Roemeria hybrida |
pertenezco. La idea era acercarles al mundo de la botánica. Me sorprendió la rapidez con la que se entusiasmaron y la constancia de su curiosidad a lo largo de todo el camino. Yo estaba feliz porque veía una actitud positiva, inteligente en todos ellos. Cuando yo salgo a la montaña, o cuando voy por cualquier camino, el recorrido tiene tanto valor o más que la meta. No me importa el tiempo que invierta, ni si voy deprisa o despacio. Me interesa el contenido que puedo extraer de esa excursión. Tengo una especie de despreocupación de todas esas cosas que vienen a ser incluidas en lo que se denomina deporte. Quizá por eso estaba feliz, porque estos críos vivieron la excursión de la misma manera, con despreocupación, sólo atentos a lo que aparecía por el camino, intentando aprehenderlo. Una cosa que les sorprendió fue la existencia de varios ababoles. Estaban acostumbrados a ver la amapola común (Papaver rhoeas), pero no se habían dado cuenta que por allí también estaba Glaucium corniculatum (ya referido en este blog hace más de un año). Y el que les encantó fue Roemeria hybrida. Quizá por la novedad del color, pero yo creo que también porque es una planta que percibimos delicada. Roemeria hybrida no abunda por nuestro entorno, sin embargo cuando aparece viene acompañada formando comunidades dispersas. A veces la encontramos en el mismo linde del camino, otras en cambio ocupan yermos o esos espacios entre oliveras que están a medio camino entre el cultivo y lo salvaje.
Papaver hybridum |
A lo largo de la mañana pudimos ver cómo ruedan las matas de la salsola capitana al más típico estilo del oeste, cómo la salseta es un auténtico campo de aterrizaje para los coleópteros, saboreamos las hojas de los majuelos, y cogimos brotes tiernos de fenojo. En fin , un día de disfrutes sencillos con unos acompañantes de lujo.
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