Sin duda, en el entorno de Barbastro, el mes de mayo es el más generoso para los apasionados de la botánica. Por un lado todavía se disfrutan muchas plantas que surgieron tras pasar el invierno, por otra parte aún no se aprecian los agostamientos que producirán pronto los calores de comienzos de junio, y es tan grande la variedad y número de flores que están en su punto óptimo que pasear por cualquier camino es un regalo para todos los sentidos. Entre otras muchas especies, es ahora el tiempo de los jacintos silvestres.
Linneo clasificó estas dos especies dentro del género Hyacinthus, posteriores correcciones taxonómicas las sitúan en dos géneros diferentes dentro de la familia de las Liliáceas.
Brimeura amethystina |
Brimeura amethystina, a pesar de su pequeño tamaño, de 15 a 20 centímetros, atrae por el delicado color de las campanillas que ligeramente cuelgan de cortos rabillos. Es flor que solemos encontrar con relativa facilidad en cualquier área del Pirineo, siempre en zonas soleadas. Encontrarla en el entorno de El Pueyo supone una singularidad pues no es planta que descienda más allá de los somontanos. Ocupa zonas de la cara sur, pero algo protegida por la sombra de los chinebros. También aquí mantiene su predilección por los suelos pedregosos.
Dipcadi serotinum |
De color menos llamativo es Dipcadi serotinum, un jacinto de flores marrón terroso y textura serosa, más proclive a ocupar los soleados suelos del somontano, por lo que abunda en casi todo tipo de suelo, incluso se adentra en los exigentes chesos.
Aunque es de colores discretos, al observar las flores a corta distancia muestran un delicado diseño cuando los pétalos se curvan hacia atrás en ritmo de tres alterno.
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