Ibones de Barleto

14 de julio de 2013.  
Día estupendo en compañía de José Vicente Ferrández. Ir al monte con José Vicente sirve para comprobar que la mejor manera de ir a un lugar no es la línea recta, y que tan importante es el camino como el destino. Yo no había estado en estos parajes, divisoria entre Gistaín y Bielsa, y la experiencia fue tan gratificante que me prometo volver. Podríamos haber hecho la excursión siguiendo el sendero y hubiese estado bien, pero como José Vicente me llevó a rincones que él conoce bien y que me permitieron saber de plantas que yo desconocía, saliendo del camino y acercándonos aquí y allá, sin tener en cuenta ni el tiempo, ni las distancias, ni lo que queda, ni lo que podríamos hacer, dando tantos rodeos como nos vinieron en gana, al fin la excursión no fue buena sino perfecta. Gracias José Vicente.



Hemos dejado el coche en el collado de Cruz de Guardia, junto a la barrera, a 2.100 mts.de altitud.  El primer regalo del día viene de inmediato, pues la divisoria del collado nos presenta esta magnífica vista del valle de Pineta. En el fondo del valle azulea el embalse de Pineta. El Pico del El Cuezo, prominencia de la sierra de Espierba, enseña la descarnadura de su flanco sur. La sierra de las Sucas presenta todo su desarrollo, presidido por la mole caliza del Monte Perdido, este año con una buena reserva de nieve.
Hacia el Este, el Robiñera muestra una coloración rocosa diferente, el gris de las calizas dejan paso a los tonos oscuros de las pizarras verdosas de Robiñera. El perdido se libró del batolito de Posets y conserva intactas esas calizas blancas, puras.





















Poco hemos caminado y aparece la figura de Punta Suelza, a cuyos pies están alojados los ibones.  El verde contrasta vivamente con el rojo de las areniscas. ¿En cuántos especiales lugares del Pirineo he visto esta combinación de colores? Anayet, Campo de Troya, Punta Acué, Acher...  Areniscas del permotrías, tan antiguas como frágiles que forman estos relieves redondeados, a veces coronados por agrestes cimas.


Una discreta orquídea, Dactylorhiza viridis, (sinónimo Coeloglossum viride) habitante de estos pastos de altitud visitados por el ganado.


El prado presenta discontinuidades que muestran el sustrato inestable, disgregado. En este terreno Ranunculus parnassiifolius sobrevive gracias  a su potente sistema radical que lo ancla al suelo y le permite sobrevivir aunque el suelo superficial se desplace.


Testigo de esta historia de la tierra de hace 250 millones de años, un bloque desgajado de arenisca roja, del Permotrías. Responsable de la coloración granate de estas montañas, nos envían a la fase remota de nuestra geografía, cuando aún no estábamos situados en el paralelo 42,situados en zona subtropical del planeta, teníamos un clima continental cálido y seco. La intensa erosión de montañas ya desaparecidas ocasionaron los depósitos de estas areniscas .




Los ibones ,al desaguar, forman un pequeño pero agreste barranco.
Nos salimos del camino para explorar la vegetación que aprovecha las sombras de las rocas y el frescor que aporta el torrente.



Cardamine resedifolia aprovecha una fisura  y los nutrientes que han ido creando los líquenes.










































Androsace pyrenaica coloniza grietas y extraplomos en este barranco, forma bonitos cojinetes del que salen flores de largo pedúnculo. Algunos de estos cojines parecen nidos de golondrina.

Primula hirsuta en lugar donde asegurarse agua constante de un rezumadero.


Erysimum seipkae












El primer ibón de Barleto. De fondo Punta Suelza.



























El mismo lago,  desde un lateral superior.



































En resaltes rocosos encontramos Petrocallis pyrenaica, endemismo del centro y sur de Europa. Acercarse a sus flores y aspirar profundamente es un regalo para el olfato.















Inspeccionando las gleras que rodean el ibón , en busca de la amapola pirenaica, vamos encontrando algunas otras plantas propias de estos cascajales ocupados por la nieve en invierno y gran parte de la primavera.   Las hojas de Oxyria digyna rellenan los huecos de una glera.
Woodsia alpina es la única especie de su género en la provincia. Propio de rocas silíceas, en este caso por encima de  los 2500 mts.


Por fín, tras muchas vueltas, una pequeña mata de Papaver lapeyrousianum ( P. alpinum subsp. suaveolens), como no lo había visto nunca,  aunque no está en flor, igual satisfacción me produjo verlo con sus mazudos capullos.










El Barleto superior, prácticamente cubierto de hielo.

