En la primera quincena de julio ,niños y jóvenes disfrutan de la montaña y la naturaleza, de la amistad y la alegría en campamentos de verano. Hoy, mi hijo Diego a regresado de Eriste, donde ha colaborado como monitor. A todos estos jóvenes que de manera altruista regalan parte de sus vacaciones como monitores les dedico esta pequeña planta. He elegido la nevadeta porque hace bastantes años también yo fui monitor de campamento. Entre otras muchas actividades nos proponíamos acercar la naturaleza a los niños. Por una parte buscábamos la diversión, pero siempre había una intención educadora, fomentando el conocimiento y el respeto por todos los seres vivos. Una actividad consistía en recoger algunas plantas y aplicarlas en sencillos talleres manuales. La nevadeta siempre llamaba la atención de los críos por el aspecto frágil, la consistencia papirácea de las hojas, que brillan con reflejos nacarados cuando les da el sol. Como después de recolectada mantiene su aspecto durante muchísimo tiempo, pareciendo siempre vivas, eran idóneas para adornar pequeños cestillos de cuerda. La cogíamos con mesura, puesto que no está reñida la utilización de la naturaleza con su conservación si se hace con inteligencia, y esto pretendíamos aprendieran los niños al controlar ellos mismos hasta dónde era suficiente y dónde comenzaba el exceso.
En las inmediaciones de El Pueyo, en lugares soleados, pedregosos, incluso en medio de los caminos, crece esta planta que se extiende a ras del suelo, sin levantar nunca ningún tallo. Las flores, verdosas, se esconden entre las amplias brácteas plateadas. A veces crecen formando penachos que al no enraizar forman como guirnaldas abandonadas en el camino.
Paronychia capitata es desde antaño conocida por su utilidad hipotensora, de donde le procede el nombre común de mermasangre.
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