Fraxinus angustifolia, fresno, fragino, frasno

Aunque parezca que con el invierno la naturaleza queda en suspenso, la verdad es que se toma poco respiro , y a nada que las condiciones lo permiten reactiva su actividad y comienza de nuevo el ciclo. Con un invierno tan benigno hasta la fecha, los fresnos han comenzado a abrir los brotes florales y ya se pueden observar las flores en ciernes. Son más precoces las flores masculinas que ya comienzan a madurar los granates estambres. Poco a poco se ven aparecer los filamentos verdes que se alargarán en racimos y contendrán las flores femeninas. Todas estas flores nacen donde se insertaron las hojas del año pasado. Son características de la especie las escamas pardas que las protegen y que permiten diferenciar esta especie de F. excelsior de escamas negras, habitante de los valles de montaña.
El fresno es un árbol de ambientes frescos, habitual en las orillas de los cursos de agua.  En estos últimos años han prosperado unos hermosos ejemplares junto al puente de Santa Fe ( puente de Hierro) que ya tienen porte de adulto. También encontraremos buenos ejemplares en el camino Ras Vals que conecta Castillazuelo con Pozán de Vero. 
Al madurar el tronco gris se agrieta en  estrías longitudinales que van formando una red de polígonos con profundos surcos. 
Después de las flores comenzarán a aparecer las hojas que veremos que están compuestas de hojuelas en número impar. Las semillas van provistas de unas largas prolongaciones planas que les facilitan la dispersión por el viento, a este tipo de fruto alado se le llama sámara.

De unos años a esta parte el cauce del río Vero, como sucede también con el cauce del Cinca está recuperando su vegetación. Cualquiera que hace 40 o 50 años fuera a bañarse al río recordará cómo se podía caminar desde el barrio de San Juan hasta más arriba de la Virgen del Plano por el lecho del río, donde no había más que cantos rodados y playas de arena. Los baños en la Melinguera, Puntaflecha, la gorga de
Santa Fé, o las badinas de la Virgen del Plano eran fácilmente accesibles porque en el lecho del río había actividad humana: se sacaba madera, se cortaban sargueras, pastaban rebaños, incluso algún tractor utilizaba el lecho como vía de acceso a fincas. Aunque disfrutamos de niños en este río, también conocimos su muerte cuando los vertidos al río comenzaron a alterarlo. Había veranos en los que el río se ponía verde por el exceso de algas, y además de la turbidez el olor hacía imposible acercarse a su lecho. Incluso en ocasiones bajaron animales muertos arrojados al río desde alguna granja próxima. Las madrillas, barbos, gobios e incluso anguilas que aquí había comenzaron a escasear o incluso desaparecer. El cangrejo autóctono fue sustituido por el introducido desde  América. El mal uso del río terminó con él.
En la lenta recuperación de este río están trabajando unos obreros silenciosos. Son los fresnos, sargas, chopos, sauces, olmos, avellanos, aligustres, cornejos, e infinidad de pequeñas hierbas que están recuperando los suelos, aportando oxígeno, filtrando toxinas, reteniendo los limos, creando cobijos y nutrientes para los peces que poco a poco comienzan a poblar las aguas. 
El fresno tiene su historia ligada al hombre. Numerosos topónimos nos recuerdan la presencia del fresno junto a poblaciones rurales. Mis antepasados paternos clavan sus raíces en un pueblecito de la montaña, Fragen, pueblo con nombre de árbol. En la montaña, sobre todo con F. excelsior, el fresno aportaba madera para el carboneo, pero más importante eran las hojas como alimento para el ganado. Todavía podemos ver fresnos con un peculiar porte por los sucesivos desmoches que se le hacían para recoger este complemento al pasto. En la fabricación de utensilios el fresno era valorado por su resistencia y flexibilidad en la fabricación de mangos de aperos. En anticuarios podemos encontrar tablas de esquí hechas en madera de fresno  con rudimentarias fijaciones  que se traían del otro lado del Pirineo.
En la cultura celta el fresno tenía un lugar propio. A él se dedicaba el tercer mes de su calendario lunar que iba de mediados de febrero a mediados de marzo, y era considerado un árbol protector por su firmeza y resistencia. Ahora, cuando me acerco al río Vero y veo asomar por encima de otros árboles las copas de los fresnos les pido que sigan trabajando en este río, lo recuperen en salud y  lo colmen de vida .

No hay comentarios:

Publicar un comentario