Avisa de su presencia con el estandarte de su cabeza de flores. De una vara surge una esfera rosada donde multitud de pequeñas flores rosadas se abren sincronizadamente.
Allium ampeloprasum es el orígen silvestre de los sabrosos puerros que se cultivan en la huerta. Con demasiada frecuencia asociamos la vida prehistórica a la actividad cazadora y carnívora, pero sin duda, la base alimenticia, por lo menos más segura, se basaba en los vegetales. Podríamos imaginarnos a nuestros antepasados recolectando estos puerros para preparar un ancestro de crema de puerros, o un asado a la piedra de los brotes tiernos, o como condimento de un guiso. El sabor sería un poco más amargo, pero llegaría un momento en que las mujeres ,como aseguran los antropólogos, seleccionarían aquellos que resultasen más agradables al paladar y aprenderían a cultivarlos, mientras los varones del clan andaban por el monte corriendo tras algún cuadrúpedo. De su selección secular deriva el actual y sabroso puerro.
Mucho más discreto es el pequeño ajo que también crece en las inmediaciones de el Pueyo. Las flores de Allium roseum se agrupan en un racimo más irregular que esférico. Aun siendo de porte más pequeño, las flores son muy llamativas por el delicado tono rosado y su tamaño. Gusta crecer en ambientes soleados, de manera dispersa. Frotadas las flores o las hojas con las manos enseguida reconoceremos el característico olor de este género. Sin embargo no es el origen salvaje del actual ajo de huerta.
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