por el este. Dirigimos los pasos hacia el Portillo Chara, donde hay unas antenas de comunicaciones al final de una zanja cortafuegos.

Una vez en el Portillo Chara, seguimos una senda que en ocasiones está tapada por erizones y bojes. Esta senda sigue todo el cordal de la sierra en dirección al cerro del Pusilibro, que lo tenemos enfrente

Una vez en el cerro del Pusilibro, volvemos la mirada hacia el Portillo Chara. El cordal rocoso indica por donde está trazada la trocha.

En las rocas del cordal rocoso hemos encontrado algunas plantas características:  Linaria supina, de cáliz glanduloso y espolón curvado.

Alyssum montanum

Donde los erizones no se imponen se forman pequeños jardincillos, en este caso formado por Brimeura amethystina, Helianthemum apenninum y Linaria supina.

Hemos visto durante el camino mucho Anthyllis vulneraria, y más arriba, en zonas más venteadas de la cordal rocosa aparece Anthyllis montana.


La cara norte de la sierra de Loarre

El erizón sirve de protección invernal a Arenaria grandiflora, que sobrepasa con sus flores el cojinete del erizón.

Ya cerca de la cima del Pusilibro, tomamos esta panorámica de la sierra de Loarre. El castillo queda abajo empequeñecido por la distancia. Las nubes van y vienen soltando agua caprichosamente sobre algunos cerros.
























Polygala calcarea

Globularia repens

Ya en la cima contemplamos el valle de Yeste donde se aloja el embalse de la Peña, del cual vemos un recodo tras los estratos verticales de la Foz de Escalete

Hacia el norte, la silueta de la Peña Oroel es lo único que se divisa con relativa claridad ya que las nubes ocultan Collarada y sierra de la Partacua

No obstante, tenemos el atractivo de las luces cambiantes sobre el mosaico de cultivos de la Hoya de Huesca, y el espectáculo de su planicie en contraste con el Prepirineo del que en esta fotografía podemos ver asomar la cima de Gratal.

Track de la ruta y detalles en 


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Ecballium elaterium "pepino amargo"

Esta primavera he estado pendiente de una pareja de palomas torcaces que anidaron en la terraza de mi casa, resguardada su intimidad tras una jardinera de geranios. Tras la puesta, dos polluelos eclosionaron de sus huevos y han ido creciendo y cambiando plumón, hasta que hace apenas dos días, uno de ellos levantó el vuelo y sólo de vez en cuando  vuelve a visitarnos. El otro polluelo parece que tiene menos arrojo y aquí lo tenemos entre familiar y temeroso, mirándonos de reojo (si es que un ave puede hacer tal cosa con su inmóvil ojo) cada vez que nos acercamos. Hay una parte de la naturaleza salvaje que parece que busca la proximidad humana, o quizá sin saberlo les proporcionamos algún vital elemento que les hace vivir con nosotros. Es también el caso de muchas plantas a las que es difícil ver fuera de un entorno humano. El pepino amargo o también llamado, como recopiló José V. Ferrández para la zona del Cinca Medio, amargón, carbazeta borde, pepiné, pepinetes, pepinillo, podenco y pudenco, es una de esas plantas que vemos asociadas a las tapias y muros más vetustos de los pueblos. Esos muros donde el tiempo acumula suelos profundos y bien nutridos a base de procesar los restos vegetales y otros detritos que se van acumulando. 
Las flores nos orientan claramente sobre su filiación con calabazas, pepinos y otras cucurbitáceas, aunque en el caso del pepino amargo ninguna de sus partes es comestible.
Son flores con corola acampanada dividida en cinco agudos lóbulos amarillentos de vistosas venas verdosas,  y recubiertos de un aterciopelado vello. De las dos subespecies que hay en la península aquí encontramos la subespecie elaterium, que se caracteriza por ser monoica, esto es con flores masculinas y femeninas diferenciadas pero en el mismo pie. Las masculinas aparecen en racimos y las femeninas solitarias, distinguibles porque nada más abrirse ya tienen el ovario engrosado con la forma del pepino que después aumentará y formará el fruto.
La aspereza de toda la planta se manifiesta más rotundamente en el fruto, recubierto de rígidas cerdas.
Si la ley de la gravedad enunciada por Newton se asocia a una manzana, bien podría asociarse la tercera ley de Newton al pepino amargo. Esa ley por la que "todo cuerpo que ejerce una fuerza sobre otro cuerpo experimenta una fuerza de igual intensidad en la misma dirección pero en sentido contrario". En la aparente quietud del fruto del pepino amargo se esconde un equilibrio precario. Dentro de la cápsula hermética que forma el pepino se va concentrando una fuerza de presión elevada producida por los jugos que va produciendo y que no encuentran salida. Esta presión contenida hará que cuando ésta sea máxima, al más leve roce sobre el pepino, éste se desprenderá del rabillo que lo sostiene dejando libre un breve orificio por el que saltará a presión un chorro de zumo que arrastrará las semillas a varios metros de distancia, a su vez el pepino saldrá disparado por la fuerza de reacción. 
La naturaleza y sus leyes nos gobiernan y rodean. Descubrir sus secretos cotidianos es sumamente gratificante. Quizá eche de menos a ese palomo cuando se atreva a levantar el vuelo y nos deje.

