La nieve acumulada durante el pasado invierno, y una primavera especialmente lluviosa hacen presagiar una actividad extraordinaria en las cascadas de Ordesa. Era finales de junio y hacemos el recorrido clásico con el objetivo de hacer resonar en nuestro interior el bramido del agua, sentir su fuerza y detener con la cámara los instantes irrepetibles del agua saltando entre las peñas.
Aunque alargamos la vuelta todo lo posible, el tiempo pasa, y toca volver.
No sólo ha sido un paseo con los sentidos puestos en el agua. la vegetación, aunque un poco retrasada también nos ha ofrecido sus regalos:
En los herbazales rocosos aparecen las motas de color que crean pequeñas plantas como Erodium foetidum.
Globularia gracilis
Las gleras no son estériles, y sirven para pequeñas joyas como Ranunculus parnasiifolius
Y las fisuras de las rocas crean jardines en miniatura con Globularia cordifolia
Valeriana apula
Pinguicula longifolia
Todo un universo de vida que se renueva y crece con cada primavera, como las ramas de este Abies alba.
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