La gelifracción fracciona la arenisca roja formando un canchal fino donde prospera Gallium cometerrhizon.



Nos atrae la opción de subir más y ver el ibón del Cau. Nos dirigimos hacia la divisoria entre Barleto y El Cau.  José Vicente camina por los límites del Cau ( 2660 mts)  tras él la silueta de punta Fulsa.  Una lengua de derrubios se interna en el ibón y queda sumergida. Forma una leve mancha marrón allí donde la profundidad del agua es menor.























Se está produciendo un rápido cambio de tiempo. Las nubes tapan Monte Perdido y cobra protagonismo el grupo Robiñera, La Munia, Troumouse, que guardan una importante reserva de nieve.





















El Pirineo es tierra de contrastes, desde la divisoria con el Cau,  hacia el noroeste es duro y agreste, hacia el suroeste muestra un aspecto más dulce.  Tras los dos ibones de Barleto, el Maristás o pico Orbau, y de fondo el macizo de Cotiella.


Comenzamos la vuelta aprovechando los escalones que Festuca eskia forma al fijar los movimientos de ladera. Escalones en forma de media luna producto de la congelación y descongelado del suelo, y el oportunismo de esta gramínea que aprovecha el suelo fértil que queda tras la leve capa de grava que el hielo va organizando en la superficie.














En el camino de vuelta, vemos el trazado de la pista hasta llegar al collado de Cruz de Guardia.


























El Maristás, con el pico del Orbar.


Comienza a tronar en Pineta, alguna cortina de agua tamiza el horizonte.


Aún tenemos tiempo para poder tomar unas últimas fotos, en las laderas bajas de Maristás

Reseda glauca






























Jasione crispa





























Borderea pyrenaica, esta vez la he encontrado en flor.



Pelopín

9 de julio de 2013.
Pre-calentamiento para posteriores excursiones más arduas. Además pensamos que es momento adecuado para subir a un pico que por su situación será más duro subir entrado ya el verano. Fatalidad que la cámara de fotos se me averíe a mitad de recorrido, por lo que poco puedo mostrar. Más vale poco que nada.


Campanula speciosa es una fotogénica planta de grandes flores, globosas como tulipas. Ya la había visto en las laderas de Usabas. Repite el mismo tipo de suelo pedregoso y de margas.
Diseminadas aquí y allá las varas floridas alegran un terreno que se muestra duro e inhóspito.










Sin llegar a la cumbre ya se puede disfrutar de la visión de la sierra de Tendendera en la vertiente sur. Toda ella se extiende de Este a Oeste, en ambos flancos limitada por las montañas que rondan a Torla ( a la derecha)  y las que corresponden a Biescas ( a la izquierda).






















Últimas fotos que me deja hacer la cámara de fotos antes de que feneciese y que por lo menos me permiten hacer una panorámica parcial del sector oeste, en el que aparece Burrambalo y la mole caliza de Telera en la lejanía. Más cerca Peña Sabocos (2.755mts) , con su forma trapezoidal. Abajo los dominios de Yésero






Camino de El Pueyo. Allium ampeloprasum y allium roseum. Un puerro y un ajo silvestres

Avisa de su presencia con el estandarte de su cabeza de flores. De una vara surge una esfera rosada donde multitud de pequeñas flores rosadas se abren sincronizadamente.
Allium ampeloprasum es el orígen silvestre de los sabrosos puerros que se cultivan en la huerta. Con demasiada frecuencia asociamos la vida prehistórica a la actividad cazadora y carnívora, pero sin duda, la base alimenticia, por lo menos más segura, se basaba en los vegetales. Podríamos imaginarnos a nuestros antepasados recolectando estos puerros para preparar un ancestro de crema de puerros, o un asado a la piedra de los brotes tiernos, o como condimento de un guiso. El sabor sería un poco más amargo, pero  llegaría un momento en que las mujeres ,como aseguran los antropólogos,  seleccionarían  aquellos que resultasen más agradables al paladar y aprenderían a cultivarlos, mientras los varones del clan andaban por el monte corriendo tras algún cuadrúpedo. De su selección secular deriva el actual  y sabroso puerro.
Mucho más discreto es el pequeño ajo que también crece en las inmediaciones de el Pueyo. Las flores de Allium roseum se agrupan en un racimo más irregular que esférico. Aun siendo de porte más pequeño, las flores son muy llamativas por el delicado tono rosado y su tamaño. Gusta crecer en ambientes soleados, de manera dispersa. Frotadas las flores o las hojas con las manos enseguida reconoceremos el característico olor de este género. Sin embargo no es el origen salvaje del actual ajo de huerta.