De Fet al mirador Sabinós

En el extremo oriental de la Ribagorza, partiendo del pueblo abandonado de Fet, al que se llega por la pista que de Viacamp conduce hasta Finestres, un sendero bien balizado nos conduce en dos horas hasta lo alto del cantil donde se corta el monte Sabinós. Mucho menos frecuentado que el vecino camino de las pasarelas de Montrebei.


Antes de comenzar el camino que nos lleva a Sabinós hemos subido a la parte alta de Fet, desde un mirador habilitado junto a las ruinas de la iglesia, contemplamos el embalse de Canelles y la amplia zona de bosque mediterráneo que lo rodea. A la izquierda queda semioculto el congosto de Montrebei que separa el Montsec d' Estall (Aragón)  del Montsec d'Ares(Cataluña).




























Agarrado a la vertical roca, un endemismo ibérico característico de esta zona: Antirrhinum molle


Al poco de iniciar la marcha podemos ver la pintoresca situación de Fet, sobre unos conglomerados levemente inclinados.


La generosidad de esta primavera permite que corra el agua por breves barrancos que pulen la roca. Son aguas que se precipitan por la cortada y se pierden entre la frondosidad del bosque.7

La humedad de los regueros de agua fomentan herbazales y hierbas de hoja ancha como Tamus communis

Pero la realidad general de la zona es la fuerte insolación y la escasez del agua. En este ambiente se desenvuelve Sedum acre.

Pero el aislamiento y la pérdida de terreno cultivable cuando se construyó el embalse provocó la desaparición de los habitantes de este pueblo.

La iglesia ocupa la última terraza antes del corte en los conglomerados y las arcillas.

El sendero recorre las lomas que separan Fet de Finestras, el embalse lo tenemos siempre a la vista.

Colutea arborescens vive a la sombra de carrascas y pinos

A medida que nos alejamos de Fet, los conglomerados dejan paso a las calizas. Aquí encontramos Anthyllis vulneraria.

También Chaenorrhinum minus

El pequeño helecho, Asplenium ruta-muraria, se cobija en las grietas.

Las manchas de pino repoblado (Pinus halepensis) aparecen muy atacadas por la procesionaria. A estas manchas forestales les suceden las extensiones autóctonas de sabinas (Juniperus phoenicea) que abundan y crean un monte claro y soleado. Monte Sabinós responde al predominio de la sabina. En las zonas aclaradas y pedregosas vemos flores ya pasadas de Globularia emerus.

Euphorbia flavicoma exhibe ya los característicos frutos verrugosos.

Iberis saxatilis subsp. saxatilis ocupa pedregales desnudos y bien soleados.

Junto al camino la vistosa Veronica tenuifolia.

El mirador Sabinós está situado al borde de un cortado sobre el embalse de Canelles. En este caso, las calizas trazan un anticlinal cortado por el río Noguera Ribagorzana, formando relieves en cuesta y construyendo la sierra Sabinós de dirección W-E, sierra prepirenaica.

































La vall d'Ager se extiende frente a nosotros. Es una amplia llanura levemente inclinada y arqueada que se sitúa entre la sierra del Montsec d'Ares y el grupo que forman  la Serra de Montclús y Mont Millá.



El Mont Millá es el espejo en el que miramos para comprender el lugar donde estamos, ya que son las dos orillas enfrentadas y separadas por el Noguera Ribagorzana.


Abriendo la perspectiva desde el mirador Sabinós contemplamos la escena en su conjunto y el desarrollo del embalse de Canelles en canales y amplias cuencas.

Las calizas, organizadas en estratos verticales forman un relieve quebrado en el que las sabinas y carrascas ocupan los resquicios blandos entre las bandas de roca.

Los relieves en cuesta y la vegetación forman estos atractivos paisajes.

El día es muy ventoso, el agua del embalse forma sus corrientes y en la orilla lame los limos que desparrama en finos tintes que tiñen el agua. Sedimentos modernos.

No olvidamos que estamos en el Prepirineo, y desde la atalaya donde nos encontramos contemplamos la alta montaña, en esta ocasión desde una perspectiva diferente a la que estamos acostumbrados desde Barbastro.
El pico Turbón
 Macizo de Cotiella, Punta Suelza y valle de Gistaín

 Peña Montañesa y Sierra Ferrera


Detalles de la ruta y track en https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/fet-mirador-de-sabinos-24876171